domingo, 2 de abril de 2017

VIVIMOS INMERSOS EN UN ESPACIO DE FELICIDAD PERO FALTA QUE NOS CONECTEMOS A ÉL .

Todos queremos ser felices, pocos, en cambio, buscan la felicidad por ella misma. Por lo general, se piensa que ser felices es el resultado de conseguir ciertas cosas, de ciertos procesos fisiológicos o de determinadas circunstancias, pero todo eso representa una visión errónea sobre lo que la felicidad es, como trataremos de mostrar. La felicidad es un estado que se corresponde con un nivel de realidad al cual se puede acceder a voluntad. Ese nivel de realidad se encuentra más allá del mundo de los cinco sentidos, de la materia, de la personalidad, de lo que la fisiología o el cerebro determinan y de cualquier circunstancia.
        Si entendemos que la Realidad es Una y no-dual, que no tiene partes más que para nuestra mente, que el todo está en las partes y viceversa, lo que diremos a continuación resulta más fácil de entender y evidente. Si, además, comprendemos que esa realidad una, llamémosle el Ser, Dios, la Conciencia, el Espíritu, o como prefiramos, lo es y contiene todo, y que por lo tanto todas las cualidades no sólo las tiene sino que es lo que ese Ser es, más fácil aún nos resultará discernir lo que vamos a señalar.
       Dios, el Ser, la Conciencia es en sí mismo pura existencia, pura sabiduría y pura energía, de donde deriva o emana cualquier otra cualidad o manifestación del tipo y clase que sea. Dios es La Felicidad misma, que es lo que representa la plenitud de ser. Y eso está en todas partes, tiempo, lugar y circunstancia, dado que Lo Que Es lo es y ocupa todo: y ese todo es el espacio o campo de Dios. Vivimos inmersos absolutamente en el campo de Dios, en el espacio de Dios y fuera del cual no nos es posible salir ni colocarnos, dicho de otra manera existimos en un Océano de Felicidad divina, todo es bienaventuranza, energía y sabiduría disponibles siempre.
       El problema es que nosotros que hemos nacido de ese campo sin dejar de serlo y sin dejar de formar parte de él nos hemos olvidado y desconectado de ese origen y hemos bajado de nivel, de modo que nuestro sentir y nuestra mente lo extrañan y a veces hasta lo niega, a pesar de la añoranza imprecisa que sentimos. Pero ese campo es real, y su sustancia es la sustancia del Ser del que ha salido: amor-bienaventuranza-felicidad, sabiduría-inteligencia-discernimiento y energía-fuerza-potencia. Son muchas las tradiciones que se refieren a ese campo con distintos nombres y hasta científicos de vanguardia en la actualidad lo señalan, como el especialista en psicofisiología del cerebro Jacobo Grinberg Zylberbaum  o el físico cuántico Amit Goswami,  además de otros muchos.

      Nosotros con muestra mente y nuestro cerebro, dado que estamos en la tercera dimensión, la física y material, aunque somos espíritus, almas en evolución, podemos conectarnos con ese campo y decodificar su contenido. Esto por lo general lo hacemos de manera inconsciente, pero toda la inteligencia y el saber, el amor y la felicidad, así como la energía en todas sus formas que experimentamos y vivimos tienen allí su fuente. Si somos conscientes de esta posibilidad lo podemos hacer y acrecentar a voluntad. ¿Cómo?: nosotros en esencia somos también ese campo, nuestro ser nunca dejó de estar unido y formar parte de él. Tenemos, pues, las antenas disponibles, pero hace falta que las activemos. Se activan con la aspiración, el anhelo y el amor que proceden del alma. Pero también se inhiben con el rencor, la culpa, el miedo, la frustración y los sentimientos negativos. La meditación es una medida utilísima que nos conecta con ese Fondo-Campo de felicidad.

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