sábado, 22 de septiembre de 2018

El sentido de la vida y la pasión del sentido.


El sentido de una vida es lo que hace que merezca la pena de ser vivida.
El sentido de una vida viene dado por aquello que uno quiere hacer de su vida.
Toda vida tiene un sentido aunque muchos no sepan de él en su vida.
Muchos viven el sentido de su vida de manera inconsciente.
El sentido de cada vida es diferente en lo circunstancial y en el tiempo.
Aunque sustancialmente el sentido de toda existencia es ser uno mismo, lo que se es.
Pero a esto uno se va abriendo evolutivamente y por niveles de profundidad.
Unos hacen de su vida una lucha por la supervivencia, se centran en el cuerpo.
Otros buscan poder o dinero o fama.  Algunos son investigadores, científicos,
Los hay que hacen del arte su pasión y a él se dedican con intensidad,
Crear una familia, tener unos hijos, disfrutar de lo que la vida ofrece,
Eso en algunos es motivo suficiente para vivir. El sentido lo da cada cual a lo que hace.
Por eso, no hay algo con más sentido y otras cosas con menos sentido.
Superar una dependencia, conquistar la cima de una montaña, aprender idiomas…
Lo importante es que las personas tengamos un sentido para vivir.

Algunos han hecho de su vida un camino de búsqueda,
La búsqueda del sentido o para qué de su y de la existencia, como pasión.
¿Cómo es que estoy aquí?, ¿qué hilo conductor mueve mi vida?
¿Cómo es que he tenido las circunstancias y condiciones que he tenido?, ¿casualidad?    
¿Se planeó?, ¿lo planeé?, ¿cuál es mi verdad?, ¿quién soy?, ¿hacia dónde me dirijo?,
¿Quién era yo antes de ser este yo que creo ser?, ¿cuál es mi verdadero yo?...
Resolver estas y otras preguntas para muchos es lo que les da sentido a su vida.
Buscan en el corazón de Lo Real, son buscadores, amantes en el fondo, de Dios.
Y a eso se entregan sin interrupción, enteramente. Para esto nacieron, para ello viven.

Mi verdad y mi sentido.


Creo en el Todo Uno, le podemos llamar Dios,
Fuente, esencia y origen de cuanto se experimenta, de lo que se es.
Creo en la infinitud de los universos
Y en ellos en la infinitud de seres.
El Todo Uno no está separado de nada ni de nadie,
Pues nada hay fuera del Uno. Todo está conectado.
Cuanto se puede observar desde cualquier conciencia particular,
La tuya, la mía, es el Todo Uno quien lo observa.
La parte sólo existe dentro de un mecanismo mental, reductor,
Por el cual la dualidad existe, para que se pueda dar el juego de los contrarios,
Y dentro de él el desarrollo, evolución y encuentro finalmente con lo que se es.
Como conciencia me he identificado con un alma,
Con el fin de crecer desde la aparente profunda ignorancia a la Sabiduría Suprema.
Vivo impulsado por el amor, la fuerza y la inteligencia que son mi esencia,
Y lo hago en cada una de las innumerables existencias en la que encarno.
Mi alma anhela el retorno al lugar del que nunca salió,
Al corazón de Ser, que es mi corazón espiritual, donde soy lo que yo soy.
El sentido de mi vida es el de responder  a cada persona y circunstancia
Desde  mi nivel más elevado de amor y con la inteligencia más despierta posible.
La felicidad no es un logro que se conquista con algo externo a mí
Sino la expresión consciente del ser de Dios manifestándose en mi.
No he nacido para perderme en lo que no soy
Sino para encontrarme y descubrirme en la divinidad del ser que sí soy.
Dios vive en mi como yo y esto es lo que reconozco en todo ser.
Las dificultades representan y señalan los obstáculos que me separan aún
De la conciencia de lo que soy para que las remonte hasta verme en lo que soy.
Todo sufrimiento, de cualquier clase que sea, tiene su origen en mi mente,
Y es la expresión de lo que sucede cuando dejo de sentir a Dios y a través de Él.
Yo tengo mi propio camino, como todos, ninguno igual, todos distintos,
Y la creatividad consiste en recorrer la infinitud de los mismos
Desde el punto de verdad y conciencia en que cada cual se encuentra.
Todos los caminos llevan a la realización de Dios en nosotros.
El sentido de mi vida lo recobro cada vez que me convierto
En expresión consciente del amor, la sabiduría y la creatividad de Dios
En cualquiera de las infinitas formas en que estos se puedan exteriorizar.
Dios está siempre presente en mí, pues fuera de él no soy.
Paradoja divina: abrirme o cerrarme a lo que soy no me aleja de lo que soy.
Para unos la vida tiene sentido en su parcialidad dual, en su fragmentación,
Cuando ese sentido cae, sólo se puede volver a recobrar
Al sentir y vivir desde la unidad concienciada en el todo uno de Dios.
La muerte no existe, y sólo se le teme por el apego que se tiene a lo que no somos,
Sólo la Vida/Dios es real, que a través de cada conciencia particular
Experimenta la infinitud de lo que es en infinidad de formas, universos y seres.
La conciencia es una, los modos de experimentarla infinitos.
Mi pasado, mi presente y mi futuro son sólo ropajes
De mi eterno ahora, en el que me en encuentro en la conciencia que soy.
Todo es un juego, en el que primero nos perdemos, a veces estrepitosamente,
Luego, al ver la realidad de lo que es, nos caemos y nos levantamos, infinitas ocasiones.
El secreto consiste en rendirnos  las veces que haga falta
A lo que somos, que es luz infinita, corazón radiante y conciencia despierta.
Más pronto o más tarde  nos reconoceremos definitivamente en nuestra Verdad,
Cuando las fantasías se caen. Todo lo demás es y habrá sido puro teatro.

lunes, 17 de septiembre de 2018

¿Salvarnos?, ¿de qué?


Cuando yo era pequeño, también de joven, me enseñaron algunas cosas muy raras.
Me dijeron que Jesús había venido para salvarnos de la condenación divina.
Y salvarnos significaba liberarnos de las penas eternas, incluidas las del infierno.
Me enseñaron a temer a Dios y a utilizar la religión como instrumento para tal fin.
O sea: que, o eras de la religión que te salva o te condenabas. Yo hice la carrera de cura.
Y los curas estábamos para ayudar a salvar a los hombres, a los que no creían como yo.
¡Qué papel el nuestro, con obispos, papa y la religión! Señalar, amedrentar, juzgar…
¡Arrepentíos! Hoy ya sé que todo se dice de manera más suave. Las formas varían.
No, por favor, yo no soy anticlerical, es más me duele que alguien lo sea. No me gusta.
Pero discernir es necesario, sobre todo si se ha confundido religión y espiritualidad.
Yo trato de discernir. La espiritualidad es un camino de libertad, de autodescubrimiento.
Nos hemos de liberar, -a ese tipo de salvación sí que me apunto-, de nuestra ignorancia,
De no saber lo que somos, del poder que otros han asumido sobre nosotros,
Incluido el de un dios fuera, inventado,  que nos vigila, amenaza o condena,
Y, por supuesto, de quienes se autodefinen sus representantes en la Tierra.
Todo eso es una barbaridad. Cada cual ya somos una manifestación particular de Dios.
En cada ser, el Todo Uno vive su propia aventura de ir de la ignorancia al despertar.

Sí que me tengo que “salvar”, pero no de ningún Dios, sino de todos mis miedos,
De mi miedo a la soledad, a la enfermedad, a la escasez o a la muerte,
De mi miedo a no ser realmente yo, o sea, de mi miedo a asumir mi poder de ser.
Y eso, no se hace por un acto mágico-religioso al estilo de pecado-penitencia-perdón.
Me salvo cuando quito el poder sobre mí de todos los “diosecillos externos” fabricados,
Cuando asumo y reconozco que yo soy “Dios en mí como yo”. Jesús habló sólo de eso,
A lo que todos los poderes, incluidos los religiosos, temen. Pues se quedan sin papel.  

domingo, 16 de septiembre de 2018

Silencio y respuesta de Dios


Cuá
ntas veces me había sentido huérfano con anterioridad. Me convertí en buscador.
Y cuántas veces busqué y busqué tratando de encontrar la comunicación con Dios,
Cuántas las ocasiones en que sentí la sequedad de su ausencia, su añoranza inmensa,
Y en que vagué por las calles esperando en mi desvelo alguna evidente respuesta.
Creí no ser escuchado, y pensé, cuando con más fuerza lo llamé, que me ignoraba.
Pero no estaba yo en lo cierto. La respuesta de Dios, que es la de nuestro ser, sí venía,
Era yo quien no sabía leerla ni interpretar su lenguaje. Sus respuestas me rodeaban.
Todo era la respuesta de Dios. Pero no la veía, porque yo fijaba el tipo de su respuesta.
Ese era mi error y engaño: ir por el mundo con una idea de Dios y de cómo hablaba.
Mi ego, con su diseño de lo que es y de lo que no es, había suplantado a Dios.
Por eso, con el lenguaje del ego, no lo podía oír, de ese modo yo estaba ciego y sordo.
Y a esas, ceguera y sordera, les llamaba “silencio de Dios”. Cuando todo era su palabra.
Dios nunca calla. Todo me habla y habla de Él, a mí y a todos. Es el Ser de lo Real.
Cuando más aparecieron mis miedos  más creía que estaba solo. Error mío.
Dios era quien me ponía delante todos mis temores para sanarlos, y sanado lo viera.
Porque Dios, para llegar a nosotros nos pone ante todas nuestras resistencias y soledad,
Frente a nuestras debilidades y miedos, que nos separan de Él, de lo que Somos.

Tenemos que entender el lenguaje de Dios que nada tiene que ver con el del ego.
Y hemos de saber que Él no nos dará nunca nada que infle lo que no somos.
Le pedimos a Dios muchas cosas que en realidad son reclamos del y desde el ego.
El llamado Silencio de Dios, cuando así lo interpretamos, es la mejor de sus respuestas.
Nos pone ante nosotros  nuestra sequedad y errónea visión acerca de lo que somos.
Así se evidencia el tremendo ruido de nuestro ego, todo mente, del que nos despoja.
Por eso, al afrontar nuestros miedos el ego muere y calla. En su lugar, nace Dios.

¿Quién es, para mí, Jesús, el Cristo?


Por desgracia prescindí de él en mi vida, no lo tuve en cuenta. Fueron otros tiempos.
No me ocupé de su significado más que de forma analítica y racional, tópica.
Creo que así me defendí inconscientemente de la manera interesada como me llegaba.
No quería que nadie me vendiese un producto religioso. Y menos para que me salvase.
No pertenezco a religión alguna. No me dicen nada. Son eso, productos, creaciones.
Sí me importa, porque lo soy en esencia, el Espíritu, Dios, el Fondo o Todo Uno.
A Jesús, el Cristo, lo experimento como a mi propio Cristo interior. ¡Qué brillo!
A hacer puñetas todos los dogmas y tonterías que me contaron. Son nada, bobadas.
El Cristo es real porque se vive y se siente, llega y renace en cada corazón, en el mío.
Y ese Cristo es Unidad, Luz, Resplandor sin igual. Fuego y Amor, presencia conmigo.
Si lo puedo experimentar, cómo dudar de su realidad. Encarnó y mi corazón lo sabe.
Encarnó en un ser humano, como hoy encarna también en cada hombre y mujer
Que se abre a su Cristo interior. Y eso es Dios en todos, no en unos sí y en otros no.
Todo lo demás son películas, montajes, ingeniería religiosa, intereses del ego.
Jesús, el Cristo, en el que yo creo ni siquiera es cristiano. ¡Soltadlo ya de una vez!
No es de nadie, es nuestro ser más real e íntimo. Es el Cristo universal, nuestro ser.
Y él, el nazareno, lo refleja, desde su humanidad trascendida, supramentalidad divina.
¿Es Dios?, pues claro, como todos, no más, no menos. Y ese era, y es, su mensaje.
¿Él, Hijo de Dios? Toda manifestación lo es. ¿El único Hijo? Eso ya es teología mala.

El Cristo inunda mi ser, vive en mí, me recupera de toda vaciedad. Fuego en el alma.
A través de él todos los universos se me acercan y con ellos me uno a Lo Que Es.
Despojado de interpretaciones se filtra a través de mi corazón y en mi conciencia nace.
Ahora ya me siento más cerca que nunca de Él. Sin religiones, sin intermediarios.
Cristo vive en mí, en todo, lo experimenta quien se abre a Lo Superior en su ser.

jueves, 13 de septiembre de 2018

Sanar nuestra mente. Sanar nuestras emociones.


Somos ya sabedores de nuestro error de visión sobre el origen de lo que nos sucede,
Que está en la clase de pensamientos que tenemos y el escaso control sobre la mente.
Podemos empezar a sanarla y de este modo también a transformar la emociones.
¿Cómo hacerlo? Distingamos antes que nada varios elementos en juego:
La mente. Ella en sí misma es neutra. Pasa en ella lo que nosotros decidamos.
El ego. Es una fabricación nuestra. Foco de acciones, emociones y pensamientos.
Nuestro ser. Es luminoso, conciencia, amor y gozo, felicidad y vida sin fin.
Nuestra alma. Es el actor de esta obra, la que aprende, crece y evoluciona.
Con todo eso vivimos. Si nuestra mente está al servicio del ego, los conflictos
Así como el sufrimiento están asegurados. Y los pensamientos como las emociones
Serán origen y fruto de desencuentros, separatividad, insatisfacción y muerte.
Pero si nuestra mente está al servicio de nuestro ser, entonces se llenará de luz,
Y todo cuanto ella contenga nos conducirá hacia la unidad, la prosperidad y el amor.
Nosotros como almas o individuos conscientes podemos elegir. Nuestra es la opción.

La mente empieza a sanar cuando empezamos a responsabilizarnos de nuestra vida.
Eso significa que tomamos como propio todo lo que nos sucede. Ya no culpabilizamos.
Nuestras emociones nos las quedamos, tampoco utilizamos a nadie para descargarnos.
Si ellas surgen, las experimentamos conscientemente: miedos, angustias, vacíos, ira…,
Hasta que se disuelven. Así nos adueñamos de ellas. Y recobramos poder interior.
Todo esto requiere mucha paciencia y también mucho amor a lo que sí somos.
Todo lo que pasa por la mente son hojas del pasado o del futuro, inercias del tiempo,
Hay que mirarlo, sólo eso. Pero lo que no pasa y que es siempre contante es nuestro Ser.
Es el puro gozo, la alegría sin objeto. La mente se diluye en Él. Cesan los pensamientos.
Cuanta más sea nuestra aspiración a lo superior en nosotros, mayor será la trasparencia
Y claridad de la mente. Y las emociones se queman solas, disolviéndose en nuestra luz.

lunes, 10 de septiembre de 2018

Es nuestra mente la que tiene que cambiar


Cuanto más identificados estamos con el mundo del ego
Más culpabilizamos y responsabilizamos a los demás de lo que vivimos.
Vivir desde el ego significa división entre la causa que se pone fuera
Y el efecto, que es todo aquello que nos pasa y se vive como  sufrimiento.
Por eso, el ego lo que hace siempre es manipular y querer cambiar  los demás,
Pues cree que es así como se alcanza la felicidad. Esto nos convierte en sus esclavos.
Quien cree que su felicidad depende de otros, es alguien sin poder de ser propio.
Pero hay otro modo de ver todo esto: la felicidad nace de nosotros mismos.
En realidad, somos cada uno el origen y la causa de lo que experimentamos.
Los estímulos externos lo único que hacen es sacar lo que llevamos dentro,
Poner a la luz toda nuestra sombra, todos nuestros miedos, frustraciones y fobias.
Esto es lo que sí que tenemos que cambiar si queremos ser de verdad felices.
Pero esto significa asumir la responsabilidad de nuestra vida y cómo la vivimos,
Y dejar de proyectar todas nuestras angustias sobre los demás.

Para que esto se pueda realizar tenemos que dejar de vivir dependiendo del ego,
Rendirnos a lo que somos y sentimos, sin luchar contra nosotros ni contra los demás.
Los otros: pareja, jefe, padres, amigos, etc. no son alguien separado de nosotros,
Ellos sí son la parte de nosotros mismos que nuestro espíritu nos pone delante
Para que sea sanada, amada, trascendida e integrada en nosotros.
Esto no es fácil de hacer y a veces produce mucho dolor, pero tenemos que realizarlo
Si de verdad aspiramos a ser seres auténticamente libres, amorosos y felices.
Este es el camino que, despejado, hace que despertemos con conciencia a nuestro ser.
Ese camino se recorre cambiando nuestra mente, origen real de todo el problema,
Transformando sus patrones de pensamientos erróneos y torturadores, por otros
De perdón, aceptación, agradecimiento y amor, a lo que se es y a lo que se tiene.

El mejor regalo para la humanidad


El mejor regalo que le podemos hacer al mundo es el reconocimiento de nuestro ser.
Cada ser humano que despierta a su verdadera identidad
Se convierte en testigo único de la realidad y un instrumento para que otros despierten.
¿Qué mejor servicio a los demás que el de señalar a través de la propia autoevidencia
La fuente de nuestra plenitud, que es la de nuestro verdadero obrar, decir y sentir?
El mejor regalo que les puedo hacer a los demás,  es idéntico para mí mismo.
Y lo mejor que puedo hacer por mí es salir de la vía del sufrimiento, o del ego,
Que, no importa la forma que tome, está alejada del contacto y expresión del ser.
Para salir de la dependencia del ego tenemos que saber que este es una ilusión,
Un producto de nuestra mente, y en ese sentido mortal y pasajero.
Eso es lo que nos lleva a creer que somos lo que no somos y perdernos en ello.
Por eso nuestro apego a nuestro cuerpo y a todo el mundo de las formas.
Ese es el origen de todo sufrimiento, que está ligado a infinidad de pensamientos
Cada uno de los cuales lo refuerzan, sostienen y justifican.

El mejor regalo que le podemos hacer a la humanidad y a nosotros mismos
Es ver que ni los pensamientos, ni el cuerpo, ni la mente es lo que somos
Y que de seguirlos estaremos siempre abocados a la frustración y a la muerte.
Lo que somos, en cambio, está presente siempre y nos guía, es nuestro espíritu,
Quien ha creado esta forma para que a través de ella despertemos  y seamos útiles,
Es decir, para que yo sea lo que soy: amor, sabiduría, conciencia y energía sin fin.
Y todo esto, no de forma separada ni independiente de lo que son todos los demás,
Pues lo que yo soy se halla contenido en la unidad donde todos nos integramos.
Ver en el otro a mí mismo, amarme y reconocerme en los demás como lo que sí somos:
Presencias reales de la divinidad. Este es el mejor regalo a nosotros y a la humanidad.

Mente, corazón y acción.














Que la mente,
el corazón
y la acción
vayan juntas,
hoy y siempre.

La argamasa que los une
es la entrega
de la mente
el corazón
y la acción
al Origen-fuente,
el Espíritu del que proceden.

Cuando así sucede
todo se convierte
en expresión de Dios,
Unidad esencial
Entre mente corazón y acción.
Fuera de eso nada es real
sólo ilusión.

lunes, 3 de septiembre de 2018

Reconexión con nuestro ser


Cada ser humano experimenta en su vida tendencias genuinas muy profundas,
Unas de tipo genético, otras vinculadas a su educación familiar y social,
En cambio hay otras que se relacionan con otra realidad, la realidad del alma,
Que al ser investigada aparece como entidad propia e independiente de lo demás.
Podríamos decir por ello, que del mismo modo que existe el ADN físico,
Hay también un ADN espiritual que contiene el estado y desarrollo evolutivo del alma.
Eso conlleva el que cada individuo tenga un propósito de vida muy específico,
El cual responde a las necesidades particulares que el alma tiene y por las que encarnó.
De esa manera, se perfila un camino que es el que cada uno debemos de seguir;
Si lo andamos correctamente nos hará evolucionar en conciencia, amor y sabiduría.
Es el camino del Dharma que hace que cumplamos nuestra misión en la vida.
Unas personas sienten inclinaciones muy profundas para desarrollar unas cualidades,
Otras para realizar alguna clase de servicio social, médicos, tal vez como artistas,
Quizás como investigadores, filósofos, o atendiendo a personas que las necesitan,
En realidad, el espectro de realización para cada persona es muy amplio y variado.

Algunos han sentido el llamado profundo de su ser, de su verdadero yo.
Estos hacen de su vida un camino muy intenso de búsqueda de su identidad real.
Ese es su dharma y esa su principal misión: el reencuentro con su Sí Mismo, su Yo Soy.
Como todo camino evolutivo y espiritual este se puede rastrear y percibir su desarrollo,
Entonces vemos cómo en la vida de uno todo le ha llevado a eso, al autoconocimiento.
Es una de las metas humanas más elevadas puesto que nos conduce a la Fuente, al Ser.
Aquel que va a la búsqueda de su ser no descansa hasta que no descansa en Dios,
Verdadera meta final de toda vida y existencia. No descansará hasta conseguirlo.
Alcanzado esto lo ofrecerá como el más preciado regalo a la humanidad.

domingo, 2 de septiembre de 2018

Espejismo y cárcel. La salida.


¿Habrá mayor engaño que verse en lo que no se es?
¿No es una ilusión vana, falacia, extravío, espejismo o una alucinación
Perdernos en lo que no somos, confundirnos en lo que nunca fuimos,
O, peor aún si cabe, vivirnos como lo que es tan sólo un instrumento o ropaje?
Así es. Y la ignorancia que esto muestra deviene justamente de no saber lo que somos
Y de ignorar por qué estamos aquí. Sin tal saber, lo normal es vernos como un cuerpo.
Y es que, a falta de otra perspectiva nos quedamos con lo inmediato. Lo físico-mental.
Menos mal que este recurso está lleno de “goteras”. El invento es frágil y perecedero.
Por eso, buscamos, preguntamos y tratamos de encontrar salida a este laberinto.
La condición: desvelar el secreto acerca de quiénes somos. No es lo que parecemos.
Y, lo que más en serio nos tomamos de nosotros no suele ser lo importante y esencial.
Digamos, que personas, circunstancias, acciones, sucesos, son sobre todo un decorado.
Lo fundamental es la trama que va por debajo y apunta al crecimiento de nuestra alma.
En cada existencia están en juego aumentar nuestra capacidad de amar y la de percibir,
Eso se desarrolla y aprende a través de numerosas peripecias y aventuras.
Los papeles que adoptemos en cada ocasión son secundarios. Siempre la misma Luz.

Esa personalidad que por error creemos ser depende de cosas, personas y circunstancias.
Esto es un gran problema. Lo que de verdad somos no depende de nada ni de nadie.
El apego a cualquier cosa de “este mundo”, a lo que no somos, es causa de sufrimiento,
Ninguna paz o felicidad verdadera pueden surgir de dependencias de lo que cambia.
Cuanto antes nos demos cuenta de que la paz verdadera solo nace de nuestro ser
Antes dejaremos de lado la senda del sufrimiento y entraremos en la de la plenitud.
La guía para que esto ocurra sólo viene de nuestro yo superior. Que es lo que buscamos.
Dios, nuestro Espíritu y Él son lo mismo. Puertas de la única Libertad  y de la verdadera paz.

sábado, 1 de septiembre de 2018

No soy mi cuerpo. Nadie es su cuerpo.


A través de él me veo, como quien se ve a través de sus lentes,
Y su estructura, tan sólida, con rotundidad se me impone. Veo mi cuerpo, cierto,
Pero veo también todo cuanto me rodea. Y digo que es mío porque me acompaña,
Continuamente, en este tiempo. Si al nacer me hubieran puesto gafas pensaría lo mismo
Que también forman parte de mi cuerpo, como mi nariz o mis manos,
O un implante en mis dientes, ¿no es todo eso también “mi cuerpo”?
Todo el cuerpo es como un implante, un instrumento, complejo, pero instrumento.
Una maquinaria perfecta, una obra de ingeniería biológica, biotecnología de alto nivel.
Mi cuerpo es como un resonador, un captador, decodificador y transmisor de energías.
No es cualquier cosa mi cuerpo, a veces hasta se espiritualiza en estructuras sutiles:
Como los nadis y los chacras. Son los pasos y mecanismos intermedios para usarlo.
Yo soy espíritu, energía muy fina, útil para funcionar en otros mundos, pero no en este.
En este espacio tiempo perdí la capacidad de verme, me volví invisible para mí mismo,
Aunque mí conciencia siempre está presente. Veo lo que mis sentidos físicos reflejan.
Entonces, por mucho tiempo, creí ser ese cuerpo, de tan unido como a él estaba.

Pero no soy mi cuerpo, lo sé, pues experimentando mi cuerpo, que no lo  podría negar,
También es verdad y cierto, que yo me siento a mí mismo, de otro modo, no físico.
Mentalmente, se me podría argüir, no, pues más allá de mi mente es como sé que soy.
Tengo cuerpo y tengo mente, pero ninguno de los dos soy. Soy la conciencia de ser.
Soy conciencia viva anterior a todo ellos, lo único que no se mueve y perdura.
Veo, siento y experimento lo que le sucede a mi cuerpo-mente, pero nada de eso soy yo.
Me imagino sin este cuerpo, en mi conciencia de ser, y en otra dimensión existiendo,
Con otro cuerpo sutil, trasparente incluso, moviéndome, experimentando, creando.
No, no soy este cuerpo, este es sólo un instrumento, precioso, para realizar mi función.

Ensoñando el más allá. La llegada.


Alegría, gozo inmenso, indescriptible, amor a raudales, encuentros…
¡Es verdad, todo fue un cuento, un inmenso cuento que nos habíamos creído!
La muerte, qué truco, qué mentira, lo diré, lo contaré cuando de vuelta otra vez regrese.
Insistiré: por favor, dejad ese sueño tan inútil y aterrador; la muerte no existe,
Creímos en ella, porque ignorantemente pensábamos ser nuestro cuerpo. Locura.
Estoy ya en el otro lado, llegué, al fin. Reconocimientos, amadas y luminosas almas,
¡Es todo tan bello! Azules, dorados, cielos infinitos penetrándonos, y qué vivo es todo.
¡Vida viva! Ahora sé porque la de antes no lo era, tan rebajada, tan pobre de energía.
Desprovistos del cuerpo físico, ahora la realidad nos inunda sin filtros de ninguna clase.

Me rodean, me abrazan, esto es una fiesta de amor. El corazón es el que habla,
Todos nuestros corazones resuenan en el más puro sentir.
El lenguaje no es el de las palabras, tan primitivo, tan lento, tan pobre…
La comunicación es de ser a ser, tan total, tan completa e inmediata. Alegría con alegría,
Amor con amor, inteligencia con inteligencia. Eso lo es todo, lo dice todo.
Me siento ser como nunca antes me había sentido. Soy más yo que nunca,
Y, sin embargo, siento que soy en los otros y los otros en mí. Sé lo que es el Amor.
Estamos hechos de hebras de luz dorada, somos luz dorada viva y consciente.
Vivía antes en un cuarto oscuro y de repente ahora se cayeron las paredes,
En su lugar, ha aparecido una inmensidad de ríos, bosques, pájaros de colores,
Vida en su más puro, vibrante y real estado. Nuestro cerebro era un candado.
Las piedras hablan, y allá por donde piso un reguero de luz se expande. ¡Uau..!
Una mirada del más puro amor me llama, nos reconocemos, mi amor eterno, ¡eres tú!,
Revivida en tantas vidas, en tantos rostros escondida. Ahora nos vemos, al fin desnudos,
Dos seres entrelazados en una pequeña danza, la pureza del dios y de la diosa, fundidos.