lunes, 24 de febrero de 2020

Este Instante, este Ahora Infinito de Conciencia en el que todo acontece.

       Ahora, este momento, este instante siempre es el fin y el objetivo hacia el que nos hemos dirigido desde toda la eternidad. Pues es imposible situarnos fuera o al margen de ese Ahora adecuado y perfecto en el que El Uno se expresa. De hecho, es lo único que existe, pues sólo este Ahora es lo real. Vivimos, somos en ese Ahora Eterno que acoge a todo movimiento, a todo acontecer, no importa lo que en él ocurra: sea cual sea su nombre, forma, color o modo a través  de los cuales se nos hace presente y consciente, agradable o no, esperado o inesperado, porque todo surge Ahí, en la vastedad de ese Infinito, que es Lo Sin Nombre, Lo Que Es.

      Pero estamos tan cogidos y absorbidos por las apariencias de lo que experimentamos que no nos llegamos a dar cuenta de ese Espacio de Conciencia y Amor, es decir, de la vastedad de este Instante, de este Ahora intemporal en el que y desde el que todo brota y emerge, incluidos el tiempo, y el espacio, y, por supuesto, todos los universos, todos los seres, todas las historias, y en ellas, cada existencia con nuestras pequeñas, divertidas unas veces, placenteras otras y en ocasiones dramáticas experiencias.

     Todo eso está sucediendo dentro del cuenco sin límites de Pura Vida, de Puro Gozo que forman las infinitas manos del Todo Uno que a todo lo sostiene, lo hace ser y acoge. Manos, Cuenco, Espacio, Conciencia, Vastedad infinita de Amor, Eterno Ahora en el que nuestro ser descansa, se hace Uno con Lo Divino y se encuentra, más allá de todo lo cambiante y perecedero, de todo lo que muestra la inconmensurable grandeza del Ser Uno expresándose.

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