sábado, 25 de enero de 2014

LAS ADICCIONES Y EL PODER INTERIOR



            Una adicción, cualquiera de ellas: al sexo, al poder, al alcohol, a las drogas, a la necesidad de reconocimiento y valoración exterior, al consumo, etc., lo que nos indica, en el fondo, es que existe una carencia personal (aquella que se refiere a la conexión con nuestro ser interior, desde donde nace el sentimiento de valía, satisfacción, ímpetu para realizar nuestros objetivos, alegría, felicidad y verdadero saber) que nos impulsa equivocadamente a buscar compensaciones en algo externo a nosotros, y que, además, va en contra de nuestro crecimiento, felicidad real y evolución. Por esa razón, las adicciones, además de traernos sufrimiento, lo que hacen es restarnos poder, convertirnos en títeres de lo que nos somos, y dejarnos en manos de aquellas cosas que momentáneamente nos ofrecen la ilusión pasajera de sentirnos bien, aún a costa de nuestra dignidad y la marginación de los verdaderos valores de nuestro ser.

            La dirección real de nuestra vida apunta a conseguir, cada vez más, libertad, independencia, autonomía, creatividad, gozo de ser y poder interior. Cualquier cosa a la que nos liguemos que no nos lleve hacia eso, la podemos considerar como una forma de adicción. Reconocer nuestras adicciones es el primer paso que tenemos que dar para liberarnos de ellas, detectar los vacíos y temores que nos llevaron a buscarlas es el segundo, y tener el empeño decidido y firme de recuperar el mando y el poder que sólo puede venir de dentro de nosotros mismos es la tercera condición. Sin estas cosas es imposible que maduremos y crezcamos, seremos siempre esclavos del exterior.

            El importante autor Gary Zucav, en su afamado libro “El lugar del alma” nos da su particular visión para eliminar una adicción: “Sé consciente de las consecuencias de las decisiones que tomas y elige de acuerdo con ello. Cuando sientas en tu propia carne la atracción adictiva del sexo, el alcohol, las drogas o de cualquier otra cosa, recuerda estas palabras: te encuentras situado entre los mundos dominados por el yo inferior y el yo pleno, total. Tu yo inferior es tentador y poderoso porque no es responsable, ni está lleno de amor, ni es disciplinado, y por ello llama tu atención. La otra parte de ti es total, más responsable, más reflexiva y más capacitada, pero exige de ti que sigas el camino del espíritu iluminado, es decir, que tengas una vida consciente. Una vida consciente. La otra posibilidad es el permiso inconsciente a actuar sin consciencia. Y esto es muy tentador.

            Ciertamente, tener una vida consciente va a ser lo que nos posibilitará de verdad que nos libremos de cualquier clase de adicción y, por lo tanto, de esclavitud física y psicológica. La conciencia de nuestro propio ser, es decir, de nuestra presencia, es lo que nos lleva de continuo a permanecer en el camino de nuestra evolución y de nuestro despertar, ya que en ella se halla la única raíz y, por lo tanto, la fuente de la cual se nutre nuestra felicidad. Vivir cada vez más en el momento presente es la clave para que esto ocurra, lo único que hará que el poder, la fuerza, la inteligencia, el amor y la luz que son los que hacen que no nos desviemos del Camino de nuestro ser, y que surgen de nuestro corazón, se impongan frente a cualquier otra cosa ilusoria, fútil, vana y, por lo tanto, perjudicial a la que tendríamos la tentación de atarnos.

            Practicar todos los días, sin descanso, la meditación, el centramiento, y la respiración conectada, son instrumentos que nos llevarán a que estos objetivos se consigan. La consecuencia será que viviremos con la atención despierta, eligiendo intencionadamente, con la conciencia presente y la felicidad vibrando en nuestros poros.

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