viernes, 10 de agosto de 2012

Creo que darle al ego y sus expresiones un poder que no tiene es el origen de todo nuestro sufrimiento. Retomar el poder que le hemos entregado al ego es nuestra tarea esencial.


El ego es una construcción físico-mental
De la que nos servimos para vivir de forma segura, adaptada y protegida
En un mundo que se percibe como nada estable y, a veces, amenazante,
En donde los demás, desde su óptica,
Suelen verse como seres separados, distintos esencialmente de nosotros,
De los que defendernos o con los que competir
Y, algunas veces, incluso, con los que combatir.

Uno de los inconvenientes que tiene el ego es que todos los elementos de que consta
Son caducos, cambiantes, relativos, pasajeros y accidentales.

El ego en sí no es malo, incluso es útil y necesario,
Siempre y cuando sea un instrumento alineado con nuestro ser esencial,
Es decir, cuando esté al servicio de nuestra expresión
Como seres creativos que hacen de la vida un medio de expresión
De las infinitas posibilidades artísticas, culturales, científicas, organizativas, intelectuales, lúdicas, etc. que poseemos.

Lo malo del ego se da cuando sus creaciones desvían nuestra atención
Del fondo que las crea y convierte a nuestras manifestaciones egóticas en ídolos.
Entonces el ego nos aparta de nuestro verdadero centro, de nuestro ser,
Y hace de las creaciones materiales y formales, del tipo que sean,
El objeto absoluto en sí de valor, interés y casi de adoración.

Son creaciones del ego o de las que se sirve para autoalimentarse
O de las que servirse, el poder, el dinero, la sexualidad, la fama,
Las posesiones, la apariencia, los títulos, las organizaciones etc.,
Todas ellas se convierten en espejismos cuando nos ocultan la mentira
Que encierran y se convierten en cambio para nosotros
En la fuente única de felicidad, plenitud, alegría, amor y seguridad que no son.

En tal caso y en ese sentido decimos aquí
Que a los productos del ego les hemos otorgado un poder que no tienen,
Un poder falso, engañino, manipulador, egoista y mentiroso.
El ego así visto y entendido se sustenta no sobre la verdad de lo que es
Sino sobre la adulación, la apariencia, las expectativas que no puede satisfacer,
Y las ilusiones vanas.

La persona que no ha visto ni sentido cual es la fuente de su poder,
Un poder que nace de nuestro interior y que se conecta con la Fuente Original
De la que todo poder es una emanación, se convierte así en un esclavo
De los falsos poderes que las manifestaciones egóticas ofrecen.

El verdadero poder estriba en la conexión que uno sabe que tiene
Y que somos capaces de experimentar con la Fuente de todo ser,
De donde procede la energía, la fuerza, la felicidad, el amor, la inteligencia,
La sabiduría, la inmortalidad y la plenitud que todos anhelamos y buscamos.

Cuando hemos visto el sufrimiento que se experimenta y recoge
Por seguir a los falsos poderes del ego al margen del ser
Y hemos vivido la frustración y amargura que ello produce,
Tenemos entonces la oportunidad de volver la mirada al real y verdadero poder,
El Poder que nace de la Fuente de la Realidad que no defrauda
Y de la que existe un manantial vivo en cada individuo;
Es así como nos damos cuenta de que hemos transferido y entregado un poder
A algo que es pura apariencia, en lo que nos alienamos y donde nos perdemos.

Al descubrir esto queremos retomar el poder que nos pertenece y entregamos,
Ese poder que vendimos por el plato de lentejas de la inmediatez ciega
Que sólo buscaba cubrir el fácil confort, la importancia personal
O determinados vacíos expresión de carencias e insatisfacciones interiores.
Y comenzamos a partir de ahí el camino a casa, el camino de la verdadera libertad,
Porque a partir de entonces ya no deseamos ser más peleles o muñecos
En manos de nada ni de nadie, y menos de ídolos de cartón piedra o barro.

Nosotros, fuente de alegría, de paz y de felicidad, esto es lo que ahora reconocemos,
Porque ya hemos descubierto que la Fuente de todo Poder está en nuestro interior,
Una Fuente que a su vez se nutre de la Fuente Una,
Del Poder del Ser, de Lo Que Es, La Realidad Suprema o Divina, Dios.
Cuando se ha llegado aquí nuestro ego queda integrado y al servicio de nuestro ser,
De nuestra creatividad consciente. Lo dirigimos. Somos su señor, no sus esclavos.

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