En que lo habitual eran las anteojeras de la
ignorancia ligada al cuerpo-mente,
Y sus dos exclusivas miradas en las que nos quedamos atrapados, como petrificados,
La del ojo físico y la de la mente; por lo
general a través de ambas simultáneamente.
Miradas que crean junto con determinadas emociones y
sentimientos que afloran
Tu autoimagen, la forma de experimentarte, de verte de conocerte y vivirte.
En función de todo eso te sabías presente, estabas,
eras; en eso consistía tu presencia.
Afortunadamente, con el tiempo fuiste añadiendo nuevas
sensaciones y percepciones interiores
Que agudizaron tu intuición, también con comprensiones más sutiles y nuevas de ti,
Y descubriste otra realidad de mayor calado y
hondura, el nuevo campo de ser,
De modo que tuviste que abrir tu mente, tus
registros perceptuales y tu corazón
A la evidencia de una personalidad más íntima y
elevada que la anterior: la de tu alma.
Y comenzaste a familiarizarte con esa nueva identidad,
profunda, central, axial.
Dejaron de serlo todo tu cuerpo, tu mente, tus
sentimientos, tu pequeño yo.
Y te expandiste conciencialmente, viendo como tus límites
se abrían con tu alma;
Empezabas a salir de tu pequeño yo, de la cárcel del
ego y viste que respirabas mejor.
Una sonrisa pletórica, una alegría diferente, y un gozo
expansivo surgían
De una fuente autónoma, esencial, sin adherencias ni
dependencias de ninguna clase,
Con una vibración y energía nuevas, elevadas y poderosas
unidas a Lo Superior.
Después, todo se ha ido intensificando, sobre todo la
Presencia que es tu ser expandido,
Experimentando así el espacio de tu alma como
totalidad cálida y real yendo contigo.
Llámale si quieres Maestro, Yo superior. Realmente
eres tú mismo. Ahora tu Centro.
Compruebas también que eso, lo que eres y habías
olvidado no tiene fronteras,
Ni límites sino que te empuja a un vivir, crear y amar
que apunta al infinito.
Una nueva vida se abre en la que lo principal ya es
la entrega a Eso descendiendo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario