sábado, 29 de febrero de 2020

HOY PUEDE SER EL PRIMER DÍA DE NUESTRO NACIMIENTO.

     
      Ahora naces, estamos naciendo, por primera vez. Esta afirmación puede extrañarnos, pero es exactamente así lo que nos está  sucediendo. Realmente todo empieza ahora desde el ser, para el ser. Este instante, frente a miles de cantos de sirena que pretender decirnos lo contrario, es el principio de todo, también de nuestra existencia. Sólo este ahora es real. Es la mente separada de nuestro ser la que nos engaña. Pero somos muchísimo más que nuestra mente y sus pensamientos. Somos una infinita grandeza.

       Ahora, en este instante vibra nuestro  Ser en un Presente Eterno. Y en él nace nuestra  existencia: un palpitar de  Pura Vida, de Puro Gozo, de Puro Amor en ti y hacia el exterior de ti, con su intemporalidad,  su carácter siempre novedoso, y por eso con su infinita frescura hecha de infinitas posibilidades que sólo aguardan y están condicionadas (es por ello un error sentirnos víctimas) por nuestra intención, voluntad y acción, que sólo de nosotros dependen. Hoy, ciertamente, empieza el Nuevo día, nuestro Nuevo día. El Gran día. No lo dudes.

          Es la la mente la que puede hacer que dudemos de esto y de que se frustre esta posibilidad. Lo cual sucede, cuando en este Ahora nuestro, en vez de asumir la realidad divina de nuestro ser, que es ese puro potencial de amor, de creatividad, de inteligencia, de poder y, por lo tanto de infinitas posibilidades de riqueza y de bien siempre a nuestra disposición, nos dejamos llevar por los viejos y renqueantes pensamientos del pasado, atados a creencias como las de: eres poca cosa, no puedes, esto no da para más, la vida es un lugar de sufrimiento,  cada uno tiene lo que le ha tocado, lo que la suerte o la casualidad permite, lo que se merece, y cosas por el estilo.

          Frente a esto, lo verdadero, lo real, es que nuestro ser, ahora mismo, y aunque nuestros sentidos físicos no lo capten, está brillando con su pura e inmensa luz, radiante, dorada, palpitando con la fuerza y la energía de mil universos. Está pulsando y sugiriendo, sí, y sin parar, hacia este preciso instante eterno, en el corazón de nuestra alma, los más bellos mundos, las más inmensas realidades, y las más extraordinarias posibilidades que sólo nuestros anhelos y aspiraciones más elevados puedan imaginar, desear y soñar. ¿Por qué limitarnos si somos el infinito encarnado?

     En ese sentido, ahora mismo está a nuestro alcance elegir: o bien ser y estar entre los Alumbradores de ese modo nuevo de vernos y de sentir la realidad, o, por el contrario, mantenernos atados al pasado de  los egos desconectados de su ser, convertirnos en estatuas de sal, rígidas momias repitiendo los viejos pensamientos de resignación, precariedad y, finalmente, la muerte.

         Esta elección que en este instante, hoy, podemos hacer, de hecho nada ni nadie nos lo impide, es la que nos da la opción a Nacer De Verdad, Ahora, por Primera vez. Es lo que sucede cuando soltamos (morimos a) la identificación con el pequeñito yo, ya de sobra conocido, y somos capaces de  reconocernos (esto significa nacer) con el Yo Superior, la Presencia que sí somos: inmensamente poderosa, rica de amor y plenitud, de verdadera motivación y propósito, abierta a nuestros dones y sentido, y a las más bellas posibilidades que ya podremos experimentar, primero como nuestro sentir más hondo y después plasmado en nuestra existencia, vivir y toda nuestra manifestación. 

          Hoy puede, si tú lo decides, ser el primer día, siempre eterno, siempre el primero, de tu nacimiento.

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