Todos
queremos ser felices, pocos, en cambio, buscan la felicidad por ella misma. Por
lo general, se piensa que ser felices es el resultado de conseguir ciertas
cosas, de ciertos procesos fisiológicos o de determinadas circunstancias, pero todo
eso representa una visión errónea sobre lo que la felicidad es, como trataremos
de mostrar. La felicidad es un estado que se corresponde con un nivel de
realidad al cual se puede acceder a voluntad. Ese nivel de realidad se
encuentra más allá del mundo de los cinco sentidos, de la materia, de la
personalidad, de lo que la fisiología o el cerebro determinan y de cualquier
circunstancia.
Si entendemos que la Realidad es Una y
no-dual, que no tiene partes más que para nuestra mente, que el todo está en
las partes y viceversa, lo que diremos a continuación resulta más fácil de
entender y evidente. Si, además, comprendemos que esa realidad una, llamémosle
el Ser, Dios, la Conciencia, el Espíritu, o como prefiramos, lo es y contiene
todo, y que por lo tanto todas las cualidades no sólo las tiene sino que es lo
que ese Ser es, más fácil aún nos resultará discernir lo que vamos a señalar.
Dios, el Ser, la Conciencia es en sí
mismo pura existencia, pura sabiduría y pura energía, de donde deriva o emana
cualquier otra cualidad o manifestación del tipo y clase que sea. Dios es La
Felicidad misma, que es lo que representa la plenitud de ser. Y eso está en
todas partes, tiempo, lugar y circunstancia, dado que Lo Que Es lo es y ocupa
todo: y ese todo es el espacio o campo de Dios. Vivimos inmersos absolutamente
en el campo de Dios, en el espacio de Dios y fuera del cual no nos es posible
salir ni colocarnos, dicho de otra manera existimos en un Océano de Felicidad
divina, todo es bienaventuranza, energía y sabiduría disponibles siempre.
El problema es que nosotros que hemos
nacido de ese campo sin dejar de serlo y sin dejar de formar parte de él nos hemos
olvidado y desconectado de ese origen y hemos bajado de nivel, de modo que
nuestro sentir y nuestra mente lo extrañan y a veces hasta lo niega, a pesar de
la añoranza imprecisa que sentimos. Pero ese campo es real, y su sustancia es la sustancia del Ser del que ha
salido: amor-bienaventuranza-felicidad, sabiduría-inteligencia-discernimiento y
energía-fuerza-potencia. Son muchas las tradiciones que se refieren a ese campo
con distintos nombres y hasta científicos de vanguardia en la actualidad lo
señalan, como el especialista en psicofisiología del cerebro Jacobo Grinberg Zylberbaum o el físico cuántico Amit Goswami, además de
otros muchos.
Nosotros con muestra mente y nuestro
cerebro, dado que estamos en la tercera dimensión, la física y material, aunque
somos espíritus, almas en evolución, podemos conectarnos con ese campo y decodificar
su contenido. Esto por lo general lo hacemos de manera inconsciente, pero toda
la inteligencia y el saber, el amor y la felicidad, así como la energía en
todas sus formas que experimentamos y vivimos tienen allí su fuente. Si somos
conscientes de esta posibilidad lo podemos hacer y acrecentar a voluntad.
¿Cómo?: nosotros en esencia somos también ese campo, nuestro ser nunca dejó de
estar unido y formar parte de él. Tenemos, pues, las antenas disponibles, pero hace falta que las activemos. Se activan con la
aspiración, el anhelo y el amor que proceden del alma. Pero también se
inhiben con el rencor, la culpa, el miedo, la
frustración y los sentimientos negativos. La meditación es una medida utilísima que nos conecta con ese Fondo-Campo de felicidad.
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