Después de un tiempo, años, vidas incluso
En que uno ha estado totalmente identificado con sus
papeles, formas
Y con cada una de sus interpretaciones,
Personaje tras personaje, escena tras escena,
teatro, drama o comedia
Dentro de cuya piel, aventura y circunstancia tan
intensamente ha vivido,
Después de todo eso, comienza a ver, a experimentar
y a sentir,
Primero el reflejo, pero también las experiencias y
sutiles vivencias
De energías nuevas, de intuiciones y de planos que
lo trascienden
Con comprensiones profundas que lo expanden y llenan.
Lo divino, el Uno, se hace así cada vez más presente
y digamos que connatural,
Se respira y respira a través de y como nuestro ser.
Ya no hay duda alguna de Eso, no hay más que Eso,
Todo es Eso.
¡Lo Real se hace tan evidente!. ¡Cómo no lo ve el
universo entero!
Pero el buscador aún con eso, a pesar de ello y casi
sin darse cuenta
Y debido a sus viejos hábitos que le sumergían en la
dualidad más ciega
Aún no había completado el puente entre el Ser Uno y
su ser aún anhelante
De vivir el todo en él.
Hasta que un día el alma despierta a sí misma
Y la atención antes dispersa se vuelca sobre sí, en
la conciencia, en el ser,
Y se hace evidente, no como pensamiento, idea o
creencia,
Sino más real y sutilmente visible que la identidad
ligada antes a los personajes.
Se vuelve plenamente consciente de su Sí Mismo. En su
verdadero Yo,
Con todos los planos, seres y dimensiones que
amorosamente la integran.
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