martes, 28 de marzo de 2017

Vivir activamente lo que somos a través de todo nuestro potencial.

       
El ser humano es en esencia un ser creador, alguien cuyas capacidades infinitas potencialmente no tienen límites, porque es a través de él como la totalidad del ser busca evolutivamente expresarse. Aunque humanos en la forma, somos dioses en esencia, lo que hace de nosotros seres creadores de toda clase de realidades: artísticas, científicas, literarias, poéticas, físicas, técnicas, filosóficas…La posibilidad de expresar nuestra riqueza interior es insospechada y de ella, seguramente, apenas si hemos atisbado una mínima parte. Tal es la grandeza del impulso, la sabiduría, la fuerza, la voluntad y el amor que lentamente va emergiendo en cada uno hacia el exterior.
       En nuestra esencia está el carácter dinámico de nuestro ser en movimiento imparable y constante por materializar y desarrollar todo lo que somos. No cabe, pues, la plenitud ni la felicidad de quien se introvierte sobre sí mismo al margen de la totalidad en la cual se integra. Vivir sólo puede ser relacionarse, encontrarse en estructuras de yoes que se retroalimentan e interrelacionan, posibilitando así el movimiento de  cada uno el movimiento de los demás. La existencia es una danza que a todos nos implica y en donde el papel de uno hace posible el papel de los demás. Esta es la esencia de toda acción y esta es la esencia también de la creatividad a través de la cual el todo se nos muestra a las aparentes partes. Sin creación y acción hacia fuera jamás los seres humanos nos reconoceremos, todo quedará reducido a una pura fantasía. Dios sale de sí a través de la creación, de todas las creaciones  y de todos los seres sin los cuales Él/Élla se desconocería totalmente.      
         La energía/conciencia que somos tiende a desplegarse y a expresar lo que su ser esconde. Así se han creado los universos, las galaxias y los mundos, y toda clase de seres. Y este es el camino que el dios/diosa que cada uno somos está llamado a recorrer, un camino que nuestra limitada mente aún no es capaz de concebir y al que sólo los grandes visionarios se asoman.
        El ser humano que no expresa su riqueza interior a través de las innumerables formas que tiene a su alcance, según sus tendencias y preferencias de cada momento, no puede ser feliz, por la sencilla razón que se está negando a sí mismo. Ser, felicidad y acción en el fondo son equivalentes, aunque la acción sea contemplativa y pase por recodos primero de interioridad para verterse después en un segundo movimiento hacia el mundo y los demás en formas, estructuras y creaciones mil.
      Tenemos que vivir y sentir nuestro amor, nuestra energía y nuestro poder, nuestra sabiduría y nuestra inteligencia. Tenemos que experimentar la Vida plena en nosotros y también fluyendo de nosotros hacia el exterior, y mientras esto no lo hagamos nuestra felicidad siempre será parcial, limitada, reducida.

      Digamos, para concluir este apartado que la inhibición del propio potencial es una enfermedad de la que hay que salir porque el ser humano ha sido creado para gozar de ser, y eso lleva implícito la acción creadora, el amor creador, la inteligencia creadora. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario