domingo, 7 de octubre de 2018

Despertad: todos somos inocentes


Dios es la Unidad, el Uno, fuera del cual nada es.
Y nuestro ser es su Hijo, como el maestro Jesús es su Hijo.
Ser Hijo de Dios no es exclusivo de nadie. Es condición natural de todo ser.
Nada hay fuera de Dios ni jamás nos separamos de su realidad.
Pero nuestra mente no es eso lo que nos ha hecho ver, al contrario,
A través de ella nos hemos imaginado fuera de Dios. ¡Pero eso es un sueño!,
Un sueño de la mente, tan irreal como los sueños mientras dormimos.
Por desgracia, ese sueño se interpretó mal y se nos habló de un pecado,
Y de que dios nos había expulsado de sí, o sea de su paraíso. ¡Mentira!.
Ese dios es un invento, y otro tanto es lo del pecado. El ser humano es inocente.
No existe un Dios separado y el Dios Todo Uno no expulsa a nadie de su seno.
Imposible. Es puro Amor. Si el Dios castigador no existe ni se dio el pecado ante él,
Ni contra él, ¿qué es lo que queda?: pura inocencia, en nuestro ser, en lo que somos.

Soltemos culpas y practiquemos el verdadero perdón, no el que parte del pecado
Sino el que lo niega y en su lugar proclama nuestra inocencia y la de nuestro hermano.
Soy Hijo de Dios como tú también lo eres. Este es el único camino de vuelta a Casa.
Todo lo que no sea esto alarga culpa, sufrimiento y nos mantiene en el falso sueño.
No tienes que hacer méritos, ni castigarte o hacer penitencia, el Cielo ya te pertenece,
Es tu herencia y siempre lo fue. Todo lo demás son cuentos que te retienen en el error,
El error de creer en que la separación alguna vez se dio. ¿Y cómo salir de ahí?
El Espíritu Santo, tu verdadero ser te guiará a tu despertar, pues es la parte de ti
Que jamás dejó de contemplar la Luz, el Amor y la Plenitud que eres. Ponlo en sus manos.
El nuevo día sin pecado, sin culpa y sin sufrimiento ya despunta, abre los ojos,
Y por fin verás que todo fue un sueño. Tú eres radiante e inmortal Hijo de Dios.

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