lunes, 21 de enero de 2019

Infinitas vidas y muertes vividas. Nuestro ser siempre presente.


Lo que somos ha vivificado infinitas existencias, con nuestro yo central presente.
Nunca hemos dejado de ser Eso, el ser que Somos. Y la conciencia inalterable.
Todo cuanto en nosotros acontece es pasajero; nuestro Yo-conciencia, permanente;
desde él, hemos sido testigos de innumerables encarnaciones e incontables personajes,
que nos han servido para experimentar desde el olvido de ser, y evolucionar desde ahí.
Sirviéndonos de nuestras existencias, regresamos, despertando, a nuestra totalidad;
perdiéndonos en ellas, buscando desde ellas, hasta reencontrarnos en lo que somos.
Evolucionamos como conciencia de ser, al tiempo que lo expresamos  creando.
Hemos muerto como personajes, multitud de veces: natural o accidentalmente,
trágica y también serenamente; ninguna clase de muerte nos es o ha sido ajena,
las hemos vivido todas. Pero de ellas no hay rasguño alguno en nuestro inafectable ser.
Hemos asistido a todas esas muertes, del mismo modo que a nuestras  encarnaciones;
en unas y en otras allí estábamos, siendo presencia y conciencia puras, testigos siempre.

El principal problema que hemos tenido y tenemos es el de la identificación
con las formas, momentos y circunstancias que encarnamos y por las que atravesamos;
porque ello aparta la atención de nuestro ser y nos confunde  con lo que no somos.
Mientras no hemos sabido esto nos ha guiado el instinto y la intuición larvada,
experimentando, probando,  a veces y en apariencia faltos de sentido, que buscamos.
Hasta que es llegado el momento de la vuelta a Casa, es decir, de reencontrarnos,
abrimos entonces los ojos del alma, y recobramos nuestro camino y destino.
Descubrimos un día que nunca salimos de nosotros mismos,
y que todos los instantes pasados como las vidas vividas son tan sólo un instante
en ese Presente eterno, en ese infinito Ahora, que es el del no-tiempo
en el que verdaderamente somos y existimos.
Es en ese preciso sentido, como se entiende que nunca nacemos y que jamás morimos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario