RETORNO
A LA FUENTE, TANTO A NIVEL INDIVIDUAL COMO COLECTIVO.
Uno
puede vivir la experiencia, en algún momento de su vida, de haberse perdido, y de
tener la sensación como de cierto extravío existencial. Incluso, también, más
allá de lo personal, y sin dejar de estar relacionado con ello, esto mismo
también se puede constatar en cierta manera a nivel social, y a escala global.
De ahí que, por ese motivo, es frecuente que andemos constantemente, a nivel
individual o colectivo, buscando fórmulas y soluciones que palíen semejante
desarreglo. Hay períodos, y este que nos ha tocado vivir es uno de ellos, en
los cuales esto se hace más evidente y hasta urgente, irreemplazable, una necesidad.
Cuando
esto sucede, se ve más importante que nunca el retorno a la Fuente, que es la
que sabe, para retomar de nuevo el hilo perdido, la dirección en que Ella se (o
nos) mueve y el salto evolutivo, si es así, que quiere dar. Porque estas cosas
no las podemos hacer como si fuésemos, ya que no lo somos, egos separados,
aislados o independientes de un Sentido (el de la Fuente) que nos envuelve,
dirige e integra, lo cual sucede cuando en tiempos de crisis, de cualquier
tipo, nos dejamos llevar por las emociones o los impulsos más irracionales y
primarios, o recurriendo a fórmulas que se atienen a modelos del pasado, más o menos
mecánicos, materialista o externos, y al margen de un sentido más hondo que es el que cabe descubrir y reconocer.
El
sentido de donde estamos, así como los próximos pasos sólo nos lo puede desvelar
la Fuente, el Origen, verdadero motor, y más que eso, Conciencia motivante e
intencional de nuestra historia, de toda historia. Esta Fuente no es otra que nuestro
ser, constituyente y núcleo esencial de nuestra alma, que en unión indisoluble
con ella (nuestra alma es la concreción formalmente particularizada de nuestro
ser) tiene la clave de nuestro ADN espiritual y por lo tanto de nuestro
desarrollo evolutivo, nuestro propósito y misión en la vida, así como de los
pasos que tenemos que dar.
A
nivel individual el regreso a la Fuente supone silenciar nuestra mente para
estar a la escucha y poder ser receptivos tanto a su voluntad como a los
movimientos que ponga en funcionamiento. La voz de la Fuente es la voz del
alma, que nada tiene que ver con las voces que provienen del ego
emocional-mental. El hombre y la mujer nuevos nacen siempre de la Fuente. El
ego separado representa lo viejo, lo caduco, lo por superar y trascender.
A
nivel global y colectivo, como humanidad, para dar paso a un nuevo salto
evolutivo, nos encontramos igualmente ante una oportunidad decisiva. Podemos escuchar
también y sentir la Voz de la Fuente, pero ahora la del Ser planetario, única
voz que nos podrá ayudar a otro nuevo nacimiento, ahora como Humanidad Nueva, no basada como en el pasado en las luchas de
unos egos grupales contra otros, sino con conciencia global de unidad, formada
por seres más despiertos, abiertos a la trascendencia, que son los que posibilitarán que la
unidad y la totalidad se experimenten armónica y eficazmente interrelacionadas,
al servicio de un Plan infinito de
creatividad también sin fin.
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