Pero, curiosamente, no ocupamos ningún tiempo a lo que es
más importantes y fundamental en nosotros: nuestro Ser; como si este no tuviera
nada que ver con el modo de sentir y de vivir la vida, como si fuese sólo algo
vago y distante, una especie de nube de la que algunas veces se oye hablar,
inconcreto, vaporoso….tanto que hasta suena a irrealidad, el ser, nuestro ser.
¡Vaya cosa!
Pues se trata ni más ni menos que de lo más real y
estable en nosotros, el que es la fuente, el origen y el promotor de todo
cuanto estamos viviendo, el diseñador y foco central que ha hecho y hace posible
cada uno de los momentos, aventuras, proyectos y movimientos que luego en
nuestra vida encontramos y realizamos. Nuestro ser es el verdadero artífice de
eso que llamamos “nuestra vida”. Y el alma, nuestra alma, es el realizador, ya
que es a través de ella como toda la obra se va desenvolviendo.
Dicho lo cual, lo que ahora planteamos es que, siendo así
las cosas, qué extraño que volcados con el exterior de la acción, de los
pensamientos, miedos y emociones nos hayamos olvidado de la Fuente, del ser. ¡Qué
despiste tan grande el nuestro! Pero ahora, una vez nos damos cuenta de ello
podemos corregir nuestra desorientación y encontrarnos con nuestro ser, con la
base y fundamento de todo. Cuando esto se hace nuestra vida cambia, todo se
integra y la alegría de vivir nos embarga.
Podemos, pues, empezar ahora mismo, parar todo cuanto nos
distrae e ir al Fondo desde el cual todo surge y existe en nosotros: nuestro
cuerpo, nuestras emociones, nuestros sentimientos, nuestros pensamientos. Ese
Fondo nos envuelve, ese Fondo lo somos, es puro resplandor, pura conciencia,
puro gozo, lo único real que nunca cambia ni perece. Dedícale tiempo, es lo que
Eres. Si te mueves Él es la fuerza de tus movimientos, si entiendes Él es la sabiduría
que lo hace posible, si sonríes Él es el Océano de la Felicidad de donde todo
nace. Parado o en acción estate atento a ese fondo, a tu Ser, a lo más real de Ti
mismo.
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