viernes, 13 de abril de 2012

EL CAMINO Y MI BÚSQUEDA. RELIGIÓN, ESPIRITUALIDAD, GUÍAS Y MAESTROS.



1.- la necesidad de buscar y de encontrar el propio Camino. El verdadero Maestro. Atentos ante quienes se presentan como maestros.


No es fácil el camino que cada uno ha de recorrer hasta encontrar su propia plenitud y la razón de su existir, su ser, y, en ocasiones, ni siquiera claro. A veces surgen las dudas, algunas profundas, andamos, nos paramos, hay también aparentes extravíos y grandes distracciones hasta que uno ve un trayecto claro por donde ir o una gran “autopista”. Todo esto forma parte de la aventura de la conciencia dentro de la cual crecemos; se trata por ello de una exploración con sentido.

Somos auténticos expedicionarios tras “la Polar” (la Luz del Ser) que es lo que de verdad nos importa localizar y alcanzar. Buscamos un camino que nos conduzca al centro de la felicidad y que a la vez nos libere de la esclavitud que conllevan la enfermedad, la vejez, la soledad, toda clase de sufrimiento y, por supuesto, la muerte. Decía el famoso navegante Cristobal Colón, refiriéndose a sus expediciones tras nuevos mundos que si no existiese el camino lo tendríamos que crear. Pero tenemos la fortuna de que el camino existe y existe para ser encontrado y vivido, aunque tengamos que buscar mucho, no importa, porque también la búsqueda forma parte o es el mismo camino. Es más, todo nos lleva a pensar que en realidad existir es buscar y buscar es crear; esta es la esencia de la vida, en la que nos hallamos.

El camino de la autorrealización, encontrar lo que somos y vivirlo, es muy particular y real, no es como los demás caminos, ni  hay que ir a buscarlo muy lejos, pues como decía Krishnamurti: “el camino está en ti mismo, a través de tu propio corazón”. Esta es la llave de todo el desarrollo que nos permitirá alcanzar el propósito de nuestra existencia. Todo está en nosotros, entre otras cosas porque somos un foco por donde se manifiesta íntegramente el Todo. Somos las manos, la boca, los pies, la conciencia, los ojos, el cuerpo y la mente de Lo Real, somos el modo en que “Ello” es a través de nosotros, de cada punto de luz en el que la existencia se manifiesta. Dios es porque nosotros somos, y viceversa, nosotros somos porque Él es. No existe separación ni distancia posible entre “ambas” realidades, son, somos la única realidad. Si buscamos a Dios lo hallaremos en nosotros, y si es la Verdad, la Felicidad o el auténtico poder lo que queremos alcanzar también. Lo único que se nos exige es la sinceridad, la constancia y la autenticidad en la búsqueda. “Parece ser que mantenerse sincero con uno mismo es la única forma de avanzar espiritualmente” apunta Juan Manzanera, maestro de meditación y en otro tiempo monje budista.

Formas, escuelas, tradiciones, maestros, guías y modelos, incluso religiones, por los que transitar el camino hay muchos, aunque en esencia y como ya hemos dicho deben pasar si han de llevarnos a buen puerto por el mismo eje, el de nuestro corazón; algunos se pierden más tiempo en los arrabales de las cosas y se distraen más, otros apuntan desde el principio al corazón de Lo Que Es. De todos modos es sano y esclarecedor recordarnos lo que el poeta León Felipe decía a este respecto:

                       
“Nadie fue ayer
                         Ni va hoy
                         Ni irá mañana
                         Hacia Dios
                         Por este mismo camino
                         Que voy yo.
                         Para cada ser humano (“hombre” dice él)
                         Guarda un rayo nuevo de luz
                         El sol
                         Y un camino virgen
                         Dios”

Nuestro corazón, junto con nuestra mente, nos llevará a cada cual por nuestro mejor y más genuino camino, el que sea que tengamos que tomar, y si de verdad este se fundamenta en la sinceridad más pronto o más tarde nos conducirá a la Luz. Pero también es verdad que mientras cada uno de nosotros no ha contactado de algún modo con su Intuición, ese Fondo, el Maestro o Vocecita Interior que todos tenemos dentro, que después vemos reflejados y se amplifica en el Maestro exterior, andaremos de un lugar a otro, un tanto extraviados o despistados al acecho de quien nos ilumine el camino y señale la dirección. Si esto se hace bien, al final ha de desembocar en el despertar de la Presencia y del Ser que Yo Soy, en la vivencia de Dios En Mi, en la experiencia de la Plenitud de Ser, y no en ninguna clase de cuelgue inmaduro, dependencia esclavizante, seguimiento ciego o proyección externa mal focalizada hacia algo o de lo que nunca hemos dejado de ser.

 Hemos de ser muy sinceros, inteligentes y críticos a la hora de seguir a alguien. Porque junto a las más grandes luminarias, los más elevados sabios y los seres que son la pura manifestación y vivencia de la genuina Verdad existe la “chatarra espiritual”. Nuestra conciencia alerta es la que aquilatará y nos posicionará ante tantos mensajes y ofertas que nos llegan del exterior, ninguna válida si al final no nos lleva más y más hasta el centro de nosotros mismos, a la radicalidad de nuestro ser. También es cierto que hay muchas personas que huyen, rechazan o pretenden desprestigiar a los verdaderos Maestros, porque temen, aunque no se acaben de dar cuenta o no lo quieran confesar, que de verdad los saque de su pequeño egoísmo y de la mentira en los que viven instalados, aunque todos, sin excepción, más pronto o más tarde deberemos abrirnos a nuestro verdadero Ser.

Maestros de verdad no hay muchos, gente que sabe o dice conocer cosas abundan más. Un Maestro, así, con mayúscula, es aquel que vive instalado en la verdadera Luz, en la pura Conciencia. “Mi Padre y yo somos uno”, decía Jesús. El Maestro es Uno con aquello que enseña. En él, Identidad propia, Camino, Verdad y Vida son lo mismo. Es real también que las personas y las circunstancias en muchas ocasiones son nuestros maestros, aunque ya estamos hablando de otro nivel diferente de maestría. Profesores espirituales, instructores, testigos del Espíritu, guías que han avanzado un trecho más en el Camino o que han concienciado y profundizado en su ser espiritual también los hay. Unos y otros nos pueden ayudar a ir hacia nuestra Fuente. Pero, en cualquier caso, uno debería aprender a distinguir, con su mente y su corazón, ante quien está.

Como dice Arnaud Desjardins:

“Más vale ser un verdadero discípulo que un maestro insuficientemente preparado. Más vale ser un verdadero discípulo, cuyos lazos y cuya relación con su propio maestro son muy profundos, que alguien que proclama ser un maestro por derecho propio, sin haber llegado al final del camino. Un maestro es un servidor: un servidor de su propio maestro, un servidor de la enseñanza y del Dharma”.

En realidad, todos somos discípulos de Lo Divino, y la inmensa mayoría unos de otros, de cada circunstancia y en especial de aquella que nos produce más dolor y que nos causa sufrimiento, ya que es la que nos permite crecer y avanzar más.

En el camino espiritual, distinguir las trampas y mentiras de nuestro ego es fundamental, una muy sibilina y enrevesada es aquella que nos hace creer que somos seres muy espirituales, especiales o diferentes por eso respecto de los demás; llegar a creerse superior o incluso maestro “sin haber llegado al final del camino” es uno de los peores engaños en los que alguien puede caer. Si es así, el falso maestro se alimenta no de la Fuente, no de Lo Divino, sino de las proyecciones que recibe de sus discípulos.

Yo creo, que lo mejor para no caer en semejante autoengaño es la de mantener constantemente una actitud de discípulo y de verdadero servicio, tal y como Joan Halifax cuenta:

“Voy al zendo varias veces al día, me siento en sesshin y todo eso, pero en realidad donde verdaderamente aprendo es yendo allí donde el sufrimiento es profundo, y no sintiéndome separada de quienes están sufriendo. Y si me considero separada, lo que sucede con frecuencia, mi práctica consiste en ser consciente de ello y ver por qué hay miedo ante esa situación” (Esta cita como la anterior de Arnaud Desjardins están sacadas del libro de Mariana Caplan “A mitad de camino”, edit. Kairós)


2.-importancia y función de las religiones

Las religiones han cumplido y cumplen, a pesar de sus errores, derivados de la dimensión humana de quienes las dirigen y también de sus seguidores, una función que yo entiendo necesaria, como lo es la de acercar en un lenguaje, formas, ritos y símbolos inteligibles para los grupos humanos de un tiempo, tradición y sensibilidades concretas el camino de comunicación con la trascendencia. Esto ha sido su esencia y lo que las justifica, también lo que las une. Detrás de ellas y como fundamento se hallan sus referentes, sus fundadores o inspiradores, seres que experimentaron Lo Divino, seres unidos en conciencia y en todo su ser al Divino, y que por eso mismo abrieron un camino hacia la Luz, hacia Dios, con todo lo que ello supone. Resaltar la unidad en lo esencial de todas las religiones me parece lo más importante y superar toda clase de fanatismos imprescindible; respetarse entre ellas y ser toleradas por todos es algo también fundamental; encontrar su esencia más allá de dogmas, normas y excesivos particularismos sería el mejor camino para todas ellas. Descubrir y mostrar vías para el encuentro directo con Lo Divino y sobre cómo conseguir hacer de la tierra su reflejo tendría que ser su motivación principal.


Independientemente de cual sea la clase de religión que cada uno profese, lo haga de una manera muy superficial, emocional, primitiva, popular, folclórica o más racional, inteligente y abstracta es un error despreciar este hecho, pues lo que de verdad esconde es la aspiración humana a ir más allá de su nivel cuerpo-mente. Y esto apunta al corazón de nuestra evolución. La increencia como el agnosticismo son formas también de profundizar en nuestro corazón a la búsqueda de lo sólido, de lo firme, de lo seguro, con el ánimo sano de no caer en la aceptación de falacias o meras supercherías producto de la mera fantasía, aunque de momento se haga aún con el instrumento de la sola razón y de los sentidos físicos. Pero eso deja de funcionar cuando se empiezan a conocer, descubrir y sentir nuevos modos de percibir y nuevas realidades más sutiles.


3.-Lo esencial; más allá de las religiones.

Importa no olvidar que por encima y anteriormente a las religiones se halla el mismo fundamento del ser, la Realidad, el Espíritu, Lo Que Es, Dios, “Eso”. La experiencia espiritual nace de allí, que es también nuestra realidad, una realidad que se confirma en la vivencia y experiencia del Divino, de la trascendencia, de la Presencia, en nosotros. No hablamos, por lo tanto, de ideas, ni de conceptos, ni de ideologías. Esto es lo que hace que hoy miles de personas vivan su dimensión espiritual sin estar adscritos a religión alguna, y sin tan siquiera tener la necesidad de la misma. Esto es algo que, en mi modo de ver, no las invalida sino que confirma la diversidad y pluralidad en los modos y caminos de acercarse a la conciencia de Lo Superior en nosotros, también señala una evolución en la forma de vivirla y sentirla.

Quizás explica o indica, además, el que, tal vez, las “religiones particulares” estén dando paso a una “religión de la esencialidad”, o sea, a una “espiritualidad planetaria” o “cósmica” propia de una humanidad emergente y nueva que presenta en sí una manera diferente de vivir, concebir y experimentar Lo Divino, acompañada simultáneamente por una nueva visión sobre el propio ser. En ambos casos la visión directa, el autodescubrimiento, la experiencia y con ellos el discernimiento y el despertar interior ocupan el lugar principal que antes era ocupado por la fe, la autoridad de la palabra revelada o de la tradición, pasando estos ahora a un segundo plano. Sé que hay muchas personas que viven su vida con mucha intensidad, sinceridad y entrega dentro de su propia religión, y me parece excelente, admirable y digno de apoyo. Nuestro “sustrato” es el mismo, los vericuetos de “Lo que Es” varía, aquí cabemos todos y todos somos aspectos de “Lo Mismo”.

En este sentido, personalmente, comparto la esencia de lo que dijo, en una entrevista para la revista “Más allá de la ciencia” el escritor y articulista Sánchez Dragó, pero difiero de él en cuanto que no veo que a las religiones establecidas les quede tan poco recorrido como el que él señala, y no lo veo precisamente porque no creo en los saltos bruscos ni absolutos en la humanidad sino en procesos generalmente lentos y con sentido en los que cada ser humano experimenta y vive su particular aventura. Es la misma apertura de conciencia en los hombres y mujeres la que irá marcando el ritmo de los cambios; sí que comparto en cambio la dirección hacia la que apunta Dragó cuando dice:  

“Yo creo que las iglesias en general han cubierto una función de intermediarias entre los seres humanos y el espíritu en un determinado momento de la historia de la evolución de la humanidad. Pero ahora, en la medida en que la humanidad ha ido creciendo, ha ido desarrollándose, se ha echado a andar por sí misma. Actualmente hay muchas personas en todo el mundo que para entrar en contacto con el espíritu no necesitan de esos intermediarios que son las iglesias, las liturgias, los sacerdotes, etc. Y eso va a seguir creciendo más. Yo estoy convencido de que en un futuro, no sé si cercanísimo pero desde luego no muy lejano, todas las iglesias van a dejar de existir porque el hombre tendrá su propia iglesia, tendrá una comunicación personal con Dios desde su propio templo que es el corazón, que es su interior, que es la conciencia” (Nº 117, año 1998).


4.-Algo sobre mi propio camino.

Personalmente hace ya muchos años que no pertenezco a religión alguna. Me ha ocurrido así, vivo así, pero no me jacto por ello, ni me creo por eso superior, ni inferior, a quienes viven dentro de una creencia particular establecida, tampoco estoy cerrado a nada. El “río de la Conciencia” hace estas cosas. La Vida sabe y yo me dejo llevar por ese saber, el de la Vida. Lo Divino para mi lo llena todo, es el centro y la esencia, el núcleo, el fondo y la forma de cuanto es; mi ser, o sea, lo más yo de mi mismo, lo es en cuanto que es el vibrar de Dios en mi, y existir es desarrollar este potencial infinito hacia dentro y hacia fuera, en todas direcciones. La conciencia de Dios en mi es lo que más me interesa, una conciencia que veo que se expande y se va haciendo presente cada vez más. Me he ido encontrando en esta situación paulatinamente, de manera casi espontánea, sin forzar nada; es verdad que he tenido algunas experiencias interiores, como después diré, que han hecho que esto de lo que hablo se me hiciera más evidente y palpable, de manera que palabras como Conciencia, Dios o Ser ya no son conceptos, ni ideas, sino realidades que se experimentan, se sienten y te “tocan”. Me siento bien sabiendo que el horizonte de mi vida no es otro que el de ir día a día adentrándome más y más en esta vivencia que para mi toca el mismo corazón de Lo Real y que es radical y profunda. Me hallo tan dentro de ella que no me es posible salirme fuera, me contiene, lo contiene todo. Ocurre así.

No obstante, nunca he dejado de sentir un gran respeto y también cariño por la religión católica en la que me crié y formé. Si por circunstancias he de asistir a alguno de sus oficios, en una boda por ejemplo, procuro tener muy presente la esencia de lo que allí, según mi modo de ver, se celebra: La Presencia de Lo Divino. Y cuando veo o paso por delante de iglesias de otras confesiones me gusta entrar y unirme, si me dejan, que no es lo más frecuente, a los que allí están; no entiendo que no se abran a todos aquellos, sea cual sea su creencia u origen, que se quieran unir a ellos a través del sentimiento de unidad que traspasa cualquier diferencia. Entiendo profundamente que a través de todas las religiones los seres humanos buscan lo más sublime y trascendente de cada cual y la forma de vivirlo en el mundo, y eso es bueno. Pero también creo que ateos y agnósticos a su manera hacen lo mismo. El “tramo” del camino en el que todos nos encontramos tiene sentido y sigue un sutil propósito: forma parte de la particular búsqueda y experimentación de cada cual para descubrir y vivir su dimensión superior, Estoy absolutamente convencido de que todo forma parte del mismo “Plan”, un Plan que contiene infinitas posibilidades, y en el que nada sobra sino que lo enriquece y expresa.

Como la mayoría de las personas, también yo he seguido mi particular búsqueda, y a mi manera, siempre guiado-llevado por una fuerza y un instinto interior, he ido tras las huellas que me llevasen a la Luz, acercándome a todo aquello que pudiese llenar un vacío muy grande que yo sentí, antes, casi desde siempre. Estuve durante doce años en un seminario, donde me formé para ser sacerdote. De allí, bulléndome la cabeza por mi propia confusión y dudas, me salí una vez hube acabado los estudios porque –me dije entonces- “yo no podía hablar a los demás de alguien, Dios, al que yo no había visto”. En la víspera de mi ordenación sacerdotal y de rodillas dentro de una pequeña capillita fijaba yo los ojos en el sagrario tenuemente iluminado, pero no lograba sentir nada, ¿cómo podía entonces seguir así? No me fue posible. Me faltó fe y, sobre todo, sentir, sentir, entonces, Lo Divino en mí. Tenía, como después pude ver, un trabajo muy grande que hacer dentro de mí todavía. “Dios que ha empezado en ti la obra buena, que Él mismo la lleve a buen término”, se nos decía, si no recuero mal, cuando íbamos a ser “ordenados sacerdotes”, y así tenía que ser.

En cualquier caso, ante mis compañeros de entonces que sí fueron sacerdotes guardo un profundo respeto y cariño, además de reconocimiento por la entrega y sinceridad que ponen en su labor; pero de manera muy especial cabe mencionar aquí a mi amirado hermano Jesús que fue también sacerdote, muchos años mayor que yo, al que tanto le debo y quiero, que está ahora ya en los planos sutiles del Cielo, gozando de sus dos amores más grandes, el del Cristo al que con tanta pasión, amor, integridad y fe sirvió y el de todas las clases de arte en las que su sensibilidad de poeta se fue volcando.

 Pero mi vida tenía que seguir por otros caminos y senderos; así que a partir de entonces di muchas vueltas y revueltas tratando de encajarme por dentro y por fuera, a nivel afectivo, emocional, social, espiritual, laboral, familiar, de relaciones…; creo que no había aspecto en mí que no necesitara alinearse, aunque entonces no sabía muy bien con qué. Tenía delante de mí un inmenso puzle con cantidad de piezas desparramadas que tenían que encajar. Era tanto el trabajo por hacer que no sabía ni por donde empezar. Pero se fue haciendo, poco a poco.

Fueron necesarios muchos años para soltar crispaciones egóticas y serenar el espíritu, sanar complejos, rabias y resentimientos, limar reivindicaciones y, poco a poco como pude y supe abrirme a Lo Superior. Detrás de todo eso mucho sufrimiento en el camino: luchas impulsadas por el ego, de todas clases, en diversos ámbitos, y mucha necesidad de experimentar desde la propia ansiedad que nacía de la desconexión con mi alma y la absurda creencia de que el problema y el origen de mi desazón se hallaba en el exterior. Pura ignorancia por mi parte. Algo que señalaba magistralmente mi admirado y querido Antonio Blay cuando decía que “Es muy importante ver con certeza que esto es así porque nuestra vida está construida sobre una creencia totalmente distinta. Nuestra vida está construida sobre la creencia adquirida de que son las circunstancias y las personas que me rodean las que hacen que yo sea feliz o desgraciado. Estamos viviendo bajo esa convicción y por ello culpabilizamos a los demás. En cambio, si uno llega a ver con claridad que nada del exterior puede suplir lo que es la actualización de uno mismo, si verdaderamente se ve claro, esto marcará un cambio radical en la actitud que se tiene ante nosotros mismos y ante la vida.

Cuando se hace este descubrimiento uno se da cuenta a su vez de que él es el responsable único de lo que realmente vive. Porque el exterior puede producirme circunstancias agradables o desagradables, pero las respuestas que yo doy a esas circunstancias depende de mi, la puedo crear yo…(Por lo tanto) cuanto más sea yo consciente de mi mismo ,es decir de mi capacidad de potencial –amor, sabiduría, energía-,más seré capaz de responder con relativa independencia del estímulo exterior” (Antonio Blay Foncuberta, “SER, Curso de psicología de la Autorrealización”, Edit. Indigo, pag. 47 y stes.).!Cuanta razón tenía!

Concuerda esto a la perfección con lo que también decía el filósofo y ensayista Ortega y Gasset cuando escribía: “No somos dispersados a la existencia como una bala de fusil cuya trayectoria está absolutamente determinada. Es falso decir que lo que nos determina son las circunstancias. Al contrario, las circunstancias son el dilema ante el cual tenemos que decidirnos”. A lo que yo añadiría: y la ocasión para que salga lo mejor de nosotros mismos, además de que en medio de ellas, nos encontremos con Dios. Ese fue el eje del trabajo que yo tenía que hacer.


En cualquier caso, la flecha de la Conciencia ya estaba disparada y era cuestión de tiempo para que la claridad se manifestara poco a poco. Había Sentido y había Propósito aún dentro de tanto lío. El amanecer del Ser y de la Presencia serían el motivo que moviera todos mis pasos, aunque yo a veces lo ignorase. Luego, poco a poco, fui descubriendo que todo en mi vida encajaba coherentemente: los padres que había tenido, mi familia, mi pareja, mis relaciones, los compañeros de trabajo…, las experiencias vividas, incluidas, o sobre todo, las más dolorosas; todo me iba conduciendo lenta y sabiamente  hacia mi ser; nada sobraba, ni siquiera aquellas circunstancias o personas de las que hubiera creído en algún momento que me habían tratado injustamente. Todo me ayudó, todo me hizo bien, todo fue perfecto, todo me fue conduciendo hacia mi yo más profundo y verdadero. Hubo que hacer un intenso trabajo que se continúa haciendo, es verdad, para comprender, trascender, integrar y alinear. Todo fue y es necesario. Por eso sólo me queda agradecimiento y cariño, hacia las personas y todo lo que configuró ese pasado. Ellos fueron, sin duda, mis maestros, mi mejor ayuda, el gran regalo que me hizo el Universo. Gracias.

Ahora, la maravillosa aventura, por lo tanto, prosigue, no ha acabado del todo, se está haciendo aún día a día, experiencia a experiencia, anhelo a anhelo, aunque hoy la “casa” esté ya más en paz, armoniosa y sosegada. Pero tiene que estar limpia del todo y muy hermosa para que entre en ella y se quede para siempre, no sólo de paso, el Rey que ya viene, que está viniendo, que está a punto de llamar a la puerta y pasar, el Rey que todo lo trasciende.


Cientos de lecturas, decenas de cursos de crecimiento personal, terapias, grupos de encuentro y grupos “new age”, rebirting, regresiones, danzas sufís, andar sobre el fuego, yoga, sadhanas con maestros espirituales, miles de horas de meditación, trabajos con algún chamán, retiros con budistas, con vedantines,…todo aquello que yo consideraba que me iba a aportar algo allí me tenía. Con todo, nada me apartaba de mi vida familiar ni de mis obligaciones, aunque todos mis cimientos parecía que se removían constantemente y que todo se me iba a derrumbar. He de decir, que mi pareja era y sigue siendo fundamental en mi vida, mi mejor “lugar” de crecimiento y elespacio ideal donde vivir el hacer de Lo Divino en mi, su comprensión, paciencia y amor para conmigo fueron y son infinitos.


5.- Mojones decisivos en mi Camino.

Señalaré a continuación las principales enseñanzas que recibí y algunos de los más significativos guías, profesores, Maestros y Santos Sabios, hombres o mujeres, a los que me acerqué, de todos los cuales he podido sentir en distinta medida y nivel su impagable aportación y, por qué no decirlo, “gracia”, en alguno casos mucha. Han sido y algunos de ellos lo están siendo aún auténticos faros en mi camino y, casos los hay en que, también, verdaderos Soles. De la “chatarra espiritual” me alejé siempre que la husmeé con la velocidad del rayo, algo de ella conocí de cerca y alguna me tentó, pero no mucho, días talvez. Pero he tenido, creo, la grandísima fortuna de conocer a auténticos sabios y verdaderos Maestros, resplandores inmensos en mitad de la noche de los tiempos. Haré un breve recorrido por algunos hitos muy significativos de mi particular y “llevada sutilmente desde dentro” andanza:

              




 UNA EXPANSIÓN DE CONCIENCIA                             


Uno de los “trabajos” que hice con un grupo de personas y con la ayuda de una psicóloga transpersonal americana me llevaron a vivir una de las experiencias y situaciones más bonitas de mi vida, pues pude experimentar, sentir y saber, durante más de un mes que duró la, digamos, “expansión de conciencia” que “Todo es Vida, que sólo hay Vida, que la muerte no existe y que mi vida y la vida de todos los seres era la misma e idéntica Vida, y esto, sin que yo perdiese la sensación de ser un centro o foco de conciencia” . Yo podía estar delante de un árbol y estar sintiendo su vida en mi y que no había separación alguna entre la de él y la mía. La realidad de la Vida no tenía nada de concepto, porque la Vida en sí, Ella, Eso tan difícil de definir pero que se experimentaba, era real, consistente, independientemente de las formas; ella lo era todo y fuera de ella no había nada, pero esto no lo pensaba yo sino que lo vivía desde dentro de la realidad, de la Vida misma.

Que la muerte no existe era una evidencia absoluta, sin fisuras, y yo lo sabía, lo vivía  más bien, porque sólo la vida era. Desapareció, por lo tanto, cualquier temor a la muerte, puesto que no tenía ningún tipo de consistencia. Así de rotundo y así de claro. Todo era Vida, vida latiendo constantemente en todo, por insignificante que fuera, o, mejor, nada era vivido como insignificante porque su intensidad y viveza se la daba, era, la Vida misma con la que cualquier momento, cosa y situación vibraba, se fundía. Luego, con el tiempo, uno fue volviendo poco a poco a su estado ordinario de conciencia, con lo cual las evidencias de las verdades captadas tendieron a mitigarse e, incluso, a medio olvidarse, por lo menos con aquella claridad en que se percibieron entonces; y lo radiante de la realidad misma pasó a tamizarse con los muchos filtros que nuestra mente y los años que han ido pasando tienen. Pero el saber profundo de lo que es continúa.



                    ANTONIO BLAY FONCUBERTA                           

A Antonio Blay Apenas si lo vi personalmente unos breves instantes, es verdad, en una librería de Valencia. En realidad, yo nunca fui a los cursos que daba de Psicología de la Autorrealización, no tuve esa suerte. Pero sus libros, todos ellos, me llegaron intensamente cuando tuve conocimiento, por pura y significativa casualidad, de él, poco antes de que abandonara este mundo. Me lo tomé con tantas ganas e interés desde el primer momento que trabajé sin parar todos sus ejercicios y prácticas, en todos sus niveles. Antonio Blay se convirtió de esta manera en mi casa en un familiar más, el cariño hacia él nunca lo hemos dejado, y ahora, más de treinta años después aún es un asiduo referente y guía. A él es muchísimo lo que le debo y le agradezco: su planteamiento general del camino interior, los pasos, los trabajos a realizar, el engarce que hace entre la psicología tradicional y la psicología transpersonal cuando en España apenas si se conocía.

Blay tuvo la grandísima paciencia y el amor de estructurar todo un plan y esquema de trabajo sobre el autoconocimiento y la autorrealización con una claridad y sistematización tan asequible, práctica, coherente y escalonada que dudo de que alguien más le haya superado. Su libro “Psicología de la autorrealización”, reflejo exacto del principal de los cursos que impartía, es un perfecto “manual”, si se me permite la expresión, para un entregado y sincero buscador. Decía: “todo el método de trabajo que yo os daré está pensado para que uno pueda trabajar solo. Esto no excluye que si a uno le parece bien, pueda por el camino, buscar ayudas para un objetivo particular”. Y así lo pude constatar. Su trabajo no ha perdido con el paso del tiempo frescura ni interés, todo lo contrario, es más, ha sido muy eficaz para situar dentro de su mapa de crecimiento interior las experiencias que uno vivía, así como la información y las aportaciones que por otras vías y formadores me fueron llegando. Practicando la “apertura a lo superior” tal y como él nos la enseñaba fue como un día, meditando, experimenté el “descenso de Lo Divino”. Qué suerte y que privilegio contar, incluso hoy, con su enseñanza y con su paso entre nosotros.


   
      EL DESCENSO DE LO DIVINO. UNA EXPERIENCIA
           
           
Siento que es esta la mejor forma de definir aquello me sucedió una mañana, aún no había cumplido cuarenta años, mientras meditaba con un grupo de gente con la que me había reunido. Creo que es la experiencia más grande, transformadora, poderosa y bella de toda mi vida y de la cual guardo un recuero imborrable, a pesar del tiempo transcurrido, cuando ahora cuento ya sesenta y dos años. He aquí lo que ocurrió:

            Había pasado ya un buen rato mientras meditaba, estaba cansado y ya no sabía como ponerme para sentirme cómodo, como pude me acomodé; algo en mi sabía que iba a pasar algo y vaya que si pasó. Tengo que decir para que no haya ningún tipo de confusión al respecto, que yo no tomaba bebidas alcohólicas, ni, por supuesto, ningún tipo de sustancias de las que pueden alterar o transformar nuestra percepción, nada de eso, tampoco yo soy una persona dada a las fantasías imaginativas; en realidad soy muy racional y más bien escéptico mientras no tengo muy bien sopesadas y analizadas las cosas. Personalmente me encontraba bien, aunque con las preocupaciones e inquietudes propias de quien aún necesita encajar ciertas cosas.

            Tenía los ojos cerrados, cuando de repente, sin que yo hiciese ni controlase nada, ajeno por lo tanto a mi voluntad, digamos que “sobre mi cabeza” se abrió como un espacio del que surgía como de la “boca de un volcán” absolutamente encendido, a modo de una “lengua de lava” del más puro fuego-oro vivo y ardiente, pero que no quemaba o lo podía abrasar todo al mismo tiempo, en realidad era más que fuego, más que oro y más vivo que la vida misma, ¿cómo explicarlo? ¿Os habéis asomado a la boca de un volcán totalmente activo? No sólo era vivo, sino consciente, aquello sabía, allí había conciencia, Conciencia y Vida, y Poder, y Fuerza, todo, sí, con mayúsculas, pues sobrepasa las palabras mismas. Y se movía, con una autonomía imparable, inmanipulable, Aquello lo era Todo, era incluso más que el Amor, todo allí presente, sin que faltase nada, y no movía, en absoluto, a miedo, todo lo contario, sino a adoración y a confiada entrega, pues no podía ser de otro modo cuando se sabe que estás ante el Todo de Todo.

            Y me rendí, me entregué y sin saber de donde, ante tanta magnificencia, me surgió el “mátame si quieres”, que es la entrega máxima que alguien puede hacer cuando la vida, toda la vida, sin quedarse uno nada para sí la da y se deja absorber y perderse en Aquello a lo cual se entrega; y ocurrió, ocurrió al instante, como respondiendo a mi gesto interno. Esa Lengua de fuego de oro encendido, más vivo que la vida misma, con una fuerza impararable me penetró como un rayo por la parte superior de mi cabeza, y me traspasó de arriba abajo, hundiéndose en lo más profundo de mí.

            Y me quedé temblando, con las lágrimas saliéndome a borbotones, lleno de un inmenso gozo, sabiendo que Lo Divino había descendido sobre mí y me había tocado, quizás ya para siempre. No sé por qué pero siempre he pensado que a esta misma experiencia Aurobindo la llama “Descenso del Supramental”, tal vez.  

            Tengo que decir que la certeza que tengo de lo que viví es total y absoluta, sin fisuras, tal es el grado de intimidad que tiene, de hecho nunca sentí la necesidad de que nadie me lo explicase. Uno sabe que es así, con un saber que acompaña a la experiencia misma, se trata de un saber que forma parte de la experiencia y de ti. Lo vivido era tan íntimo que no sentía la necesidad de hablarlo con nadie, a excepción de mi mujer y quizás alguna otra persona, era como si eso lo tenía uno que conservar y cuidar intacto, sin devaluarlo con las palabras o con algún deseo ajeno a la experiencia misma al comunicarlo.

            “Eso” está aquí, ahí, en todas partes, ahora y siempre; “Eso” lo envuelve todo, uno lo sabe y lo sabe ya para siempre.

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         A continuación me quedé en silencio, y sucedió también algo nuevo, pues ví, con la mirada interior que yo no sabría explicar, pero que es así como se da, tal vez  podríamos decir que con los ojos del alma, pude ver, digo, toda la infinidad de los pequeños conductos, en oriente creo que les llaman “nadis” que cubren todo nuestro cerebro y por donde pasa la energía vital más sutil de nuestro cuerpo pránico. Todos esos circuitos encendidos con una luz que me recuerda a la luz blanca de neón. Esta otra experiencia, evidentemente de un nivel diferente a la anterior, para mi es un testimonio que me ayuda también a comprender lo que son nuestros cuerpos sutiles y nuestro cuerpo de luz del que algunas personas más entendidas que yo hablan.


                     
   SHAKTI GENAINE (MAHA)


A Shakti Genaine la conocí a finales de los años ochenta, en Tarragona, “Tierra Nueva”, post-arcoiris de Miyo (de quien a continuación hablo). Su Presencia lo removía todo, fue como una especie de huracán ante el que nadie se quedaba indiferente o quieto. Te abría el corazón y te colocaba fácilmente en el espacio devocional hacia lo divino. Ella evidenciaba y desmontaba muy pronto tus “películas” personales, por el simple hecho de estar a su lado, escuchándola o haciendo alguna clase de trabajo, todas las débiles seguridades de tu ego sobre las cuales te apoyabas salían a flote, y te colocaba desnudo ante ti mismo; por todo ello te obligaba a mirar, a ir muy hondo de ti, y a desarrollar necesariamente tu poder interior. Lo real, la vida, era su lugar de trabajo, a donde te enviaba constantemente, para deshacer fantasías e irrealidades y evitar así que desarrollásemos una espiritualidad no “alineada” con nuestro ser o desconectada de nuestro mundo.  “Eso” aquí. Dios aquí y aquí y aquí. Siempre mandando a cada cual a su punto de  verdad, a su punto de anclaje. Te “calaba” con su mirada hasta los huesos. Fue un personaje en aquel momento muy controvertido por su modo tan incisivo y radical de trabajar, también por su mismo enfoque que partía de la necesidad de construir antes que nada egos maduros, fuertes y sólidos, con mentales claros, afectividades integradas y anclados en lo real, sin todo lo cual la espiritualidad iba a estar cargada de proyecciones más o menos neuróticas; fue en aquellos años como un terremoto de la espiritualidad. Quizás su trabajó debió de ser más escalonado y personalizado, menos de revulsivo y más pedagógico, con lo cual, creo yo, mucho sufrimiento que se experimentaba se podría haber evitado. Pero en mi caso puedo afirmar sin dudar que lo positivo es lo que me ha quedado; sacó y puso sobre el tapete todos mis miedos y “demonios” interiores, y me señaló, con sutilidad y amor, también mis luces y, lo más importante, mi ser. Creo, contando con las reservas señaladas, que fue una buena aportación y comienzo para todo aquel que sinceramente pretendía hacer un trabajo espiritual. Le agradezco, sobre todo, la resonancia que dejó en mí y que ya nunca me ha abandonado de Lo Divino.



                         

   EMILIO FIEL (MIYO)

A Emilio Fiel le he seguido sus pasos casi siempre, aunque de reojo, pues aunque he estado con él en ocasiones muy separadas en el tiempo, comunidades del Arco Iris fundamentalmente, siempre lo que ha hecho y dicho me ha subyugado e interesado y jamás me ha dejado indiferente. Lo conocí por primera vez en Torrente, un pueblecito de Valencia a donde se había desplazado para dar un cursillo que era parte de la gira que estaba haciendo, si no recuerdo mal, por toda España para preparar la “Convergencia armónica de 1987”. Después coincidí también con él en los cursos que daba en el pueblecito tarraconense de Alcober, cursos que tocaban muchos aspectos y niveles de la personalidad, desbloqueos psicológicos, vicharas, vipasanas, meditación, etc. Más recientemente he estado en un encuentro personal terapéutico con él.

De Emilio Fiel, Miyo, que es como familiarmente se le llama, me llegan sus antenas despiertas y vibrantes hacia el mundo del espíritu, su aire chamánico que me acerca y sensibiliza hacia una realidad que también soy y que me penetra, la realidad de las esferas y del más allá de las estrellas, de los seres de otros mundos, de otros niveles y estratos que también son mi mundo y yo mismo, a los que he de abrazar en la totalidad que soy si no quiero vivir fragmentado en este pequeño terruño de campanario que es el pequeño yo, y me subyuga su constante insistencia en la mentira de la muerte. Es un aliento de espiritualidad poética y, por eso mismo, grande, cargada de amor y de espíritu guerrero, de aquel que siempre quiere trascender en un trabajo implacable de iconoclasta todo lo que es costumbre, hábito y estructura insípida, como si tuviera siempre muy presente la frase de su admirado Aurobindo cuando dice que “El Espíritu es un infinito libre de todo Dharma”. Pues eso, Miyo, y gracias desde aquí por todo ese aire de trotamundos con tus guerras de flores a las que nos invitas, tu corazón es grande y eso es lo más importante.


                                      AMMA

Con Amma, estuve una mañana en uno de sus Darshans, concretamente en Barcelona, de ella percibí el amor incondicional que siente y encuentra con el ser de los demás que no es ocultado por nada externo, sea una enfermedad grave, alguna clase de deformación, vejez o cualquiera otra cosa. Ella respira llena de gozo como un gran ser que es entre el ser de los demás. Te transmite la sensación de que siempre eres amado y de que desde la perspectiva de tu ser también eres perfecto. El abrazo que te da es el abrazo de la misma totalidad a ti, es la visualización externa de cómo todo el universo te abraza para que te sientas uno con él. Ese gesto me acompaña y acompañará siempre, en mi más profundo sentir está presente.


                                           

    SESHA

Y, Ahora, hablemos de Sesha. Durante cuatro años aproximadamente asistí a los cursos de meditación que imparte en Valencia –los da también en otras partes de España y en latinoamérica sobre todo-  y también a un internado de una semana en Bilbao. La permanencia en el presente como vía de acceso a la No-dualidad es una de las principales claves de su enseñanza. La filosofía Vedanta advaita estructura su armazón ideológico. El recuerdo constante que nos transmite de que cualquier clase de frontera, separación o fragmentación que hagamos en la realidad es tan sólo un producto de nuestra mente y, por lo tanto, falsa te llega muy hondo. Su presencia misma es un claro testimonio de cuanto dice, avalado por su propio Despertar y vivencia interior a los que accedió siendo muy joven. Es como un ingeniero de los estados de  conciencia, a los que analiza con rigor y minuciosidad muy precisas a través de los diferentes tipos de sujeto que la experimentan en función de los estados de percepción en que se encuentran: concretamente los de sueño, pensamiento, observación, concentración y finalmente meditación que es donde se vive propiamente el estado de la No-dualidad, en donde se vive de manera autoevidente la naturaleza infinita de la conciencia humana. Esta verdad tan sencilla y a la vez tan inmensa que él vive y te hace llegar es el mejor baluarte en su convicción de que “el mundo agonizará mientras no exista una interpretación adecuada y universal respecto a la esencia de “ser” y “existir”. Esa interpretación Sesha la ofrece  amorosa, cálida y sabiamente. Cuando he estado delante de él, he visto a través de sus ojos un abismo insondable lleno de Realidad, y eso se ha venido conmigo. Gracias.



                                   AUROBINDO

Ha sido y sigue siendo para mí un ser extraordinario, una de las cumbres más altas del pensamiento y de la auténtica sabiduría, alguien que profundizó y experimentó como nadie en la profundidad del Ser y que trabajó y trabaja, hoy desde planos superiores, en el descenso del Supramental en la tierra. Su libro “La vida divina” cala y conmueve todo lo que en nuestra conciencia existe de vibración y presencia de Lo Superior; leerlo significa compartir y vivenciar ecos muy hondos de la Realidad. Su completa visión del ser humano dentro del universo hacen que tu mente se rinda y que tu conciencia se expanda como elevándose a las más elevadas cimas de la Realidad que nuestra alma intuye. Su luz y su sutil presencia me acompañan, por eso no podía dejar de mencionarlo aquí de manera muy especial.



                                  MADRE MEERA

Con Madre Meera, original de Madanapalle, India, donde nace en1961, he estado también en los Darshans, a los que continúo asistiendo, que da en Alemania, concretamente en el pueblecito de Balduinstein, en la casona que hay a los pies del castillo de Shamburg. Ella desde muy jovencita disfrutó de intensas y poderosas experiencias espirituales, que se intensificaron cuando fue llevada al ashram de Sri Aurobindo y Mirra Alfassa en Pondicherry. De ellos sigue su trabajo bajando hasta nosotros la “luz del Paramatman” que es la Luz infinita, y la Fuente de todo, de todo ser, de todo conocimiento, de toda dicha, de toda paz, de cada “atman”, de cada alma”.  Su presencia, cuando la ves llegar, lo llena todo desde una quietud sagrada que sólo se me ocurre decir que viene del mismo Misterio del Ser, pasa por tu lado como si pasase una ligera pluma, sin peso, ella en realidad es “como si no estuviera” y sólo te llega el Inmenso Vacío de Su Silencio. Y, cuando ya te encuentras con ella, sus ojos contemplando los tuyos y tú dejándote penetrar por los de ella, lo que queda es la sensación de saber que estás justo ante el Infinito Consciente Amoroso y Lleno que en su Ser te acoge, te toca y transforma. Y te dejas, luego, tal vez, rodar desde tus ojos unas lágrimas, unas lágrimas que lo dicen todo.

Madre Meera es un ser que se sale de todos nuestros esquemas para situar a los personajes, no es una psicóloga, ni una maestra espiritual, es más que todo eso, algo difícil de comprender seguramente dentro de la mentalidad occidental y racionalista: Ella es su Ser, en lo único con lo que ser identifica, su Ser que es el Ser divino sin distorsión alguna de la personalidad mente-cuerpo. Esto es algo que o se vive o no se vive, se percibe o no se percibe, se siente o no se siente. Es, y como el aire te toca o como el perfume se nota. Su transformación se experimenta y sólo nuestro ser lo reconoce. Habla con el silencio, ella dice “vuestros oídos ya han oído demasiadas cosas”, “muchas personas divinas están aquí. Le estamos enseñando al hombre un camino para salir; le estamos ofreciendo la Luz Divina y el conocimiento divino. Estamos bajando a la conciencia de la Tierra la conciencia divina. Ahora el hombre debe escoger…Para eso vine, para abrir sus corazones a la Luz (Del libro “Answers”, Part I)


           


OTRAS FUENTES DE SABIDURÍA           

En realidad, han sido tantos los que, con sus libros, me han acompañado, alimentado y orientado, siendo verdaderas luces en mi camino, que nombrarlos a todos no resultaría sencillo; dejaré constancia, pues, tan sólo de unos cuantos, los más entrañables y más significativos para mi por lo que significan o por lo que me aportaron en su momento: Teilhard de Chardin siempre en lugar muy destacado,  Ken Wilber, Nissargadata, Paramahansa Yogananda y Wei Wu Wei tan decisivos, cada cual con su particular perspectiva y luego todos los demás, tan fecundos, tan necesarios: Amit Goswami, Ervin Laszlo, Elisabeth Kübler Ross, Cayetano Arroyo, Krishnamurti, Anselm Grün, Alan Wats, W. Dyer, Deepack Chopra, W. Liquorman, Jan Kerschot, Rames Balsekar, Anne y Daniel Meurois Givaudan, Arnaud Deschardins, Gary Zucav, Satprem, Omram Mikhaël Aivanhov, D. E. Harding, Yogui Ramacharaka, enseñanzas de Saint Germain, K. G. Dürckheim, Alice Bailey, Krisnamurti, Felix Gracia, etc. Para cada uno de ellos mi cariño, respeto y profundo agradecimiento. Todos ellos y otros menos conocidos, a su manera cada uno, han sido o son aún mis maestros.


6. la necesidad de estar alertas frente a las trampas del ego en el Camino.

Creo, por lo demás, profundamente en la realidad del Maestro interior que nos guía, si lo escuchamos con sinceridad y entrega en la quietud y el silencio, aunque creo igualmente en lo fácil que es el que nuestro ego nos manipule, con refinadas y astutas sutilezas llevándonos constantemente a su terreno y suplantando con sus  “sabias razones” la verdadera “vocecita interior”. Por eso y a modo de antídoto transcribiré aquí las mismas palabras que Amma dice alertándonos de este peligro, palabras que un sincero buscador no debería de olvidar jamás, me refiero a los que de alguna manera pretendemos, con mayor o menor saber, transitar y seguir por el camino del autodescubrimiento interior hacia el Despertar. Dice:

“..el simple hecho de pensar: “Soy espiritual, soy un ser espiritualmente avanzo o soy abnegado”, puede suponer un gran impedimento en vuestro progreso espiritual…Tal vez te consideres superior a todos aquellos que ves como mundanos. Si te dejas atrapar por tales pensamientos, estás demostrando únicamente tu inmadurez…El ego sutil es mucho más poderos y difícil de eliminar que cualquier otro…La humildad es la verdadera meta de la vida espiritual, y es también el único camino hacia Dios… Por desgracia, puede ocurrir que un aspirante espiritual aprenda a ocultar su ego y finja una gran humildad. Se esfuerza en no mostrar su ego, porque sabe que esa actitud no está bien en un buscador espiritual y los demás lo rechazarían…Tu avance espiritual será valorado según la humildad, generosidad y sabiduría que manifiestes…Pero ¿qué pasa si aprendes hábilmente  a ocultar tu ego y finges ser un yogui?. La gente sufrirá una gran desilusión, pues esto equivale a un fraude…Aquellos que llevan la máscara de seres espiritualmente avanzados no saben el daño terrible que están causando. Confunden a otros, al tiempo que se están labrando su propia destrucción…La gente les suele decir “¡qué grande eres y qué inteligente!¡qué discurso más maravilloso!¡qué magnifica presencia!”…Con estas alabanzas y reconocimientos empieza a considerar que es muy importante”  (Del libro “¡Despertad hijos!”, Vol. VII, pag. 177, publicado por Mata Amritanandamayi Mission Trust).

Como se ve no es fácil seguir la senda hacia la Luz, pues son muchos los obstáculos que se cruzan en nuestro camino. Pero yo creo que esto no nos debería de paralizar ni menos aún llevarnos a que nos fustiguemos repitiéndonos una y otra vez lo mal que lo hacemos, la de veces que nos equivocamos y la de defectos que tenemos. Contamos con todo eso y, como ya dijimos, con nuestro punto de verdad y realidad, lo malo sería no verlo o ignorarlo, y peor si lo tratáramos de ocultar. A partir de ahí, nos levantamos y nos ponemos a andar de nuevo, renovando siempre el intento de sinceridad, autenticidad y constancia. Porque como nos recuerda nuestro admirado Antonio Blay: “Lo que realmente conduce a la persona de la ilusión a la realidad es la sinceridad, la profunda sinceridad de buscar lo auténtico…Porque la sinceridad está surgiendo del fondo y conducirá, de un modo u otro, hasta el propio fondo. Y esto hará que uno busque y encuentre lo que necesita en cada instante para dar el paso siguiente”. Y así es como vamos, caminando…Y qué mejor manera de hacerlo que volcando en cada momento aquello que ya intuimos y sabemos que como potencial somos, sobreponiendo a las circunstancias adversas, nuestro amor y gozo,  inteligencia y sabiduría, energía y poder interior, La Luz de la Conciencia que constantemente nos inunda. 


7.- En las manos de la Fuente. Ella guía y ella actúa.


Dice K.Durchheim que para que el hombre sienta la necesidad de reencontrarse con su ser esencial, aplastado por el yo existencial, debe percibir su lucha interior, tener la experiencia de la angustia que esto produce…( porque) La curación no será real en tanto el sujeto no haya realmente encontrado el camino de su ser esencial, es decir la manera en que el ser sobrenatural se hace presente en él y tiende a tomar forma en este mundo”; pues bien, es aquí donde de nuevo empieza todo, en ese ser sobrenatural, que es la Fuente encontrada, o sea, cuando después de haber descubierto absolutamente que bajo el control del ego no se va a ninguna parte que no sea al sufrimiento, y uno se pone definitivamente en las manos de “Lo Divino” para que sea él quien actúe en y a través de nosotros.

Pero esto ya es una Vida Nueva. La raíz del cambio que uno desea para la Tierra. Este es el verdadero cambio y la transformación necesaria a la que todos estamos llamados. Yo así lo creo. Transformación que comporta el que cada cual aportemos a los demás lo más bello, genuino y útil de nosotros mismos. En esto consiste la vida creativa. La Felicidad es lo que se experimenta entonces.






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