Nos cuesta mucho adaptarnos a esta vida, en este
mundo.
Requiere una cantidad muy grande de esfuerzo,
inteligencia y condiciones adecuadas.
Pretendemos que nuestra existencia sea aceptable al menos, si no óptima.
Luchamos para que esto sea así. Unos lo consiguen y algunos
sufren demasiado.
Pero todo soñamos en
lograr alguna vez una vida ideal, ¿o tal vez la añoramos?
La añoramos, eso creo yo, eso siento. Añoramos lo
que ya hemos conocido-vivido.
Algo de lo que existiendo y siendo real ahora mismo,
no nos hemos separado del todo.
Es real el mundo del alma, más real que este que
hemos creado a partir de aquel.
El mundo del alma es el que más se acerca a la
esencia de lo que somos,
Este, siendo más denso y con muchos filtros mentales
resulta aún confuso.
La insatisfacción que se siente aquí es normal y
lógica,
Señala el sentimiento profundo que tenemos de la
separación del otro mundo.
Nuestros personajes e interpretaciones nos han
bloqueado la conciencia de ser.
Ahora hemos de rescatar de entre el barullo de las
erróneas ideas sobre nosotros
A nuestra identidad real. No somos tal o cual
persona o cuerpo, no, eso son máscaras.
Somos quienes los utilizamos, quienes quedamos
cuando todo eso desaparece.
Vivirlo es muy liberador, en realidad eso es la
verdadera libertad. Ser lo que somos.
Focos individuales de conciencia, voluntad, amor,
inteligencia y energía. Eso sí somos.
Con lo demás jugamos. A ser médicos, enfermos,
hombres, mujeres, ricos, pobres..
Nunca estamos solos. Infinidad de otros seres nos
acompañan, compañeros del alma.
Por muchos rasguños, problemas o puñaladas que suframos,
a nuestro ser nada le afecta.
Todos aparentemente morimos y siempre nos levantamos.
Y nuestra vida, la vida, sigue.
Empecemos, pues, a recordar en el tiovivo de las
existencias, todo lo que fuimos: todo.
Nuestra conciencia de ser siempre ha estado, está y
estará allí presente. ¡Qué descanso!