sábado, 17 de junio de 2017

DIOS, TU SER, TU VIDA, TU CORAZÓN

Vamos a tratar de analizar y comprender los ecos, sugerencias y profundidades que esta palabra, “Dios” nos trae, intentando ir cada vez más “alto” y más “lejos”, más allá del más allá de todo lo que encarcela, encorseta y oprime la expansión de nuestro amor, creatividad como seres vivos y de nuestra conciencia.
Lo vamos a hacer indagando con la ayuda de la mente, pero sobre todo con el corazón, con ese instrumento tan preciado que es la intuición, y desde luego con todo nuestro ser. No lo haremos desde la perspectiva de ninguna religión en particular, sino con la libertad y el saber que nace del mismo sentir, y conscientes de que aquello hacia lo que señalamos, -la inmensidad del Ser-, no sólo no es propiedad de nada ni de nadie sino que autónomo, omniabarcante e indomable fluye constantemente como manantial desbordante de puro vivir en cada ser único y particular, y en la Realidad Una en donde la Totalidad de Dios se reconoce.
Entraremos en el amplio marco de lo que consideramos el Fondo Sin Fondo de la Pura Existencia, -que eso es Dios-, justo allí donde nos encontramos sin restricciones ni máscaras, libres de nuestros personajes, sin mediadores ni intérpretes, y con la convicción añadida de que conocerlo es conocernos y viceversa. Por eso, Su Historia es la misma historia desplegándose sin fin de todo cuanto existe, donde mi vida, tu vida y todas las vidas son siempre  eso: interpretaciones del Dios-Actor que cada uno somos en el escenario de las infinitas existencias, donde unos y otros, cómplices en el mismo despertar, nos iremos reconociendo también como verdaderos Autores-dioses de las obras que representamos.
 Qué duda cabe de que para llegar a “Dios-en-mi”, que es el verdadero Yo Soy de cada ser, hay un trabajo previo que hacer, cual es el de desbrozar el camino, desmontando y derribando falsos dioses de cartón piedra, así como los fantasmas e ídolos interpuestos, que son los errores y mentiras que en su nombre se nos han colado desde el inicio de los tiempos. Para eso tenemos que recobrar nuestra mirada de niños, que es la mirada directa sobre lo que hay, sobre lo que somos, libre de la carga de tantos pensamientos que no sólo nos traen el recuerdo del miedo, la duda, la desconfianza sobre nuestro ser y, en definitiva, sufrimiento, sino que, además, velan y esconden la Realidad de Lo Que es.
En esta divina aventura, -que es vivir experimentando, aprendiendo y despertando-, contamos con una excelente noticia: la de que el camino hacia nuestra luminosa y radiante identidad existe, ya está abierto y disponible si lo queremos transitar, con la inmensa ventaja añadida de que no está ni lejos ni menos aún separado de nosotros, pues pasa justo por nuestro interior, por el centro mismo de nuestro corazón, donde el fuego de lo real vivifica, da sentido e ilumina a todo existir.
Y entonces, cuando nos ponemos en disposición activa de verdaderos caminantes conscientes sucede algo mágico y extraordinario: que nos convertimos en guerreros de la luz por cuanto que ya no aceptamos nunca más ser víctimas de ninguna persona o circunstancia externa, ni instrumentos al servicio de poderes que estén fuera de nosotros, vengan de donde vengan. Nos reconocemos como emperadores-diosas de nuestra vida.
Los guerreros de la luz, y esto son los que buscan a Dios en su corazón, se caracterizan por ser los responsables directos de todas sus decisiones y poseen la libertad que da el establecer a la propia conciencia como piedra de toque única de la rectitud, pertinencia y valor de su caminar. Soltamos culpas, soltamos rencores, soltamos pasado y asumimos el presente que nace en este ahora eterno como el espacio y lugar sagrado en el que constantemente experimentamos la Presencia-Una en la que nos sentimos ser. Cada acto que hacemos adquiere entonces una dimensión que nunca antes había tenido.
Dios es Luz, la sacaremos de nuestro interior, Dios es amor y felicidad, la viviremos porque es nuestro ser, Dios es poder, recobraremos todo el que hemos puesto en manos que no son las nuestras, Dios es sabiduría, reconoceremos la que en nosotros siempre está fluyendo y queriendo salir, Dios es fuerza y creatividad sin fin, permitiremos que ambas se expresen a través de nuestro vivir. Dios es Vida-Conciencia-Amor sin límites, esto es lo que somos, cualquier otra cosa es pura mentira.
Si alguien piensa que Dios es algo fuera de él jamás lo hallará y, peor aún, nunca lo vivirá ni lo experimentará, pero lo más grave: con ese pensar dará pábulo para que construcciones fabricadas por otros, de muchas clases de ídolos externos a nosotros, se arroguen y apropien la capacidad de condenarnos o salvarnos, de culpabilizarnos o perdonarnos, de dirigirnos y ocupar el verdadero centro de poder, de amor y de luz que es la esencia de nuestra identidad. Si es así nos estaremos alejando del Dios-en-mí como yo, que es la única realidad de mi “Yo Soy”.
El camino está abierto, y su límite es el infinito…..


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