jueves, 7 de marzo de 2019

El sentido de lo que vivimos a la luz de las decisiones que tomamos al nacer.


¿Por qué vivimos cada cual lo que vivimos y en nuestro particular camino?, ¿no es extraño el modo tan diverso en que se reparten los papeles del vivir? De entrada, y a juzgar por lo que se ve en ellos, diríase que el Universo, la Vida o, llamémosle si queremos, simplemente Dios, es como menos injusto, caprichoso para ser suaves, y en el peor de los casos, pues los hay extremadamente complejos y dolorosos, hasta perverso, o al menos así lo parece.
Observamos a unos, que se ven muy privilegiados, con vidas confortables a otros, o naturalmente llevaderas, lo que ya es mucho si se compara con quienes se encuentran en las antípodas de todos ellos. ¿Qué misterio esconde esta diversidad?, ¿es un asunto de méritos, de inteligencia quizás, esfuerzo, bondad, maldad, casualidad, o de suerte…,por qué?,¿existe acaso, una lógica que a nuestra razón se escapa y que por eso no la vemos, un sentido oculto?, ¿ y, si tenemos que concluir con que todo se basa en la pura fatalidad, alguna clase de determinismo o simplemente un extraño e indescriptible absurdo?
Si se mira con detalle y profundidad una vida veremos que no es tan difícil descubrir en ella un hilo digamos que coherente, en torno al cual se desenvuelven y extienden actos, circunstancias y personajes que la refuerzan: ¡hay un guión!, pero detrás, muy detrás de lo que se muestra. Y al contemplarlo, detenidamente encontramos una flecha con significado que nos muestra desde donde viene y hacia donde se dirige, es decir, se evidencia con relativa claridad cierto encaje de todo, dificultades, condiciones, padres y un largo etc.
Pero esto no se ve a simple vista ni con una mirada superficial; para verlo, es preciso mirar con minuciosidad y ganas de ver, de comprender, huyendo, cómo no, de los planteamientos mecanicistas que desde el mundo del ego tenemos y hacemos sobre cómo deben de ser y son las cosas, o que juzga a las personas según sus apariencias y papeles. También hay que soltar el impulso casi instintivo de quedarnos con la interpretación simple o exclusiva de que para todo lo que nos sucede hay unos culpables fuera de nosotros a los que responsabilizar. Lo cierto es, que el guión se escribió incluso mucho antes de nacer y nosotros lo “redactamos”.
No se puede negar la existencia de aquellos que interpretan los peores papeles que tanto daño producen, están ahí, se pueden muchas veces hasta señalar, pero eso no significa que nos tenemos que quedar con esa visión materialista  de la vida según la cual las condiciones externas que unos u otros imponen es la que da el sentido y la interpretación real de lo que experimentamos y vivimos. El ignorante o el materialista no ve que todos somos cómplices, partes entrelazadas de una misma función, y que esta va más allá de lo que en apariencia representa, pues, a través de ella, sirviéndose de ella, el alma, nuestra alma, todas las almas aquí encarnadas están creciendo y, más aún, evolucionando, despertando y realizando decisiones profundas muy grandes, como la de encontrarse con su verdadero ser verdadero, su Yo superior.
Desde esta perspectiva, digamos que espiritual, la escasez, la abundancia, las limitaciones, las facilidades, las ausencias o presencias, los problemas y sufrimientos, todo, recobra pleno sentido y significado, pues es lo que previamente e incardinándonos en este complejo “teatro” decidimos experimentar y vivir en la Tierra. Es, por lo tanto, nuestra alma la que así lo quiso y decidió, para experimentar, desarrollar, realizar, crear y aprender, también, desde luego, para ayudar a otros en la misma tarea.
Las razones profundas que responden, pues, a todas las preguntas que nos hacíamos al principio, las encontraremos sólo si se tiene en cuenta el propósito y recorrido vital de cada alma, no al margen. Lo que no significa que nos tengamos que cruzar de brazos resignándonos ante el sufrimiento humano y sus causas externas, ante las que habrá que hacer lo que cada cual considere más adecuado, eficaz y justo. Pero, obviamente, todo esto sólo se puede ver, encajar, entender, afrontar y solucionar de manera integral, que es la mejor forma de resolver las cosas, cuando esta vida, nuestras vidas, las terrestres, son contempladas e interpretadas no sólo con los datos y elementos circunstanciales que ella superficialmente nos da, sino con la perspectiva y el encuadre que la voluntad de nuestras almas, su camino, coherencia y propósito, desde la vida celeste, o sea, antes de nacer, bajo nuestra responsabilidad asumimos y tomamos un maravilloso día.

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