sábado, 8 de febrero de 2020

Espiritualidad secuestrada

No hay peor ladrón que quien se disfraza de víctima robada, y peor aún si con esta pamplina se erige en azote, perseguidor y moralizador de sus, por él, desvalijados. Ladrón es quien cree ser poseedor y dueño, porque así se ha autoproclamado, de algo que no es suyo. Y digo esto, porque con la espiritualidad ha sucedido algo parecido. ¿Quien puede apropiarse del Uno?, ¿quien puede representar, maniatar o proclamarse la voz del Espíritu fuera de lo cual nada es?.
Todo son "pliegues", "olas", "gestos", "ventanas", a través de los cuales el Espíritu "espiritea". No otra cosa es la existencia y no algo distinto de eso es el vivir de la Vida en nosotros y a través de nosotros. Cambian las sinfonías, las melodías, los tonos, los compases y, en definitiva, los argumentos con que se expresa. Pero todo y todos son la única Voz pluriformada, diversificada, creativa y "noveladamente" expresada.
Papas y antipapas, "espirituales" y lo contrario, dignidades y sombras, lo alto y lo bajo..., no importa hacia donde miremos...todo, todo, es lo mismo: el Espíritu siendo. Cuanto antes nos demos cuenta de ello mucho mejor. Entonces, sabremos que el único fundamento real de toda existencia es el puro, inteligente y divino divertimento. Hacia donde dirijamos la mirada: el Espíritu, sí el Espíritu, ahí, y ahí, y allí, y allá, dentro, fuera, arriba abajo.
Ha llegado ya el momento de empezar a jugar, pero ahora de forma consciente y a sabiendas de que todo es el Juego del Uno, del Espíritu en y a través de cada uno siendo, existiendo, amado o aparentemente odiando, riendo o aparentemente llorando, despierto o aparentemente durmiendo.
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