miércoles, 9 de enero de 2019

Del exilio, por fin, al despertar.


No hay peor exilio que sentirnos fuera de nuestro ser, eso es estar dormidos, no vivir,
ni hay peor carencia que la de experimentar la orfandad de lo que se es;
la peor soledad es la de quien se siente desconectado, no de los demás, sino de sí,
y el peor vacío es aquel que produce no vivirse ni sentirse como conciencia-ser.
Fatal pérdida la de quien se ve desprovisto de su verdadera Identidad,
y no existe indefensión mayor que la de verse arrastrado por lo que no se es.
Teme a la muerte quien aún no se ha reconocido en su ser, como lo que es,
ni ha nacido a la vida quien aún no se ha visto ni autoconcienciado como ser.
 Se vive si se vive con conciencia el amor, la inteligencia y el poder que se es.
Ausentes del Amor-plenitud que somos se experimenta exilio, carencia, soledad, vacío,
angustia, indefensión, y como consecuencia miedo, el peor de todos a la muerte.
Conciencia es lo que Soy, lo que es Dios en mi como Yo. Ese es mi- nuestro Hogar.
Despertar a lo que se es, eso sí que es Despertar.
Encontrar tu Hogar-Ser  al “otro lado” de todo lo que no es, eso es Despertar.

Qué alegría, qué plenitud y gozo se siente cuando la trasparencia de tus ser te ocupa,
y cuando ya sabes también el camino de vuelta a ese espacio de ser y existir.
Tu vida transformada, tu vida vivificada, tu vida iluminada, tu vida ya Vida,
eso sí es Despertar; y experimentarlo, dejando que ya eso sea tu vivir en ti, como tú,
sin necesidad de controlar nada, ni de llegar a ningún sitio, porque todo sucede solo.
Eso sí que es vivir y eso sí que es, también, vencer, trascender, eliminar la muerte.
Porque al despertar a lo que se es y a la conciencia de cómo tu ser se expresa,
Entonces te ves enteramente nuevo o, lo que es lo mismo, nacido de verdad, renacido.
Eso es ser un alma despierta, un ser en el mundo, para, con su presencia ilumina,
ayudar también al despertar de otros seres que anhelan y buscan su despertar.

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