miércoles, 25 de octubre de 2017

Percibir la Transparencia del Ser y sus cualidades.


Por lo que estamos diciendo El Ser Uno tendría que ser algo que todos deberíamos de estar percibiendo continuamente, puesto que no hay otra cosa que Él. En cambio, lo que la mayoría creemos detectar normalmente no es precisamente eso sino las cosas, personas, bosques, ríos, y toda clase de circunstancias,  que son las que, llenas del contenido que les confiere el conocimiento que tenemos de ellos, de su utilidad, características, historia o significado para cada individuo nos impresionan de un modo o de otro, nos atraen, fascinan o, por el contrario, provocan indiferencia o incluso rechazo.
Cuando eso sucede  nuestra atención es absorbida por lo que las cosas son y representan para nuestros sentidos físicos así como para nuestros intereses personales, con lo que refuerzan nuestro ego y nuestra personalidad cuerpo-mente, mientras que se queda en un plano ignorado o desconocido lo que es precisamente la esencia y el fundamento de todo ello: el Ser o Presencia, la Realidad Una.
Ahora bien, el que no nos demos cuenta del Ser o Fondo real que hace que todo sea no quiere decir exactamente que no lo percibamos, al contrario, pues se puede estar percibiendo algo y no verlo, como es lo que les pasa, por ejemplo, a los peces en el mar, los cuales por estar absolutamente inmersos en el agua, rodeados de agua, empapados de agua y no viendo más que agua no se estarían dando cuenta de ella.
En nuestro caso: todo es el Ser, no hay más que Ser, estamos hechos de Ser y no nos podemos salir ni un instante del Ser, pero en cambio sólo vemos “cosas”. Qué curioso y qué extraño a la vez. Teilhard de Chardin lo expresaba muy bien: “La presencia divina se ha revelado no ya simplemente frente a nosotros, junto a nosotros. Ha brotado tan universalmente, nos hallamos de tal modo rodeados y traspasados por ella, que ni nos queda espacio en que caer de rodillas ni siquiera en el fondo de nosotros mismos”
Entonces, si todo es ser, o sea, presencia divina, ¿cómo es que no nos damos cuenta de ello?, o lo que es lo mismo, ¿de qué depende el que podamos percibir conscientemente esa Presencia? Soltar, desapegar, silenciar, estas son las claves. Me explico: Todo va a depender de la mente o de nuestro ego, porque cuanto más presentes estén ellos menos conciencia tendremos del Ser. O estamos “nosotros” o está él. El mecanismo consistiría, pues, en soltar y aflojar los pensamientos, cesar nuestras proyecciones sobre lo que vemos, silenciar la mente, sentirnos relajados y en paz, todo lo demás ocurre sin nuestra intervención: surge el brillo y la transparencia del ser.
Todo está donde estaba, aparentemente nada ha cambiado, aunque en realidad ya nada es igual, simplemente el presente es, y es en todo. Nos hemos colocado frente a la realidad más allá de cualquier interpretación, recuerdo, emoción o sentimiento que sus contenidos como son las cosas nos pudiesen provocar. Ahora sólo existe Realidad, Ser. Y cuando eso sucede y nuestro ver se ha instalado ahí, no importa el tiempo que dure esto, lo que aflora de y en  nosotros es alegría, amor, éxtasis, saber, presencia, vida en estado puro, que son las cualidades del ser.

Hablamos de trasparencia del ser conscientes de que esto es sólo una forma de decir algo, para mí dice mucho, pero tal vez otros recurran a otro tipo de comparaciones o de metáforas, eso es lo de menos. El brillo que adquiere la realidad que entonces se empapa de alegría -¡hasta las piedras la transpiran!-, es lo que nos hace decir lo que decimos y también ese silencio que parece cubrir como un manto de clara transparencia todas las cosas.

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