El nombre no
dice nada, llámese como se le llame lo que trate de nombrarlo sólo será una
palabra y las palabras muchas veces desorientan en vez de señalar, ni siquiera
un concepto sirve para definir a Dios. Nosotros aquí entendemos o más bien
intuimos como tal a Lo Real, Lo Que Es, y fuera de lo cual nada existe, pues
Eso, Dios, es Todo y todo en todo, de forma que cualquier cosa que se pueda
mostrar, concebir, representar, crear o pensar es un modo del ser de Dios.
No es algo que
esté ahí o allá, dentro o fuera, arriba o abajo, delante o detrás; al contrario,
pues todo: conceptos, objetos, circunstancias y cualquier clase de ser están en
Él, del mismo modo que todo surge de Él. Tampoco es masculino, ni femenino, ni
neutro sino el origen y la causa de cualquier estado, modo o realidad, sea esta
manifiesta o concebible.
Sin “Eso-El-Ella”,
es decir Dios, nada es. Es la
Presencia que brilla y late tanto en el vacío primigenio como
en los universos inmensos, en el pálpito de la energía que se condensa para
formar la primera partícula de materia y en la suma infinita de estrellas, en
la sonrisa de un niño y en el corazón de los incontables mundos. Conciencia,
Inteligencia, Amor y Poder sin límites son la materia prima original, el ser
divino, que en cada acto creador se expresan.
Si actúas es
Dios quien actúa, si descansas es Dios quien descansa en ti y a través de ti,
también si sueñas es Dios quien sueña, hagas lo que hagas y suceda lo que
suceda todo es Dios siendo en sus innumerables rostros, formas, estados y
acciones. Nada queda fuera de Él. Lo que llamamos bien, como lo que llamamos
mal son igualmente movimientos de Dios, juegos, gestos que en un punto que se
nos escapa confluyen y se integran en la eterna e indivisible Unidad que todo
lo contiene.
Él es lo más
tú de ti mismo. Por eso si te encuentras lo encuentras, y viceversa. Todo
cuanto puedas concebir, sentir y vivir de ti lo señala a Él, y muchísimo más,
infinitamente más. Es Persona si lo necesitas así e impersonal al mismo tiempo.
Con el corazón lo encuentras, con el sentir lo vives, pero la experiencia que
de Él se tiene es intransferible, íntima e incomunicable. Una brisa, un aroma,
un suave goce del alma, una cascada de luz sobre tus hombros, una alegría sin
objeto ni causa, un silencio más allá del silencio, lo más inmenso, el puro
poder, el mismo amor,…qué se yo, no hay palabras para comunicarlo…, si lo has
sentido sabrás de lo que hablamos, si no, no. No se puede señalar, ni mostrar y
menos demostrar…O lo ves o no lo ves.
Nada ni nadie
lo agota, lo retiene, lo contiene, ni lo representa…del todo. Es el que mira a
través de nosotros, el acto de mirar y lo mirado. Si contemplas el amanecer te
acaricia con su belleza y su luz, si contemplas de noche las estrellas del cielo
te hace sentir un pequeño estremecimiento que recorre tu columna, cae una hoja
de un árbol y te llega de Él su aroma; una nube, una gota de lluvia, el polvo
del camino, un niño, un anciano son Dios pasando. Donde menos te esperas lo
hallas, en lo insignificante y en lo inmenso. No hay zonas para Él de
privilegio, todo hasta lo más impensable son sus templos. Creyentes, ateos,
escépticos, agnósticos, espiritualistas, materialistas…, unos y otros representan
tan sólo esfuerzos de la mente por afirmarlo o negarlo, pero Lo Que Es, es más
que eso, aunque todos ellos también son su rostro.
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