Desde la perspectiva del ego y de la personalidad
externa crecer era morir,
Desde la óptica de la conciencia crecer es
encontrarse y, en definitiva, ser.
El ego temía perderse y diluirse en lo que creía que
era desaparecer,
Sentía, por eso mismo, terror ante palabras como
liberación o ausencia de yo.
De ahí la lucha, de ahí el sufrimiento y por eso el
largo camino de transformación.
Hasta que la luz de la conciencia se fue haciendo
evidente, primero como destello
Y como presencia sutil, tan envolvente y natural que
apenas si se percibía.
El mundo del ego y el de la conciencia, de tan
entremezclados se confundían,
Y así durante un tiempo, demasiado largo para la
desazón y necesidad del alma,
Necesidad que era demanda de Sí, del Sí mismo, de un
Centro Real en que sentirse ser.
En el Camino fueron tan necesarias las ayudas…el Amado
Maestro: Antonio Blay.
Y los imprescindibles apoyos, tantos, cuando la
duda, temor o cansancio arreciaban.
Todo, y cómo no, dificultades, noches de desvelo y problemas, han valido la pena.
Gracias, pranam,
y reconocimiento gozoso desde y en el alma es lo que sale y queda.
Se tiene la sensación de llegada, de entrañable y cálido
descanso en la “Playa” del ser,
Cuando adentrados en la conciencia transparente en
que te encuentras el ego se calla.
Ahora la ambivalencia ego-ser declinó ya en la luminosa
planicie de un suave despertar.
La identidad que desde el ego se temía ya ha tomado
natural posesión de Sí, lo sabes,
Eres la Conciencia, eres un centro poderoso y sólido
en donde el buscador se encuentra.
En adelante Ser, Camino y Existencia ya van juntos, inseparables,
son lo mismo,
Por eso adentrarte en ellos es adentrarte en Ti, en
lo que Eres, en un Camino Infinito.
Más gozo pues todavía ante tanta coherencia, encaje, y perfección.
Alegría profunda.
Quedó lejos la noche oscura del alma. La Conciencia,
y tú uno con ella, te acompaña.
Es La Vida irradiando por doquier, Vida que a vivificar,
crear y divinizar empuja.
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