domingo, 16 de febrero de 2020

LA FELICIDAD ES NUESTRO ESTADO NATURAL DE SER.

        La felicidad es el estado natural de nuestro ser, también la paz interior o el sentimiento de amor. Es nuestro estado natural porque es lo que somos. Entonces, si es así, ¿por qué nos vivimos a veces como lo contrario, desdichados, tristes?, ¿cómo es posible esto?; ¿acaso. dejamos entonces de ser lo que somos?. En absoluto. Alguien puede tener muchísimo dinero y, en cambio, creerse pobre; alguien puede ser muy alto y, en cambio, no verse nunca suficientemente alto, y lo mismo sucede con el poder y con muchas cosas más.
      
      Esto lo que nos dice es que una cosa es ser y otra muy distinta son los pensamientos que tenemos o nuestras creencias, que caminan por su cuenta. Y, como se ve y comprobamos, muchas veces, sin dejar de ser lo que somos, esto es felicidad, plenitud y paz interior, nos podemos subir al carro de nuestros pensamientos y seguirlos según lo que ellos nos señalen. Es lo mismo que les sucede a los actores, que sin dejar de ser ellos pueden adoptar papeles los cuales nada tienen que ver con lo que ellos realmente son, aunque, ciertamente, puedan llegar en muchos momentos a confundirse con lo interpretado. De tal modo, que en su vida real pueden ser personas muy dichosas, pero, en cambio, en el escenario, como personaje, comportarse y llegarse a sentir como los más viles, desgraciados o infortunados del mundo. Así nos sucede también a nosotros en nuestra existencia.
     
     Por eso, una de las tareas más importantes que tenemos que hacer, es la de pararnos y recordar,
cada vez que nos sintamos infelices, deprimidos o desgraciados, lo que sí somos, (felicidad, amor, gozo, inteligencia, poder...), para lo que hemos de soltar y separarnos de nuestros pensamientos, a veces muy arraigados, ligados, asociados, a tal o cual papel y personaje que hayamos interpretado o que aún estemos viviendo pero que no somos.
       
      El otro error, tan común como el anterior, que nos aleja de nuestro estado natural de ser, es creer que la felicidad, la alegría, la paz interior y, en definitiva, la experiencia de plenitud, sentirnos llenos, depende de cosas, personas o circunstancias. También la experiencia nos demuestra que esto no es así. Todas las cosas, personas y circunstancias son relativas, varían y nunca son todo lo que necesitamos, ni tampoco lo son todo. En cambio, regresar a nuestro ser, vivir como él y desde él, desligados de tal o cual pensamiento o creencia que nos confunde o perturba, eso sí que nos coloca en nuestro estado natural: el de la verdadera felicidad.

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