jueves, 9 de marzo de 2017

CUANDO NUESTROS PERSONAJES NOS DOMINAN.

La identidad real de lo que somos sólo puede proceder de una fuente; nuestro propio ser esencial, que es el que alimenta y nutre de amor-felicidad, sabiduría-inteligencia y energía-poder a todo cuanto pensamos, sentimos y hacemos; y que es pura conciencia de la que todo eso emana. En la medida en que nuestra alma, que es el vehículo que él se crea para existir en la diversidad de mundos y planos, entre ellos este que ahora habitamos, asume todos esos valores que constituyen su núcleo y los va desarrollando, vamos experimentando poco a poco la plenitud, hasta alcanzar un día nuestra realización total en el despertar a nuestro ser esencial que es nuestra única y verdadera identidad. Este es el guión medular de nuestras existencias.
            Ahora bien, en el transcurso de esta aventura circunstancialmente vamos asumiendo determinadas formas que nos facilitan esta manifestación de lo que somos, se trata de ese medio instrumental, el de los diferentes personajes surgen fruto de la profesión o actividad que ejercemos: como carpinteros, albañiles, oficinistas, médicos, sacerdotes, maestros, abogados, militares, políticos, etc…Hasta ahí todo iría bien; estaríamos canalizando y desarrollando nuestro potencial y nuestros valores a la vez que nos reconoceríamos en ellos. Sintetizado podríamos decir: el ser que soy expresa todas sus cualidades de tal y tal modo concreto en figuras que son los personajes con lo que externamente se no localiza con el fin de funcionar mejor unos y otros.
            ¿Cuándo surge el problema? Cuando me voy olvidando y desconectando de mi ser esencial, cuando dejo de verme en las cualidades emanando del foco real que yo soy y, en su lugar me voy quedando con lo que los otros, -mis padres, maestros, etc..-, dicen de mi y me proyectan (eres bueno, malo, feo, guapo, tonto, inteligente, fuerte, débil, etc…) como si fuera lo que yo soy, de manera que, en base a todo eso, me construyo una idea acerca de lo que soy que proviene del exterior y no de esas cualidades que surgen del ser esencial que soy. La consecuencia de todo ello es fatal, ya que, a partir de entonces, en vez de limitarme a ser y gozar de lo que soy, me dedicaré a tratar de conseguir afecto y reconocimiento de los demás, a través de las acciones, hábitos y costumbres que más beneficios afectivos y de buen trato consiga de los demás. De ahí, la importancia que, a partir de entonces, tendrá mi apariencia externa y mi imagen con el fin de ser visto de una determinada manera y no como lo que de verdad soy.
            Así es como los personajes, que antes y en un principio habían servido sólo como medio instrumental y útil para funcionar, y por lo tanto no perjudiciales en sí mismos, acaban transformándose en elementos que sustituyen y focalizan mi identidad tanto para mí como para los demás. Ya no se tratará tanto de ser médico sino de adquirir importancia, valor y una determinada identidad por el hecho de ser médico, tal o cual profesión o lo que sea. Y esto mismo es lo que haremos con todo tipo de formas, imágenes y apariencias externas que utilicemos y en lugar de ser expresión de mi potencial y riqueza interior, que es lo que de  verdad cuenta e importa de mí, serán exhibidas, expuestas y presentadas como si fuesen lo que yo soy.
            Como consecuencia de esto, mis personajes (ir de bueno, de inteligente, de guapo, de importante, etc…, a través de tal o cual personaje o forma externa de manifestarme) habrán alcanzado tal grado de importancia para mí y mi felicidad que me habré convertido en esclavo de ellos, hasta tal punto querré ser, no lo que de vedad soy, sino ellos mismos. Pero no sólo eso, sino que me habré habituado también a ver y juzgar a los demás no por lo que son sino por sus apariencias y lo que esto representa en la escala de valoración social. Lo que esto nos dice es que, al final, si no somos muy consciente de cómo vamos por la vida, nuestros personajes, así como los de los demás terminan siendo los barrotes de una jaula virtual dentro de la cual habremos encerrado nuestras vidas y nuestros verdaderos seres. Ni nos reconoceremos a nosotros ni tampoco a los demás, sólo veremos de unos y otros nuestras propias caricaturas y señuelos. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario