El ego es una
construcción físico-mental
De la que nos
servimos para vivir de forma segura, adaptada y protegida
En un mundo que se
percibe como nada estable y, a veces, amenazante,
En donde los demás,
desde su óptica,
Suelen verse como
seres separados, distintos esencialmente de nosotros,
De los que
defendernos o con los que competir
Y, algunas veces,
incluso, con los que combatir.
Uno de los
inconvenientes que tiene el ego es que todos los elementos de que consta
Son caducos,
cambiantes, relativos, pasajeros y accidentales.
El ego en sí no es
malo, incluso es útil y necesario,
Siempre y cuando sea
un instrumento alineado con nuestro ser esencial,
Es decir, cuando esté
al servicio de nuestra expresión
Como seres creativos
que hacen de la vida un medio de expresión
De las infinitas
posibilidades artísticas, culturales, científicas, organizativas,
intelectuales, lúdicas, etc. que poseemos.
Lo malo del ego se da
cuando sus creaciones desvían nuestra atención
Del fondo que las
crea y convierte a nuestras manifestaciones egóticas en ídolos.
Entonces el ego nos
aparta de nuestro verdadero centro, de nuestro ser,
Y hace de las
creaciones materiales y formales, del tipo que sean,
El objeto absoluto en
sí de valor, interés y casi de adoración.
Son creaciones del
ego o de las que se sirve para autoalimentarse
O de las que
servirse, el poder, el dinero, la sexualidad, la fama,
Las posesiones, la
apariencia, los títulos, las organizaciones etc.,
Todas ellas se
convierten en espejismos cuando nos ocultan la mentira
Que encierran y se
convierten en cambio para nosotros
En la fuente única de
felicidad, plenitud, alegría, amor y seguridad que no son.
En tal caso y en ese
sentido decimos aquí
Que a los productos
del ego les hemos otorgado un poder que no tienen,
Un poder falso,
engañino, manipulador, egoista y mentiroso.
El ego así visto y
entendido se sustenta no sobre la verdad de lo que es
Sino sobre la
adulación, la apariencia, las expectativas que no puede satisfacer,
Y las ilusiones vanas.
La persona que no ha
visto ni sentido cual es la fuente de su poder,
Un poder que nace de
nuestro interior y que se conecta con la Fuente Original
De la que todo poder
es una emanación, se convierte así en un esclavo
De los falsos poderes
que las manifestaciones egóticas ofrecen.
El verdadero poder estriba
en la conexión que uno sabe que tiene
Y que somos capaces
de experimentar con la Fuente
de todo ser,
De donde procede la
energía, la fuerza, la felicidad, el amor, la inteligencia,
La sabiduría, la
inmortalidad y la plenitud que todos anhelamos y buscamos.
Cuando hemos visto el
sufrimiento que se experimenta y recoge
Por seguir a los
falsos poderes del ego al margen del ser
Y hemos vivido la
frustración y amargura que ello produce,
Tenemos entonces la
oportunidad de volver la mirada al real y verdadero poder,
El Poder que nace de la Fuente de la Realidad que no defrauda
Y de la que existe un
manantial vivo en cada individuo;
Es así como nos damos
cuenta de que hemos transferido y entregado un poder
A algo que es pura
apariencia, en lo que nos alienamos y donde nos perdemos.
Al descubrir esto queremos
retomar el poder que nos pertenece y entregamos,
Ese poder que
vendimos por el plato de lentejas de la inmediatez ciega
Que sólo buscaba
cubrir el fácil confort, la importancia personal
O determinados vacíos
expresión de carencias e insatisfacciones interiores.
Y comenzamos a partir
de ahí el camino a casa, el camino de la verdadera libertad,
Porque a partir de
entonces ya no deseamos ser más peleles o muñecos
En manos de nada ni
de nadie, y menos de ídolos de cartón piedra o barro.
Nosotros, fuente de
alegría, de paz y de felicidad, esto es lo que ahora reconocemos,
Porque ya hemos
descubierto que la Fuente
de todo Poder está en nuestro interior,
Una Fuente que a su
vez se nutre de la Fuente Una ,
Del Poder del Ser, de
Lo Que Es, La Realidad Suprema
o Divina, Dios.
Cuando se ha llegado
aquí nuestro ego queda integrado y al servicio de nuestro ser,
De nuestra
creatividad consciente. Lo dirigimos. Somos su señor, no sus esclavos.
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