lunes, 20 de agosto de 2012

EL EGO ES UN MEDIO Y UN INSTRUMENTO PRECIOSO, NECESARIO Y UTIL A NUESTRO SERVICIO. LOS PROBLEMAS VIENEN CUANDO LE DAMOS UN PAPEL Y UNA RELEVANCIA QUE NO TIENE.

Creo en la realidad funcional y positiva de mi ego, también en sus limitaciones, así como en la necesidad de trascenderlo integrándolo.

El ego forma parte de nuestro bagaje humano,
Es un instrumento y un medio necesario para que la conciencia
Y todo nuestro potencial se desarrollen y expresen
En y a través del mundo de la materia y de los cinco sentidos,
Y siempre que nuestro ser se sirva de las formas y de los nombres
Para comunicarse a través de una identidad externa,
Sea en un mundo físico o espiritual.

Nuestro ego es nuestro referente necesario para nosotros y ante los demás,
Es un constructo en torno al cual nuestra mente, nuestros sentimientos
Y también nuestro cuerpo se configuran formando una identidad concreta.
Todos nuestros pensamientos, nuestros recuerdos, nuestra memoria,
Lo que creemos de nosotros mismos o del exterior, también nuestra inteligencia,
Nuestro razonar, así como el modo de reaccionar y de sentir,
De crear y vivir forman nuestro ego.

Quien no tiene un ego claro, equilibrado, definido y armónico
Carece de una de las bases para el normal funcionamiento allí donde esté.
Sirve para situarnos y que los demás a su vez se sitúen ante nosotros.
El ego es una creación fundamental y necesaria de nuestro ser,
Un medio y un instrumento irremplazable a nuestro servicio.

Aquel que no tiene construido su ego es un pre-ego, alguien indefinido,
Una persona inmadura desde el punto de vista del desarrollo.
La persona pre-ego vive aún en una especie de nebulosa sin anclajes reales,
Es abstracto, nada o muy poco funcional, no sabe relacionarse, ni es práctico.
Hay pre-égos llenos de ingenuidad y real ignorancia, sencillamente inmaduros,
Estos por lo general son buena gente, no ven más, no han crecido.
Los peores son los que entornan los ojos, los “espirituales”
Aquellos que van de ignorantes o humildes sin creérselo en sus adentros.
Parece que quieren aprender y dicen que buscan un extraño “conocimiento”
Pero vomitan todo lo que les viene de fuera.
Se parecen más bien a los tibios del Evangelio, tan difíciles de que cambien.

Rechazan toda clase de compromisos, carecen de objetivos y de sentido,
Se mueve más bien entre vaguedades y sólo valoran lo “puro”,
Lo “no contaminado”.  Por eso practican una especie de angelismo inconsistente,
Y de espiritualidad pseudomística, sin núcleo, poco real.
Su amor es muy universal, aman a todos, dicen, o sea a casi nadie,
Por eso son tan críticos con cualquiera que se les pone por delante.

Algunos pre-ego de entre estos últimos buscan, dicen, fusionarse con el Todo
Lo que en su caso significa en realidad huir de todo,
De todo lo que sea vida, cuerpo, mente, integración, interrelación, responsabilidad
Y, en definitiva, de cuanto suponga trabajo, esfuerzo, lucha, constancia y transformación, tanto individual como social o colectiva.
Practican un buenismo adanista que no refleja lo que parece
Sino el autorrechazo inconsciente hacia la dimensión humana de sí,
De su cuerpo, de sus debilidades y limitaciones,
En el fondo carecen de un profundo amor hacia ellos mismos.

El pre-ego se mueve dentro de una sutil mentira sobre su identidad real
De la que ignoran u ocultan casi todo, también del mundo y de los demás.
Añoran el estado del Edén paradisíaco y de la vida prenatal oceánica,
Donde quisieran estar, bien recogiditos y protegidos
En el líquido amniótico del vientre materno, nutriéndose del amor sin exigencias,
Aquel que no les lleva a tener que dar ni aportar nada.

La gente pre-ego en el fondo no desea crecer, son eternos adolescentes.
Su punto más débil y del que huyen como quien ve al diablo
Es el de tener que enfrentarse con su propia “sombra”, o sea
Sus miedos, frustraciones, carencias, rabias, deseos reales, odios, resentimientos…,
Por eso se empeñan en mostrar sólo una cara de sí mismos, la “pura”,
Ignorando que así se apartan cada vez más de Lo Real que lo une y abraza todo.

Curiosamente la gente pre-ego rechaza ante los demás el ego
Del que hablan mal, hasta el punto que dicen que hay que “matar al ego”,
Un ego que ni siquiera o apenas conocen y del que lo ignoran todo,
Sobre todo su utilidad, sentido y papel en el desarrollo humano.

Como son incapaces de reconocer su propio poder interior
En ocasiones rechazan también todo poder y autoridad externa
En nombre de una libertad que nada tiene que ver con la libertad real
Porque lo único que reivindican es la de ellos mismos en el centro de toda acción.
Otros, en cambio, prefieren fusionarse con los más fuertes y autoritarios.
En ambos casos reflejan lo mismo, o sea, la ausencia de un centro y un ego adulto.

Muchos pre-egos vemos que lo son sólo de apariencia
Porque en el fondo tienen un ego gordísimo, infladísimo,
Pero al que no reconocen, ni ven, ni quieren ver pues resulta demasiado humano
Para ellos que se han de presentar como puros, limpios, santos, beatíficos…
Pero la realidad cotidiana más pronto o más tarde les va poniendo en su sitio,
Aunque no sea fácil, nada fácil, entre otras razones porque su orgullo se lo impide,
El orgullo que surge precisamente de su falta de identidad consciente,
Que es la raíz y el origen, la explicación de todo su problema,
Una identidad a la que más pronto o más tarde se tendrán que enfrentar.
Pueden muy bien ser kamikaces bajo el manto seráfico franciscano,
Aunque claro está, ellos, nunca lo reconocerían.


Por otra parte se halla el ego real, identificado y reconocido, el adulto
El que nos pone delante nuestros temores y deseos, también nuestras capacidades,
Todo el bagaje de positividades y negatividades que llevamos en nuestro haber.
Nos coloca ante nuestra humanidad plena, entera, no fraccionada, desnuda,
Lo blanco y lo negro, la luz y la sombra, lo agradable y lo desagradable,
Lo odiado y lo amado, lo demoníaco y lo unitivo, la inmanencia y la trascendencia,
El sufrimiento y la felicidad, la esperanza y la desesperación,
Lo considerado como puro y lo tenido por impuro,
Nuestra capacidad y nuestra impotencia.
Nada hay más sano que reconocer nuestra totalidad y andar con ella, abrazarla,
Sólo así podremos amar al mundo y a los demás de verdad
Y sólo así reconoceremos el gozo de la unidad en nuestro ser.

Aceptar, reconocer y amar nuestro ego con todas sus aristas, ángulos y recovecos
Es el principio de la salud mental, pero también del verdadero crecimiento.
Sólo quien conoce y ama su ego es capaz luego de trascenderlo sin negarlo ni matarlo, simplemente dejándolo en su sitio, en su función.

No se puede aceptar nuestro ego sin conocer, reconciliarnos y amar
Todo nuestro pasado, sin excluir nada.
El ego adulto ve en todo motivo y ocasión para aprender y crecer,
Hasta de lo más difícil y doloroso.
El ego adulto asume la responsabilidad de su vivir, no busca culpables fuera
Sino su capacidad de respuesta y de transformación desde dentro de sí.

Cuando se va viviendo la vida así nuestro saber crece,
Vamos adquiriendo maestría en nuestro existir,
Y poco a poco vamos reconociendo también los límites y escasa consistencia
De muchas cosas en las que nos apoyábamos antes;
Es así como vamos descubriendo también el papel real que nuestro ego tuvo
Y el papel equivocado que le otorgamos;
Nosotros viciamos al ego, lo distorsionamos y le dimos un papel que no era el suyo
Porque nos convencimos de que el ego era nuestro ser real,
El todo de nosotros mismos, la fuente y causa de nuestra felicidad,
De nuestro saber, de nuestro poder.
Hicimos de él un fin cuando su papel era y es el de medio.

Las luchas, las contradicciones y frustraciones, los sinsabores,
Tanta caducidad y la misma muerte como amenaza para todo lo transitorio
Empezó a mostrarnos la tremenda fragilidad de nuestros apoyos
Hechos de apariencia, fama, poder, formas, identidades que pasan, hábitos,
Señoríos, posesiones, referentes externos de todo tipo,…
Productos del ego al fin y al cabo.
Y empezamos a ver que el ego no estaba para darnos felicidad
Sino para que a través de él la expresáramos,
No estaba para darnos paz y plenitud
Sino para que con su servicio la compartiéramos.

Descubrimos al fin que nuestro ego no era nuestro ser
Ni nuestra identidad esencial, vimos sus pies de barro y su caducidad,
Comprendimos que haciendo de él un ídolo nos enterrábamos con él,
Y así nació el necesario desencanto, la desilusión,
La crisis de una vida vivida desde el ego y para el ego,
Una vivida que por vivirla así se encontraba de espaldas a nuestro origen,
A la fuente desde la que emanaba todo lo que con el ego plasmábamos.

Vivir, disfrutar, gozar, crear, construir, transformar, expandir, inventar…
Sí y mil veces sí, porque la Vida empuja y es en todo eso,
En un mundo del ego con su cuerpo, con su mente y con su energía,
Pero sabiendo que la Fuente es profunda y se halla en el ser,
En el corazón de nosotros mismos.

Intuyendo el Fondo, presintiendo el Manatial que se esconde detrás de todo eso.
Entonces es cuando ya  nos podemos abrir a la trascendencia, a Lo Superior
Que no es “otra cosa” contraria a la anterior, sino una dimensión  más profunda
Más sutil y abarcante, no caduca. Es la realidad del Trans-ego,
La realidad de lo transpersonal, del Espíritu, en cuyo seno se halla también el ego
Pero iluminado, transformado, centrado, unificado.

El ego maduro más pronto  o más tarde siente el impulso y la necesidad
De buscar, descubrir y sentir su Ser Real, aquel que sustentaba al ego
El Foco Central de nuestra Identidad, y no la identidad parcial y funcional
En la que tantas veces nos habíamos refugiado.

En este punto el ego de siempre acogido por nuestro Ser se pone a su servicio,
No lo matamos como algunos erróneamente dicen sino que lo acogemos;
Desde entonces ya contamos con un nuevo aliado, nuestro ego iluminado.
Y a partir de ahí la nueva vida, no de espaldas a la realidad
Sino creándola con todos los medios y posibilidades que nuestro ego da,
Pero con la inteligencia y la sabiduría,
El amor y el gozo, la energía y el poder que vienen de la Fuente,
La única protagonista, el verdadero hacedor, nuestra identidad de verdad.
 

3 comentarios:

  1. Cuanta saña! Eso también es propio de un ego maduro? Yo soy un pre ego, de los "peores", que describes muy bien (gracias, me ahorra trabajo). Entonces, supongo que cuentas con un ego iluminado? Si así fuera, que bueno, ojalá hubiera más como vos que nos hecharan una mano, baste con la buena actitud. Saludos.

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    1. Gracias por tu comentario, evidentemente que no tengo nada de iluminado, hago lo que puedo, como tu, y desde ahí todo. Un abrazo.

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  2. Gracias Julián, me aclaro cosas que yo iba intuyendo como pre-ego inmaduro que busca sinceramente madurar y realizar su bella misión aquí e la tierra 🌏

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