domingo, 29 de abril de 2012

¿QUIÉN SOY YO? ¿CUAL ES EL SER DE LAS COSAS? ¿EXISTE EL ALMA? QUÉ ES LA CONSCIENCIA?


           
1.-¿Y si fuéramos, de verdad, seres espirituales?
           
A nivel superficial y social nuestra definición, identidad y localización las tenemos muy asumidas: soy Antonio, María, Pablo, Isabel, etc..,que nació en…, el día…, hijo de…, de profesión…, con D.N.I. nº…, casado/a o soltero/a…, datos a los que siempre podemos añadir nuevas particularidades como currículos, nacionalidad, sexo, talla, peso, grupo sanguíneo, carácter, vocación, gustos, etc. Podríamos, en este sentido, dar una información muy exhaustiva, detallada y completa, llena de datos contrastables sobre “nosotros mismos”, en los que no sólo el cuerpo, sino también nuestra mente con sus procesos y capacidades, además de nuestras emociones, reacciones, sentimientos y actos estuvieran reflejados.
           
            Digamos que cosas como las anteriores, de algún modo, nos definen, nos delimitan, y así nos podemos diferenciar unos de otros, posibilitando el mundo de las relaciones y de la comunicación. Pero esto no quita el que nos puedan surgir a partir de esas descripciones algunas preguntas como las que siguen:

¿Significa eso que somos un cuerpo que tiene una mente?
¿Quiere esto decir que nuestro cuerpo a partir de nuestro cerebro es el que fabrica esa mente?
¿Qué es la Consciencia? ¿Cómo, cuándo y de donde aparece? ¿Depende también del cerebro y por lo tanto es una creación suya o es independiente de él?
¿Qué pasa cuándo yo estoy delante del espejo y me miro, qué es lo qué en realidad estoy viendo de mí, donde estoy yo?
Cuando estoy hablando con una persona que tengo delante ¿con qué de ella me relaciono o qué cosa de mi es la que se está dirigiendo a ella?,
¿Qué es y donde se encuentra aquello que no veo físicamente del otro o de mi mismo pero que, en cambio, de alguna manera siento y percibo?
El Alma, ¿es una realidad o es un mito?

            Es verdad que de unos y de otros vemos, tocamos y oímos determinados aspectos que nos sirven como referente en la comunicación, a esa información que proviene directamente de los sentidos físicos le solemos añadir otros datos que tenemos almacenados en nuestra memoria, además de los sentimientos, también emociones, sensaciones, expectativas, interpretaciones, juicios de valor y otra clase de percepciones, no siempre de origen específico (“me cae bien”, decimos de alguien sin reparar en el por qué), que están allí presentes, contribuyendo todo ello a que nos llegue del otro una “visión” particular que cada cual a nuestro modo nos formamos y procesamos.

            ¿Quién es entonces, en realidad, para nosotros, esa persona que tenemos delante? ¿Es un cuerpo?, ¿es un cuerpo-mente?, ¿es algo material o inmaterial?, ¿y si resulta que nos estuviésemos relacionando con un espíritu o ente espiritual que se deja ver y experimentar, que se manifiesta a través de un cuerpo del que se sirve como instrumento en la dimensión física de nuestra existencia? ¿A ver si ahora resulta que tu marido, tu mujer, amigo o amiga, jefe o jefa, la gente en general, son, somos en realidad espíritus? ¿Y si no estuviéramos diciendo más que una gran verdad según la cual cada uno de nosotros somos almas, seres espirituales interrelacionando unos con otros y realizando determinadas funciones en un mundo digamos que material?

Quizás esto que ahora apuntamos pueda asustar y como mínimo asombrar o extrañar a una mentalidad excesivamente racionalista, además de atada o apegada a la materia y a nuestros cinco sentidos físicos, pero también es posible que después de indagar, que es lo que tratamos de hacer aquí, en esta hipótesis, y atisbar que es cierta, se nos abran nuevas formas de concebir nuestra identidad que nos ayuden, también, a su vez a dar un paso importante en cuanto a la comprensión sobre el sentido de nuestras vidas, nuestro origen, destino, propósito y mortalidad o pervivencia después de la muerte. Esto es lo que analizaremos y trataremos de ver a continuación.

           
2.- ¿Quién o qué cosa está moviendo mi cuerpo?, ¿se mueve acaso él sólo o por sí mismo?

           
-“Mi cuerpo, ¿que quien lo mueve?, pues yo, ¿quien tenía que ser?”, respondemos ufanos y sobrados.
-Y tú, ¿quien eres?, ¿un montón de células, tejidos, huesos, líquidos?, ¿es eso lo que se mueve a sí mismo?
- Hombre no, la vida, la vida lo mueve
-¿La vida?, o sea, ¿que tú no?
- Entonces, ¿dónde quedas tú o qué cosa eres?
- ¡Uf!...
- Ya
           
Estas preguntas como este diálogo pueden parecer de Perogrullo, al menos mientras uno no se las ha hecho o se enfrenta a una situación parecida, pero cuando de verdad nos las planteamos e intentamos responderlas vemos cómo enseguida empiezan a surgir los interrogantes y las dudas, al tiempo que constatamos que lo que siempre nos pareció tan evidente y claro no lo era tanto. Y entonces nos damos cuenta de hasta qué punto es trascendental hacerlas igual como responderlas, es más, hasta es posible que como resultado de todo esto experimentemos alguna clase de cambio y transformación interior.

            En el supuesto de que fuera nuestro cuerpo la fuente de su propio movimiento, significaría que nuestro cuerpo y la vida son lo mismo. Pero esto no es posible y se comprende enseguida el por qué: todos hemos visto y sabemos lo que es un cuerpo muerto, es decir, un cuerpo sin vida o que no tiene vida.

            Cuando presenciamos el fallecimiento de alguien a quien conocemos bien, enseguida nos damos cuenta de que el “cuerpo muerto” nada tiene que ver con la persona o el ser con el que nosotros nos hemos relacionado o convivido. “Él” no está ahí, “él no es ese cadáver”. Lo sabemos sin duda alguna. O, al menos, a muchos les parece así.

            En este caso, no nos es nada difícil hacer la distinción entre nuestro familiar o conocido y su cuerpo. Evidenciamos entonces de forma clara que nuestro ser querido no es su cuerpo sino “otra cosa”. Esa otra cosa es la que le daba la vida o sencillamente era la propia vida del cuerpo.
           
            Como se puede ver, y sin forzar nada las cosas hacemos la distinción entre cuerpo-materia y ser-vida, o también entre un cuerpo animado y otro no animado o muerto. Y asumimos entonces con toda naturalidad que el cuerpo por sí mismo no está “animado” sino que es animado desde fuera de él por la vida, pero no por una vida cualquiera sino por “su vida”, que se manifestaba en toda una variedad característica de movimientos, actitudes, afectos, deseos, carácter, etc..

            Y ahora, como es lógico, nos surge la pregunta, entonces, ¿qué es esa vida que ya no vemos en el cuerpo inmóvil e inerte? O, también, ¿qué es el ser o la vida de nosotros mismos o de las personas a las que vemos moverse y a las que en principio localizamos y tan fuertemente identificamos aún con el cuerpo?
                       
           
3.- La vida crea realidades, de forma inteligente, con energía y voluntad propias. La Vida es el Ser de las cosas. La Vida es Conciencia.


Nadie ha visto la vida en sí, pero sí sabemos, por de pronto, que la percibimos a través de los efectos que produce, como son el andar, toser, cantar, reír, etc. La vida existe, es, pero en cambio no se puede señalar ni mostrar. Ahora bien, sería una locura atreverse a decir que no existe la vida por el sólo hecho de que no la perciben nuestros sentidos físicos; esto parece a todas luces muy evidente.

Todos los cuerpos del universo, cualesquiera que sean, y el universo mismo son el resultado del impulso, de la expresión de la vida, y ese impulso de la vida que no se puede contabilizar ni poner sobre una mesa de laboratorio, ni bajo las lentes de un microscopio para ser investigado es el Origen y la Fuente de todo.

            ¿Qué cosa es la vida?, ¿se puede precisar algo más acerca de ella? Aquí creemos que sí. Porque la vida tiene una característica esencial que la delata siempre, y esa característica es su creatividad, tanto es así que podemos decir que vida y creatividad son casi lo mismo. Y digo casi porque la vida es incluso anterior o independiente de cualquier realidad manifiesta.

La vida cuando se expresa lo hace como creatividad en movimiento. Un quark está animado por la vida y por eso existe, y lo mismo ocurre con un leptón o cualquiera de los elementos básicos de la realidad material, también una planta, un animal, un ser humano , una galaxia o un universo. La vida crea, es decir, se encuentra detrás, impulsándolo todo, de ese océano inabarcable de formas al que llamamos realidades, toda clase de realidades, sin excepción.

Las realidades que la vida crea son precisas, aunque algunas veces se nos muestren esquivas, sobre todo en los niveles más primarios de la existencia, son definibles, tienen una armonía y existen dentro de un orden, no son absurdos, forman parte de ecosistemas, se rigen por unas leyes coherentes y lógicas, que en algunos casos se nos escapan, como en el caso del mundo cuántico. Es decir, la vida se exterioriza y manifiesta, funcionando de forma inteligente y con voluntad propia, por eso surge lo que surge entre millones de posibilidades distintas y no otras cosas. Todo es impulsado por la vida que crea voluntaria e inteligentemente siguiendo o trazando unos patrones que ella determina, luego la vida es también energía.

Los sabios hindúes sintetizaban la definición de nuestro ser al afirmar de nosotros que somos “existencia-inteligencia-bienaventuranza” (sat-chit-ananda), en donde por existencia se entiende energía, vida, potencia, fuerza, voluntad, por inteligencia la capacidad de comprender, razonar, memorizar y por bienaventuranza la capacidad de amar, gozar, ser felices.

Como podemos ver, es fácil sacar la conclusión de que Vida y Ser son lo mismo. El ser de las cosas es el ser que las crea y las anima. El ser de las cosas es la misma Vida, del mismo modo que la vida de las cosas es su Ser. Todo es vida siendo. Y, ahora, no me resisto a dejar de colocar aquí un poema que no hace mucho tiempo escribí, precisamente sobre lo que la vida es y sobre la vida que somos y que toca el corazón de todo cuanto aquí estamos diciendo y diremos:


VIDA CONSCIENTE ERES

Que la vida ruede,
Que la vida siga,
Que la vida sea,
Que la vida fluya,

¡Viva el vivir de la Vida!

Que nazcan niños y niñas,
Que nazcan ríos,
Que nazcan libros,
Que nazcan plantas,
Que nazcan cantos,
Que nazcan montañas,
Que nazcan peces.

¡Viva el parir de la Vida!

Que la vida cante,
Que la vida engendre,
Que la vida construya,
Que la vida escriba,
Que la vida pinte,
Que la vida ore,
Que la vida baile,
Que la vida ilumine,
Que la vida viva.

¡Viva el vivir de la Vida!

Alfareros somos todos
Instrumentos-Vida de la Vida viva,
Hacedores
Creadores
Del amanecer constante.

Vivifica cuanto toques
Despierta aquello que duerme,
Resucita entre la muerte
Del no saber lo que eres
Y da siempre paso a la Vida.

Vive en tu ser entero, vive
Sin olvidar tu Linaje,
Hijo de las estrellas
Del Dios vivo que tú eres,
Hacedor de universos,
También de lo insignificante y pequeño,
Y siempre, sobre todo:
Vida, vida presente y consciente.



4.- Todos los seres en esencia somos Conciencia, que se manifiesta como Energía, Inteligencia y Bienaventuranza. Eso es a lo que le llamamos Vida.



Esto que estamos diciendo sobre el ser de las cosas, es decir sobre la vida que todo lo anima, se va clarificando en la medida en que observamos el desarrollo de la evolución de los seres. Lo decimos, porque a lo largo de esta evolución que parte desde el “primer impulso creador en la materia” existe una constante que se halla siempre presente, y que se va evidenciando cada vez más hasta llegar a ser no sólo el elemento central de todo el proceso, sino la Realidad soberana del mismo, la única Luz y Auto-evidencia en lo que todo al final desemboca.

Esa constante es la Consciencia; ella es la raíz de todo, el asiento de la propia vida, la Fuente de cualquier existencia, lo que hace que después cada ser sea energía-inteligencia-bienaventuranza. En la cumbre de nuestro desarrollo lo que descubrimos es que somos Consciencia, consciencia que es vida y vida que es consciencia

La conciencia es la justificación última o primera de que las cosas sean. No conciencia es equivalente a no existencia o no ser. De hecho, Ser, Vida y Conciencia vienen  son lo mismo, son palabras que reflejan conceptos sinónimos. Nos confunde esto que decimos porque normalmente relacionamos la consciencia con los seres “vivos”, casi nada con los vegetales, algo con los animales y de manera especial con el ser humano. Pero la realidad es que la consciencia, como la vida, tiene muchas formas de expresarse, de ser, y también muchos grados. Esto es lo que manifiestan la diversidad de “reinos” en “la creación” con su incalculable número de especies y seres de todas las clases imaginables.  

En algunos casos o reinos de la naturaleza hasta tal punto parece que la vida y la consciencia no están presentes que hablamos de “naturaleza muerta”. Pero esto no es así. La vida inmensa que existe en una diminuta mota de polvo es alucinante y si fuésemos capaces de asomarnos y ver el bullir de la vida que late y palpita en el fondo del fondo desde donde surgen las primeras pulsaciones de la existencia material nos llenaríamos de asombro. Y allí, por mucho que nos pueda sorprender, la conciencia se halla presente, y la inteligencia, y la energía y el amor. Porque la vida es realmente universal, late siempre y en todas partes se halla Presente. Todo es Vida. Sólo la Vida Es. No hay nada más que Vida. Esta es la gran verdad y el mayor secreto a desvelar de todo el universo.

            La Consciencia-Vida lo ocupa todo. Nada hay ni existe fuera de la consciencia. Así, pues, podríamos decir que la consciencia es la sustancia de las cosas, desde los primeros “ladrillos” con los que se empieza a construir el mundo material hasta las galaxias y los universos, y más todavía. Por eso decimos que existe un fondo de base que es común e idéntico para todos los seres y en ese sentido decimos que hay una no diferenciación entre todos. Todos los seres somos emanaciones, expresiones de ese Fondo de Realidad al que para orientarnos le llamamos Vida-Ser-Conciencia. También le podemos llamar Dios, Lo Divino, el Tao, o de otro modo en función de nuestras tradiciones, culturas o sensibilidades.

Y algo muy importante, toda esa inmensidad de seres vivos, no formamos una “sopa” de confusión indiscriminada, con papeles, funciones, tareas y disposiciones absurdas o caóticas. Cada ser de cualquier nivel de realidad ocupa un lugar y desempeña una labor genuina y propia, dentro de un orden y un sistema armonioso más grande y en el que todo está entrelazado, interconectado e interrelacionado además de poseer unas cualidades o capacidades que se van perfeccionando y haciéndose más complejas en la medida en que subimos en la escala de la evolución. La evolución apunta siempre hacia un mayor desarrollo y “presencia” de la Consciencia.


5.- Distintas formas de hacerse presente la Consciencia o de “Ser Consciencia”. Distintas formas de sentirnos como sujetos o “yo”


El mineral posee consciencia, en realidad es ella la que lo ha formado-creado. Pero la consciencia en el mineral se halla como dormida, tanto que parece inexistente y más aún para los ojos físicos que tan sólo captan el nivel más burdo de la materia. Para la función que tiene el mineral el desarrollo de la consciencia es suficiente, no se precisa más. Podríamos, pues, decir que existe una “consciencia mineral”.

Por sus características propias se podría hablar igualmente de una “consciencia vegetal”, más definida, podríamos decir, que la anterior, más manifiesta a través de sus acciones, con más capacidad de interacción con el medio y quizás más accesible y evidente para nuestros sentidos físicos.

También se podría hablar de una “consciencia animal”, menos automática que la anterior, pero muy instintiva y determinada, con pocas funciones inteligentes a excepción de los animales superiores con el cerebro más evolucionado como en el caso de los simios, delfines, las ballenas, etc. En algunos de ellos la consciencia empieza a estar ya muy avanzada pero nunca estructurada aún en torno a un eje autoconsciente identitario que les permita ir más allá de su determinismo psico-genético.  

Y así llegamos a la “consciencia humana”. Los seres humanos poseemos a diferencia de los seres de las otras especies una cualidad exclusiva, se trata de nuestra capacidad de reflexión y de autodecisión consciente que nos permite actuar sobre el propio crecimiento y desarrollo tanto como personas como especie; en este sentido sería correcto decir que los seres humanos somos, de alguna manera, los dueños y los creadores de nuestro destino (Teilhard de Chardin, Aurobindo y otros, nos lo han explicado y demostrado con profundidad), puesto que “hemos tomado la evolución en nuestras manos” y nos hemos convertido en general en los sujetos activos de ella y, más en concreto, de nuestras vidas en particular. Somos sujetos responsables de nuestras vidas, podemos elegir y tomar decisiones conscientes, y no sólo reaccionar, ante los diferentes estímulos que desde el exterior nos vengan. No somos robots, ni autómatas ni, menos aún, zombis, aunque en ocasiones parece que nos comportemos como tales.

            Para que esto sea posible la consciencia se ha hecho evidente en nosotros. Somos conscientes de que somos conscientes. Sabemos que la Consciencia es experimentada por nosotros de diversas maneras; esquemáticamente las podemos representar de cinco formas, que es como nos las divide el filósofo y místico advaitín Sesha: la de quien está dormido, la de quien está despierto pensando, la de quien observa, la de quien se funde en la realidad observada para saberse y sentirse uno e indiferenciado con todo lo observado, o la de quien experimenta que es uno con toda la realidad, incluso la que está más allá de lo que sus sentidos físicos perciben. Esas diferentes formas son las que hacen que existan a su vez cinco formas también de sujeto o de identidad, cinco maneras en el fondo de sentirnos como “yo”.

            Lo que esto quiere decir es que el modo de percibirnos está condicionado absolutamente por las “rejillas” o filtros que le ponemos a nuestro ver. Cuando nuestro ver está desprovisto de cualquier clase de identificación y libre de distorsiones o colorantes mentales, también de los que provienen de nuestros sentidos físicos nuestro ver es un puro ver, sólo hay la claridad del ver, somos ese ver y eso nos coloca en nuestra Identidad Transparente e Infinita. A partir de ahí la conciencia que tenemos de nosotros como sujeto se va estrechando, tanto que el Testigo que somos va quedando asimilado y fusionado en los marcos de realidad y las situaciones que vamos viviendo hasta identificarnos casi completamente con ellas y con los personajes que interpretamos en cada momento.

            Todo verdadero camino de crecimiento interior a donde nos debe de llevar es a ese espacio en el cual nuestro ser se auto-evidencia, o sea cuando la consciencia-vida que somos se sabe siendo sin fisura alguna Eso.

            Ahora, pues, y recopilando todo lo dicho hasta aquí podríamos decir que todos los seres Somos Vida-Conciencia cuyas cualidades esenciales se aglutinan en la trinidad energía-inteligencia-bienaventuranza como ya vimos. Los distintos grados o formas de hacerse presente la Consciencia y esa energía-inteligencia-bienaventuranza dan lugar a los diferentes “reinos” de la naturaleza con sus infinitos seres. La consciencia humana nos ofrece la posibilidad de trascendencia y de ir más allá de los determinismos de la especie; nosotros podemos dirigir nuestra evolución y crecimiento. Podemos experimentar diferentes estados de consciencia que hacen que nos percibamos de formas distintas. El estado que a todos nos aguarda es ese en el que la Pura Claridad de Ser es reconocida como nuestra única y verdadera identidad. Entonces tendremos una consciencia iluminada, mejor dicho seremos una consciencia iluminada.
           

6.- Un ejemplo de cómo un sabio y místico de hoy, Sesha, describe el estado de conciencia iluminada en la que su Identidad es el mismo Infinito..
           

Aquí nos limitamos a escoger un fragmento de la experiencia que Sesha (Maestro de Vedanta; nace en Colombia en 1960) vivió sobre su despertar y describe en su libro “Vedanta advaita”, edit. Gaia, pag. 175 y stes.). Aquí se nos muestra de una forma muy clara y bella lo que es la autoevidencia de sentirse y saberse a uno mismo dentro de un océano de bienaventuranza y existencia en el que, y según el mismo Sesha nos cuenta, conocedor y conocido no se diferencian.

En esta forma de Identidad, la Conciencia de ser no está limitada por ninguna clase de separación o fragmentación que es lo que nos ocurre en el estado de sueño, cuando pensamos u observamos algo en el estado de vigilia, o incluso dentro del estado que el mismo Sesha llama de “concentración” en el que la frontera de percepción aún es la del mundo de los cinco sentidos o de la propia mente en el caso de la meditación interior. He aquí Lo que nos cuenta:

“Transcurría el mes de mayo de mil novecientos ochenta y seis. Algunos amigos me invitaron a una práctica interior….Todos nos sentamos en la sala donde realizaríamos la práctica…De un momento a otro, y sin razón alguna, el espacio interior tomó un tinte completamente oscuro…en la lejanía del universo oscuro que me invadía y justo al frente…emergió un pequeño sol de color rojo…que, instante a instante, buscaba cubrir todo el espacio de mi vista interior…Inclusive el irrefrenable temor a morir empezó a invadirme, pues la inmensa masa luminosa tenía, al parecer, el poder de arrastrar la vida que en mi cuerpo moraba…Asumí realmente la decisión: seguir sin importar qué pudiera acontecer. En ese mismo instante el sol rojo cubrió la totalidad de mi espectro interior, chocó violentamente contra el pecho e hizo que mi corazón explotara en mil pedazos, igual que una botella de cristal caída desde cientos de metros de altura.

Fui lanzado al espacio mismo. No sentía el cuerpo. Era espectador de cómo la luna, los planetas, el sol y las estrellas pasaban una a una o por millones, conformando un universo cada vez más ilimitado. Podía advertir galaxias y nidos de galaxias, cada uno con infinitos constituyentes; era testigo de mundos conformados por cada partícula de polvo. Luces inenarrables, fuerzas que por su furia son incomprensibles e ideas que jamás mi mente podrá nunca explicar se arremolinaban en una danza acompañada por la música de una felicidad indescriptible. Era testigo no solamente de este universo, sino de todos los restantes, de aquellos que existen más allá de nuestra limitada comprensión mental. Tiempo y espacio se manifestaban, pero no limitaban. Un inmenso manto de bienaventuranza cobijaba la existencia. Luego, afianzado en el infinito mismo, me convertí en el infinito.

…Era el conocedor y lo conocido…Un océano de conciencia habitaba todo lo existente y más allá de lo existente. El amor era tan enloquecedor como el brillo de mil soles juntos que se mecen en una pompa de jabón. Allí….el universo reveló su esencia inmortal…Era una realidad sin comienzo ni final….”



7.- Dentro de todo este panorama, ¿qué es y qué lugar ocupa el Alma? ¿Todos los seres poseen alma? La consciencia y el alma. El alma de los seres humanos.


A estas alturas de la indagación que estamos haciendo, creo que la decisión sobre si somos materia o vida consciente ya está más que decantada, basta con que nos hagamos la pregunta para que la respuesta salga sola, ¿no es así? De hecho, la materia inerte y muerta ni siquiera se puede plantear esta cuestión, tal y como le pasa  al mismo cerebro, que al fin y al cabo, sólo es eso, materia, no vida. ¿Qué es, si no, un aparato de televisión o una radio, sino el instrumento para que algo  exterior e independiente de ellos, al margen de su intervención, aunque tomándolos como medios, se reproduzca? Del mismo modo, lo que anima a nuestro cuerpo es “otra cosa” que pertenece a un plano distinto, el de la vida no material o espiritual, y esa otra cosa es la consciencia-vida que somos que es independiente y anterior al cuerpo físico.

Ciertamente, podemos decir que la materia en cualquiera de sus formas es un efecto de la Consciencia, y no al revés, tal y como ya se atreven a afirmar bastantes científicos e investigadores. En este sentido, es significativo e ilustrador lo que dice Pim Van Lommel  para quien “según las interpretaciones actuales de la física cuántica, los campos electromagnéticos –generados en el cerebro- son considerados más el efecto que la causa de la conciencia” (“Conciencia más allá de la vida”, edit. Atalanta, pag. 330) Algo parecido piensan David Bohm, también Ervin Laszlo, R.Sheldrake, Amit Goswami, Charles Tart y un largo etcétera.

Así se expresa abundando en esto el físico Amit Goswami: “Hemos descubierto a Dios dentro de la ciencia. Y más aún….a un nuevo paradigma de la ciencia basado en la consciencia. (Porque) La consciencia es la razón de todo ser, que ahora podemos reconocer como lo que las tradiciones espirituales llaman el Señor (cristianismo), Brahma (Hinduismo), Ain Jof (Judaismo), Sunyata (budismo)”.

            Pues bien, esta Consciencia individual en nosotros, la razón de cada ser, en realidad, es la expresión particularizada de una Conciencia  Base “anterior”, Origen de todo, Causa sin causa e Increada, la Presencia Absoluta. Porque fue así como todos los seres vinieron a la existencia, emanados de ella y desde ella, ya que en un “Principio eterno” esa Consciencia Suprema “estalló”, saliendo de sí, en infinidad de “chispas” de luz que dieron lugar a los infinitos ojos de la Consciencia, que son las conciencias particulares o individuales, cada uno de los cuales fueron animando a las primeras formaciones emergentes, desde las más ínfimas y subatómicas a las más grandes, los universos; y así de este modo fue como nacieron todos los distintos “reinos” y mundos de la existencia, algunos de los cuales ya hemos mencionado.

Este es el origen real de todos los seres, los cuales son el fruto de la voluntad consciente y original de la Consciencia. Y la particular impronta de esa Consciencia en cada ser es lo que da lugar a su Alma, que es la genuina manera de estar y de ser de ella. Es por esa razón, por lo que el alma es la “forma” que el Ser Universal, Conciencia divina o Dios toma en cada uno de nosotros; o dicho de otra manera, es como la individuación del Ser en nosotros,  el modo en que ese Ser Universal es en y a través de cada ser en particular. Por eso, en el cristianismo, por ejemplo, se dice que somos “hijos de Dios”, pero no sólo nosotros habría que añadir sino todo ser, hasta el aparentemente más insignificante y elemental, el primer “ladrillo” o “átomo sin división ni partición posible” con el que la materia se forma.

Todos los seres que existen poseen un alma; sin alma no es posible la existencia de ningún ser. Cada ser, no importa su complejidad, evolución o tamaño es el fruto de la voluntad (amor) de la Consciencia para que exista, de su energía para que sea posible y de su inteligencia para que adquiera identidad. Esto es lo que da lugar a la sustancia de un alma, o sea, su amor-bienaventuranza, su energía y su inteligencia que nacen de la Consciencia particularizada en nosotros, en cada ser; si esto, esa consciencia-alma se retira, entonces los cuerpos físicos que servían como instrumento para que los seres particulares vivieran, se expresaran, crecieran y se desarrollaran, se desestructuran, o dicho de otra manera, se produce el fenómeno que llamamos muerte.

La voluntad de ser que viene de la consciencia-alma es la que mantiene y “apuntala” la integridad del cuerpo, no otra cosa; y no se crea que decimos algo que nosotros sentimos o creemos por razones más o menos filosóficas o místicas, la misma ciencia, bastantes científicos habría que matizar, ya empiezan a reconocerlo así”. (ver obra citada de P. V. Lommel y todo lo que dice sobre la consciencia no local)

Creo por lo tanto que es muy importante e interesante caer en la cuenta y retener la idea de que un cuerpo físico es el resultado de una suma de partículas, átomos, moléculas y células que la consciencia-alma, la vida que somos, ha modelado y con su voluntad e inteligencia sostenido a través de una estructura y forma concretas como instrumento a su servicio para realizar un fin. Instrumento que una vez cumplido dicho fin y habiendo dejado por lo tanto de ser útil es simplemente abandonado, por eso luego se desintegra.

Por otra parte, las almas de los seres que conforman los diferentes “reinos” se diferencian además de por saberse más o menos conscientes, por el grado también de individualidad o de conciencia de “yo” que es la que como centro de identidad nos distingue de los centros de identidad de los otros “yoes”. En algunos reinos como el mineral, el vegetal e incluso la mayor parte del animal la consciencia individual no existe, en cuyo caso lo que hay es una consciencia mineral, vegetal o animal instintivas, de especie, colectiva o de grupo. Por eso, en los seres de los reinos “inferiores” lo que suele haber es alma grupal o de especie y no almas individuales que apenas si en algunos casos o especies más superiores están empezando a apuntar.

En las almas individuales propiamente, a diferencia de las almas grupales, hay capacidad de asumir el propio destino y de orientar nuestro crecimiento, tenemos una intencionalidad y  un propósito que son los que determinan cada una de nuestras existencias en torno a un yo en evolución y de creatividad constante, además del ansia de trascendencia o instinto de perfección que siempre están presentes en nosotros

Nuestras almas forman parte intrínseca de nuestro ser-consciencia, que es la fuente de la que hemos nacido, y por eso en esencia poseemos sus cualidades básicas, aquellas a las que ya nos hemos referido antes como amor-alegría-felicidad-bienaventuranza, energía-fuerza-poder-voluntad e inteligencia-sabiduría; lo que ocurre es que en nuestra alma esas cualidades son aún  potencias a desarrollar o en evolución. El máximo crecimiento de nuestras almas se da cuando “despertamos” y nos damos cuenta de la identidad que somos con nuestro Ser-Consciencia, tal y como ya hemos dicho.

Seguramente nos servirá para entender mejor la distinción entre nuestro Ser-Consciencia y nuestra alma el recurrir  a un ejemplo que nos lo ilustre. Podemos tomar así el paralelismo “Ser-alma” y “Actor-personaje”, donde el alma desarrolla todas las cualidades y potencialidades del Ser, del mismo modo que el personaje interpreta todas las potencialidades del Actor. Todas las cualidades del Ser se hallan en el alma como semilla; existir, vivir, sería la oportunidad que nos damos para aprender, conectar con ellas, desmontar los falsos errores y expresarlas.

El Alma de cada uno es la expresión de nuestro ser; está siempre presente. En realidad no tenemos un alma sino que  somos un ser espiritual expresándose a través de un alma, Tenemos y nos servimos de un cuerpo, el cual sí que es provisional, una herramienta, temporal y prescindible. Nuestra alma es muy real. El que no se vea con los ojos físicos es muy secundario; sí que se ve con los ojos internos. Testigos de lo que estamos diciendo los hay en abundancia, místicos, sabios y videntes así nos lo han transmitido y nuestro ser lo reconoce como verdadero. Los ojos físicos son demasiado densos para captar el alma, en cambio sí que podemos sentirla y “notarla, y para ello lo que hay que hacer es agudizar nuestra intuición así como desarrollar el amor hacia nuestra dimensión espiritual y hacia Lo Superior.

Nuestras almas están siguiendo un Plan. El Plan de cada alma arrancó antes incluso de que fuésemos “almas humanas”. Cada ser hemos pasado por todas las fases y niveles de la realidad, por eso ninguno de los reinos de la naturaleza nos son ajenos, todos ellos están inscritos en nuestro genoma espiritual y a todos ellos nos hallamos unidos. El Plan evolutivo de nuestra Alma parte del infinito, cuando la primera semilla de realidad-consciencia divina se exterioriza en el tiempo-espacio dentro de las cuatro dimensiones que nos son conocidas. Y nuestro destino es también infinito puesto que infinito es el potencial de Dios el cual estamos expresando y expresaremos en la eternidad.



8.- Otro ejemplo-testimonio, el de Tony Parsons que en su libro “Lo Que Es”, de la editorial Gaia nos describe (pag. 45 y stes.) su particular despertar y conciencia de sí del que extraemos, por su interés, algunos fragmentos:

“Un día estaba caminando por un parque en un suburbio de Londres..
…Lo que aconteció entonces está simplemente más allá de cualquier descripción. Sólo puedo decir inadecuadamente en palabras, que una tranquilidad y presencia totales parecieron descender sobre todas las cosas. Todas las cosas devinieron sin tiempo y yo ya no existía…
…La unidad con todo y cada cosa era lo que aconteció. No puedo decir que yo estaba “unificado” porque “yo” había desaparecido. Sólo puedo decir que aconteció esa unidad con todo, y que un amor irresistible llenó todo. Junto con esto hubo una comprensión total de la totalidad. Todo esto aconteció en un relámpago sin tiempo que pareció eterno…
…La naturaleza, las gentes, el nacimiento y la muerte, y nuestros esfuerzos, nuestros miedos y nuestros deseos están contenidos todos dentro y reflejan un amor incondicional.

…Miré a la hierba, a los árboles, a los perros y a las gentes moviéndose como antes, pero ahora no sólo conocía su esencia sino que yo era su esencia, como ellos eran la mía. De otra manera era como si todo, incluyéndome a mi, estuviera envuelto en un amor profundo y omniabarcante, y de una manera extraña parecía que lo que veía no era tampoco nada especial…”


9.- En resumen:

Todo lo que hemos dicho hasta aquí, con mayor o menor acierto y fortuna, así como los testimonios, a nuestro entender tan valiosos, que hemos aportado, nos remiten  hacia una comprensión nueva de nosotros, hacia una identidad más profunda y completa sobre lo que de verdad somos; nos conducen y señalan a nuestro verdadero Ser, que es lo verdaderamente importante.

Tal vez hayamos podido llegar a comprender, ojala haya sido así, las siguientes cosas: que, evidentemente, nuestro cuerpo no lo somos, sino que lo tenemos, que la conciencia de nosotros como seres individuales es independiente del cerebro, que nuestra pervivencia no depende de la vida física y material, la cual no es la causa sino el efecto de nuestra conciencia-alma, que nuestra identidad no se restringe a la información y tendencias de una personalidad determinada en un momento dado sino que se expande y amplia hasta la totalidad del ser, que independientemente de la forma que tomemos y tengamos, antes y después de la llamada muerte existe una continuidad de algo que no varía y a lo que le llamamos nuestro ser-alma, que ese ser es común con los demás seres del universo en nuestra esencia pero distinto en su manifestación. Para experimentar y vivir nuestra genuina aventura creadora pasamos a través de cada vida y en los diversos mundos o universos en los que encarnamos, con una intencionalidad y propósitos determinados, y que la Realidad Suprema, de la que todo nace y en la que todo se contiene, se vive y se es a través de cada punto y foco de conciencia manifiestos, que es lo que somos cada uno, por eso se puede decir sin equivocarnos que lo que esencialmente somos cada uno es un modo particular de ser Dios, la Conscienca, la Totalidad de Lo Real en y a través de nosotros.





2 comentarios:

  1. ¿Y quién creó La Fuente, El Origen, al que unos llamamos Universo y otros Dios? ¿ Y porqué esa energía (Realidad Suprema, Consciencia, Dios..) siempre acaba "personalizándose" ?.

    Saludos Julián.

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    1. Amigo Carlos:

      Las preguntas sobre el origen del origen se acaban cuando das un pequeño salto y vas al otro lado de la mente racional, al "espacio" de la Consciencia. Entonces sabes que ese Origen no es "otra cosa" que se tenga que buscar en "otro lugar", ni siquiera en "otro tiempo". Ese Origen, ese Fondo, al que se le puede llamar Dios o de otro modo lo contiene todo y en todo se halla contenido, como una brisa que acaricia la realidad entera sin dejar de ser toda ella. Ese Origen es Ahora. La mente aquí se suele liar mucho, entiende poco de esto, y menos aún si no se deja llevar por el Silencio Amoroso del Corazón, que es cuando todo se vuelve transparente. "Eso" se halla más allá de cualquier creencia. Se sabe de lo que hablamos cuando lo sientes o lo "notas": antes es tan sólo una idea más o un concepto para afirmar, del que dudar o al que negar.

      Es cierto que a esa Realidad se la suele personalizar, con frecuencia en exceso,a veces de manera desmesurada y en algunos extremos incluso absurda, seguramente porque así, al humanizarla, se hace más inteligible y cercana. En mi caso no es así, pero yo lo comprendo. Lo importante, en cualquier caso, es no olvidar el Fondo,ni quedarse con el dedo en vez de mirar la luna que señala, ¿me entiendes?.

      Gracias por tu colaboración y un abrazo.

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