Dios es la Unidad, el Uno, fuera del cual nada es.
Y nuestro ser es su Hijo, como el maestro Jesús es
su Hijo.
Ser Hijo de Dios no es exclusivo de nadie. Es
condición natural de todo ser.
Nada hay fuera de Dios ni jamás nos separamos de su
realidad.
Pero nuestra mente no es eso lo que nos ha hecho ver,
al contrario,
A través de ella nos hemos imaginado fuera de Dios. ¡Pero
eso es un sueño!,
Un sueño de la mente, tan irreal como los sueños
mientras dormimos.
Por desgracia, ese sueño se interpretó mal y se nos
habló de un pecado,
Y de que dios nos había expulsado de sí, o sea de su
paraíso. ¡Mentira!.
Ese dios es un invento, y otro tanto es lo del
pecado. El ser humano es inocente.
No existe un Dios separado y el Dios Todo Uno no
expulsa a nadie de su seno.
Imposible. Es puro Amor. Si el Dios castigador no
existe ni se dio el pecado ante él,
Ni contra él, ¿qué es lo que queda?: pura inocencia,
en nuestro ser, en lo que somos.
Soltemos culpas y practiquemos el verdadero perdón,
no el que parte del pecado
Sino el que lo niega y en su lugar proclama nuestra
inocencia y la de nuestro hermano.
Soy Hijo de Dios como tú también lo eres. Este es el
único camino de vuelta a Casa.
Todo lo que no sea esto alarga culpa, sufrimiento y
nos mantiene en el falso sueño.
No tienes que hacer méritos, ni castigarte o hacer
penitencia, el Cielo ya te pertenece,
Es tu herencia y siempre lo fue. Todo lo demás son
cuentos que te retienen en el error,
El error de creer en que la separación alguna vez se
dio. ¿Y cómo salir de ahí?
El Espíritu Santo, tu verdadero ser te guiará a tu
despertar, pues es la parte de ti
Que jamás dejó de contemplar la Luz, el Amor y la
Plenitud que eres. Ponlo en sus manos.
El nuevo día sin pecado, sin culpa y sin sufrimiento
ya despunta, abre los ojos,
Y por fin verás que todo fue un sueño. Tú eres
radiante e inmortal Hijo de Dios.
No hay comentarios:
Publicar un comentario