En
nuestra esencia está el carácter dinámico de nuestro ser en movimiento
imparable y constante por materializar y desarrollar todo lo que somos. No
cabe, pues, la plenitud ni la felicidad de quien se introvierte sobre sí mismo
al margen de la totalidad en la cual se integra. Vivir sólo puede ser relacionarse,
encontrarse en estructuras de yoes que se retroalimentan e interrelacionan,
posibilitando así el movimiento de cada
uno el movimiento de los demás. La existencia es una danza que a todos nos
implica y en donde el papel de uno hace posible el papel de los demás. Esta es
la esencia de toda acción y esta es la esencia también de la creatividad a través
de la cual el todo se nos muestra a las aparentes partes. Sin creación y acción
hacia fuera jamás los seres humanos nos reconoceremos, todo quedará reducido a
una pura fantasía. Dios sale de sí a través de la creación, de todas las
creaciones y de todos los seres sin los
cuales Él/Élla se desconocería totalmente.
La
energía/conciencia que somos tiende a desplegarse y a expresar lo que su ser
esconde. Así se han creado los universos, las galaxias y los mundos, y toda
clase de seres. Y este es el camino que el dios/diosa que cada uno somos está
llamado a recorrer, un camino que nuestra limitada mente aún no es capaz de
concebir y al que sólo los grandes visionarios se asoman.
El ser humano que no expresa su riqueza
interior a través de las innumerables formas que tiene a su alcance, según sus
tendencias y preferencias de cada momento, no puede ser feliz, por la sencilla
razón que se está negando a sí mismo. Ser, felicidad y acción en el fondo son equivalentes,
aunque la acción sea contemplativa y pase por recodos primero de interioridad
para verterse después en un segundo movimiento hacia el mundo y los demás en
formas, estructuras y creaciones mil.
Tenemos que vivir y sentir nuestro amor,
nuestra energía y nuestro poder, nuestra sabiduría y nuestra inteligencia. Tenemos
que experimentar la Vida plena en nosotros y también fluyendo de nosotros hacia
el exterior, y mientras esto no lo hagamos nuestra felicidad siempre será
parcial, limitada, reducida.
Digamos, para concluir este apartado que la
inhibición del propio potencial es una enfermedad de la que hay que salir
porque el ser humano ha sido creado para gozar de ser, y eso lleva implícito la
acción creadora, el amor creador, la inteligencia creadora.