Ni mi razón ni mi
sentir pueden concebir que lo que existe
Es el resultado de
impulsos o movimientos ciegos y azarosos.
Mi mente se rompe y
mi corazón se deshace
Con el sólo intento
para llegar a ver de ese modo las cosas.
Demasiada vida
consciente con sentidos y sentimientos hondos,
Demasiada perfección,
armonía y orden,
Demasiados deseos,
intenciones e historias,
Demasiados ojos de
niños, de adultos, de ancianos o moribundos,
También de recién
nacidos
Transparentando belleza,
verdad, bondad, alegría, saber…,
Incluso temor, duda,
hasta ira…
Demasiadas luces,
demasiadas sombras
Como para reducirlo
todo a un chasquear de dedos sin base ni argumento,
Sin voluntad,
inteligencia y amor que lo sostengan.
Porque más allá de
los argumentos y de las discusiones,
Más allá de lo que
unos u otros científicos me dicen,
Más allá incluso de
elucubraciones y razonamientos filosóficos,
Pero también más allá
de lo que los mismos teólogos
Y los eruditos de las
distintas Escrituras aportan
Existen unas
“evidencias” interiores
Que cayendo rotundas,
como rocas de certeza inamovibles me muestran lo que es.
Y es que,
ciertamente, unos aducirán tal o cual interpretación
Que a mi entender las
hay y muy sustanciosas,
Fundadas en
inteligentes, y muy lúcidas aportaciones
Que te pondrán, sí,
ante la misma puerta del más Grande Principio Generador,
Y que casi te
permitirán como sentir y tocar con las manos del corazón
La proximidad de ese
Fondo Inicial que explica todo lo buscado;
Otros, en cambio, atrapados,
o no, en rancios y ancestrales prejuicios materialistas
Proseguirán con su
visión chata, racionalista y triste de la realidad
Sin el pálpito
cómplice de la
Consciencia Intencional.
Ante todo esto, uno
tomará de aquí y de allá, informaciones y datos,
Que le llegarán y
ante los que experimentará el resonar de su sentir interno,
Ese que te señala
certeramente, sin dudar, directamente lo que es y lo que no es.
Y al notar ese sentir
verá surgir desde dentro de él
Saberes,
conocimientos y respuestas evidentes, claras, “naturales”, simples,
Con la simplicidad,
la sencillez y la belleza con que la verdad se muestra.
Y es a partir de ahí
desde donde uno puede hablar y decir lo que dice,
Que es algo así como
que:
El universo, todos
los universos, están en ti y en mi, no somos diferentes de él,
Tampoco ninguna clase
de Realidad,
Porque tú y yo,
todos, todo, somos parte
Y a su vez
manifestación de la Realidad Una
existiendo
A veces tomando una
forma y otras otra en una danza sin fin.
Nosotros somos la
realidad que se muestra con infinitos rostros, eternamente.
Consciencia total y
absoluta, Energía viva y rotunda, tremenda,
Poder insultante y
arrollador que todo lo arrasa, construye y destruye,
Ser, Vida plena llena
de la totalidad que nunca dejó de ser,
Fondo, Fuente preñada
de todo lo que es, lo que fue y lo que será
Dando a Luz desde su
abundancia desbordante
Estremecimientos de
realidad, amaneceres de existencias,
Primeros rayos de la
luz que ningún ojo humano puede captar,
Elementos primarios,
expresiones ínfimas de lo que será,
Bigs-bangs aquí y
allá, materias, universos, vidas,
Masas de energía y
fuego primordial, Materia, materia divina,
Vida, silencio,
silencio absoluto ante lo que nos sobrepasa,
Expansión…, mejor
callar.
Todo tan perfecto,
tan inteligente, con tanta coherencia, cohesión y simetrías,
Orden, belleza
suprema,… ¿acaso alguien puede cuestionar esto?
Podríamos manejar
números, cifras, estadísticas, las hay ¿y qué?,
Después de todo esto
unos verán y otro no. Se puede ver hasta su no ver.
¿Azar?, ¡qué azar tan
poco azaroso! o ¡qué azar tan perfecto!,
Porque llegados a
este punto qué bello es el azar y qué inmenso…y divino.
Bien, llamémosle como
queramos, incluso necesidad,
Monod dixit, ¿y qué?
Muchos se cogen a eso para dejarlo todo
“tamquam tábula rasa”, o sea, sin Fondo que es como decir sin
Consciencia.
¡Cuánto empeño!, ¿por
qué?,
¡Si con eso no
disminuimos sino que nos completamos!
Pero, argüimos: Necesidad
para quien sabe es otro de los nombre de la Verdad ,
Pero no entraremos
ahora a filosofar, el corazón ahora no quiere,
Sólo quiere gritar su
íntima certeza igual como el agua que desborda los pantanos.
Si esto es por
necesidad, volvemos a exclamar, ¡qué necesidad tan hermosa!,
De tan maravillosa
que es resulta incluso inteligente, e intencional y sabia.
¿Miedo?, ¿acaso
alguien tiene miedo a reconocer la Inmensidad Consciente ?,
¿Nos apabulla, da
vértigo reconocernos y sentirnos en ella?,
Algún día tendrá que
ser así y entonces sonarán campanas de gloria
En los corazones más
reacios, escrupulosos y precavidos,
Entonces hasta los
universos más lejanos los sentiremos cercanos
Porque veremos latir
sus átomos y los nuestros juntos, no diferenciados.
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