miércoles, 18 de abril de 2012

NO EXISTE LA MUERTE, SÓLO LA VIDA EXISTE.

          

           
A lo largo de este escrito, voy aportando lo que para mi son motivos más que suficientes para afirmar y creer que la muerte es una irrealidad. Entiendo que una comprensión profunda sobre esto hará que nuestras vidas cambien para bien, tanto a nivel individual como colectivo. Por desgracia, aún vivimos en un mundo que cree demasiado en la muerte, y ello a pesar de que muchos se dicen creyentes y comulgan en determinadas religiones. El egoísmo, en cualquiera de sus formas y manifestaciones, seguramente tiene mucho que ver con nuestra falta de fe y de apertura a nuestra dimensión espiritual, trascendente y eterna. Posiblemente el tema de la muerte y su significado para cada uno de nosotros ha sido y es el tema al que menos energía y tiempo dedicamos y, a su vez, del que más huimos o disfrazamos; la razón de esto no es otra que el gran temor que le tenemos. Para superar este temor, no hay duda de que el primer paso que tenemos que dar es el de tratar de conocerla y poder así, lejos de falsos mitos e irracionalidades, desenmascararla y situarla en su justo término. Entonces, los descubrimientos que podemos encontrar pueden ser maravillosos en muchos sentidos y, desde luego, muy esperanzadores.

Esto es lo que aquí hemos querido hacer, ofreciendo por una parte nuestra propia comprensión, aunque también, por otra, y de manera muy especial recurriendo a la voz y los testimonios, -de ahí las largas citas que a veces pongo-, de quienes, al menos para mi o han sido y continúan siendo mis maestros o, por su solvencia, son una garantía del valor de sus testimonios o de sus aportaciones científicas. Creo que entre todo esto, quien lea estas páginas se podrá llevar, si no una información completa, que no es lo que yo pretendo dar, al menos lo que yo estimo que es una panorámica representativa, veraz, fiable, fundada y, desde luego, muy digna para ser tenido en cuenta por quienes se abran a estos temas.


1. DE LA VISIÓN MATERIALISTA A UNA COMPRENSIÓN DE NUESTRA CONCIENCIA INDEPENDIENTE E INMORTAL

Si alguien cree que  sólo es su cuerpo y su mente es lógico que esté convencido de que su final definitivo vaya parejo al de la cesación de todas sus funciones vitales. En este caso, la muerte para él será un hecho real y verdadero, todo lo contrario a lo que anuncia el título con el que encabezamos este escrito. Pero no sólo eso, sino que contará para avalar su convicción con toda una tradición muy extensa de científicos y también de personas que suscriben esto mismo. Unos y otros se estarán basando en idéntico principio básico: aquel que afirma que la materia y su mecánica son la base y el origen de todo, incluida la misma conciencia y el sentido de individualidad, y como consecuencia,  cualquier otra cosa que se diga y que tenga que ver con alguna forma de realidad espiritual, existencia no material o vida consciente independiente del mecanismo cuerpo-mente será tomado por ellos como producto de la mera ilusión, si no de la charlatanería o de la errónea interpretación.

Suelen decir, además, también, que si ahora existe algo que no se puede explicar aún por medio de la ciencia (materialista por supuesto) no hay más que esperar el paso del tiempo para que esta encuentre su explicación y pueda descartar así cualquier veleidad metafísica, trascendente o no material. De este modo, como se puede observar, sus aprioris o prejuicios, muy dogmáticos y poco científicos, nunca podrán alterarse ni moverse.

Jean Rostand, en concordancia con esta forma de ver y entender la realidad, en su libro “Lo que yo creo” dice lo siguiente: “Pienso que morir es realmente morir y que la muerte no es símbolo de ninguna otra realidad escondida, estoy convencido de que cuando uno muere, muere de verdad y no volverá a aparecer de nuevo, como hacen los actores en el teatro”.

            Pero esta perspectiva materialista de ver las cosas ha chocado una y otra vez con datos y testimonios que rompían sus planteamientos y justificaciones, porque venían de gente que clínicamente había tenido paralizada de forma total cualquier clase de actividad cerebral que pudiese justificar alguna clase de alucinación o escenificación visual autoinducida, los cuales nos han compartido experiencias que han tenido de índole absolutamente inmaterial y sin el concurso del cuerpo físico. Son miles el número de personas que han constatado, a través de ECM (experiencias cercanas a la muerte) estar vivos fuera o al margen de su cuerpo, invidentes incluidos, de cualquier edad, época, tradición, religión o cultura, y también los que han sido testigos presenciales de la existencia de otros planos de realidad. Sus experiencias han sido muy lúcidas, vívidas, coherentes, precisas, ordenadas y con sentido, nada que tenga que ver con las alucinaciones típicas que algunas veces se tienen en los quirófanos. A veces, esas experiencias incluso han sido compartidas por sus mismos acompañantes.

            Todos esos testimonios y otros más que los complementan como el de personas sanas  con capacidad para “salir” de su cuerpo y ver la realidad desde ese nuevo ángulo, las aportaciones de ciertos médiums y videntes, los trabajos de comunicación con seres del más allá de Jürgenson, Raudive y otros, además de la variada y rica información procedente de místicos, meditadores y también de investigadores muy serios que se han dedicado intensamente a la indagación de estos campos, lo que nos vienen a decir y corroborar es que la conciencia es una realidad independiente del cerebro y, por lo tanto de la materia; es decir, y en definitiva, que se puede vivir y existir sin el cuerpo físico, más aún, y esta es su principal contribución, afirman sin dudar de lo que dicen que la muerte, esta sí, es una ilusión.

            Desde esta convicción, François Brune, sacerdote y teólogo, un insigne estudioso de estos temas, afirma que: “Lo más escandaloso es el silencio, el desdén, incluso la censura ejercida por la ciencia y la religión respecto al descubrimiento, sin duda,  más sensacional de nuestra época: que existe la vida después de esta vida y que podemos comunicarnos con los que llamamos muertos”, y más adelante continúa: “Nuestra época está, sin duda, en vísperas de una conmoción sin precedentes en la historia de su desarrollo espiritual. Tan sólo es necesario que, por fin, abra los ojos a este descubrimiento fundamental: la eternidad existe y los que viven en el más allá se comunican con nosotros”. (“Los muertos nos hablan”, François Brune, Edit. Edaf 1990)

            Y un científico, Pim Van Lommel, en contraste claro con la opinión de J. Rostand, después de muchos años de investigación sobre las experiencias cercanas a la muerte nos dice en su libro “Consciencia más allá de la vida” (edit. Atalanta, pag. 369) que “Es difícil evitar la conclusión de que la esencia de nuestra conciencia infinita precede a nuestro nacimiento y a nuestro cuerpo y sobrevivirá a la muerte de este en un espacio no local en el que tiempo y distancia no tienen importancia alguna. No hay comienzo ni habrá fin para nuestra conciencia. En vista de esto, debemos considerar seriamente la posibilidad de que la muerte, como el nacimiento, no sea más que una mera transición entre un estado de conciencia y otros”


            2.- MI CONVICCIÓN PERSONAL SURGE DE UN SENTIR MUY HONDO.

            Personalmente, tengo la convicción absoluta de que no somos un cuerpo físico, y de que tanto él como mi cerebro son unos instrumentos o medios de los que se sirve la realidad que sí soy: mi ser, mi alma. Sé que mi conciencia de ser es independiente de cualquiera de los cambios por los que mi vida trascurre o con los que se encuentra, en momentos de vigilia, cuando duermo o en el instante en que mi cuerpo desfallezca en ese fenómeno al que llamamos impropiamente “muerte”. No tengo “pruebas objetivas” que me sirvan para demostrarle a nadie que esto es así y no de otra manera.

Mi convicción nace fundamentalmente de mi propio ser, del “contacto” con mi alma que sí sabe y que es la fuente de este sentir, un saber que luego uno puede contrastar, corroborar y reforzar con los datos que los avances de la ciencia y los testimonios de personas, para mi fidedignas y con autoridad, me dan. No puedo asegurar ahora qué papel jugó para que este convencimiento íntimo se diera la vivencia que tuve hace ya muchos años y de la cual hablo en otro apartado de estos escritos, en la cual todo yo, sin fisura ni resquicio alguno, experimentaba, sabía, con un saber que se hallaba más allá de la mente racional y que surgía del contacto directo con lo sabido, que todo cuanto existe es Vida, sólo Vida. En aquellos días, pues la sensación-vivencia se mantuvo durante varios días, uno vehía con una claridad absoluta que la muerte no tenía cabida allí para nada, no se podía dar siendo que lo único real, la Vida, lo llenaba todo, y esto era lo que yo constataba. Por eso el título que le doy a esta reflexión sobre la muerte y que veremos después en boca de mi admirado Antonio Blay según el cual “La muerte no existe, sólo existe la Vida”.

También es cierto que, desde mi punto de vista, son más las razones que hoy tenemos para creer en estas verdades que para rechazarlas, siempre, claro, que uno se tome la molestia y el verdadero interés de mirar, averiguar, leer y escuchar testimonios, recoger datos, sopesarlos, dejarse sentir por dentro y así poder llegar a saber. Si esto se hace, creo que hoy en día ya es “casi” imposible continuar afirmando que somos materia o un exclusivo mecanismo cuerpo-mente. Pero si, además seguimos el rastro de nuestra intuición y/o nos acompañamos por el fiel lazarillo de la meditación sistemática entonces hasta ese “casi” desaparece para quedarnos con el convencimiento total interno de que nuestro verdadero ser es inmortal.

            Por lo demás, uno ha podido llegar a la conclusión de que las resistencias para creer en la pervivencia después de abandonar este cuerpo se deben, sobre todo, a actitudes muy egoístas y a prejuicios extraños de autoafirmación personal que nos resistimos a abandonar y que son los que, en definitiva, nos impiden acercarnos, mirar y ver, como les pasaba a los que condenaron a Galileo que ni tan siquiera se tomaron la sana molestia de poner sus ojos en la mirilla de su telescopio y observar. Las cosas hubieran sucedido de otra manera. Así que, al estilo de Galileo cuando dijo “y, sin embargo, se mueve”, nosotros desde aquí decimos: “y, sin embargo, la vida consciente que yo soy sigue, aunque el cuerpo esté, según se dice, muerto”.

            En cualquier caso y tal como dijo Frederik van Eeden en 1890: “Estoy más convencido que nunca de que el rechazo apriorístico a examinar fenómenos desconcertantes e inusuales es el mayor enemigo del progreso científico”. Pero también uno va teniendo la sensación de que todo esto va cambiando y que cada vez son más las personas que se están abriendo a estas realidades, señal de que poco a poco la comprensión acerca de nosotros mismos se va ampliando. Podría ser que, llegado un tiempo, ojala que no demasiado lejano, se enseñe en las escuelas también, no la definición clásica del ser humano como “animal racional”, sino otra más acorde con las nuevas comprensiones, y que podría decir algo así como que “somos espíritus o almas inmortales que tienen un cuerpo animal y una mente racional”.



3.- LA GRAN APORTACIÓN DE LOS INVESTIGADORES DE LAS EXPERIENCIAS CERCANAS A LA MUERTE (ECM).

Raymond Moody, doctor en filosofía y medicina en la especialidad de psiquiatría fue el primer médico que estudió de modo sistemático los fenómenos de supervivencia a la muerte corporal, publicando sus investigaciones en su ya clásico “Vida después de la vida” en el año 1975, y luego vinieron otros sucesivos investigadores que de algún modo siguieron sus pasos, entre los que Ring, Sabom y Greyson junto con la Doctora Elisabeth Kübler Ross destacan sobremanera. Hay también muchos más, de reconocido prestigio, entre los que cabe citar a Jeffrey Long y Paul Perry que nos dan sin rodeos lo que para ellos son pruebas suficientes para demostrar la existencia de otra vida después de la muerte (Ver su libro “Evidencias del Más Allá” de la editorial Edaf), también el ya mencionado Doctor Van Lommel, prestigioso cardiólogo holandés, el cual después de veinte años de estudiar sistemáticamente las Experiencias Cercanas a la Muerte llega a la conclusión de que estas no pueden atribuirse a la imaginación, la psicosis o a la falta de oxígeno, y de que los hechos evidencian que la consciencia es algo mucho más vasto y complejo que el cerebro y que sigue existiendo aunque cese toda función cerebral. Digamos de todos modos, que la lista de investigadores podría ir, en efecto, alargándose.

Pero, como en realidad son muchas sus aportaciones al respecto, y que, en esencia, sus conclusiones son muy parecidas, además de que aquí no tratamos de hacer un estudio exhaustivo ni pormenorizado sino de  reflejar la verdad que todos ellos transpiran y que quien esto escribe comparte, es por ello por lo que ofrecemos a continuación un notable “botón de muestra” que difícilmente alguien podría representar mejor que la doctora Kübler Ross ya citada, la cual después de especializarse en estudios sobre la muerte y los cuidados paliativos sintió la necesidad de estudiar científicamente lo que experimentaban los moribundos; esto le llevó a investigar la experiencia final de la vida, y a trabajar, durante más de veinticinco años en las secciones de enfermos terminales en diversos hospitales de Estados Unidos. Su infatigable labor ha sido aclamada y reconocida en el mundo entero, teniendo en su haber veintitrés doctorados honoríficos. Ella, que nació en Zurich en el año 1926 y dejó su cuerpo en 2004 nos dejó escritas las siguientes palabras que, de alguna manera, son un buen reflejo y resumen de su comprensión esencial sobre la vida, la muerte y el más allá:

    
“Mi tarea verdadera…consiste en decir a los hombres que la muerte no existe.

Es importante que la humanidad lo sepa, pues nos encontramos en el umbral de un período muy difícil…en todo el planeta Tierra…Es necesario que lo sepáis, pero que no tengáis miedo. Sólo abriéndoos a la espiritualidad y perdiendo el miedo llegaréis a la comprensión y a revelaciones superiores. A esto podéis llegar todos…Aprended a tomar contacto con vuestro ser profundo y aprended a desembarazaros de cualquier miedo.

Una manera de no volver a tener miedo es saber que la muerte no existe y que todo lo que nos sucede en esta vida sirve para un fin positivo…El cuerpo físico no es más que una casa...el “capullo de seda”…Cuando llega la muerte abandonamos el capullo de seda…

…Al liberarse de ese capullo de seda, se llega a la segunda etapa, la de la energía psíquica…advertiréis enseguida que estáis dotados de capacidad para ver todo lo que ocurre en el lugar de la muerte…,el “muerto” –si puedo expresarme así- se dará cuenta también de que se encuentra intacto nuevamente. Los ciegos pueden ver, los sordos o los mudos oyen y hablan otra vez…Podréis comprender que la experiencia extracorporal es un acontecimiento maravilloso, que nos hace sentirnos felices…os dais cuenta también de que nadie puede morir solo…Después…se toma conciencia de que la muerte no es más que un pasaje hacia otra forma de vida…Puede tratarse de un túnel…Después, cuando habéis realizado este pasaje, una luz brilla al final. Y esa luz es más blanca, es de una “claridad absoluta”…Frente a esa luz, os dais cuenta por primera vez de lo que el hombre hubiera podido ser…os dais cuenta de que vuestra vida aquí abajo no es más que una escuela en la que debéis aprender ciertas cosas y pasar ciertos exámenes…

Volviendo a ver como en una revisión vuestra propia vida, ya estáis en la tercera etapa…Conocéis exactamente cada pensamiento que tuvisteis en cada momento de vuestra vida. Conocéis cada acto que hicisteis y cada palabra que pronunciasteis…

Quisiera aseguraros que estar sentados a la cabecera de la cama de los moribundos es un regalo, y que el morir no es necesariamente un asunto triste y terrible. Por el contrario, se pueden vivir cosas maravillosas y encontrar muchísima ternura.

La muerte es el paso a un nuevo estado de conciencia en el que se continúa experimentando, viendo, oyendo, comprendiendo, riendo, y en el que se tiene la posibilidad de continuar creciendo. La única cosa que perdemos en esta transformación es nuestro cuerpo físico, pues ya no lo necesitamos. Es como si se acercase la primavera, guardamos nuestro abrigo de invierno, sabiendo que ya está demasiado usado y no nos lo ponemos de todas maneras. La muerte no es otra cosa.

En el momento de la muerte vivimos la total separación de nuestro verdadero yo inmortal de su casa temporal, es decir, del cuerpo físico. Este yo inmortal es llamado también alma o entidad..Desde el momento en que dejamos nuestro cuerpo físico nos damos cuenta de que no sentimos ya ni pánico ni miedo ni ansiedad. nos percibimos a nosotros mismos como una entidad física integral…Reconocemos muy claramente a las personas que forman parte de un equipo de reanimación o de un grupo que intenta sacar los restos de un cuerpo del coche accidentado…oímos las discusiones de las personas presente...,conocemos sus pensamientos…

El cuerpo que ocupamos pasajeramente en ese momento, y que percibimos como tal, no es el cuerpo físico sino el cuerpo etérico…Si nos hubiese sido amputada una pierna, dispondremos de nuevo de nuestras dos piernas…Los niños y adultos nos hablan de la presencia de seres que les rodean, les guían y les ayudan en el momento de su salida del cuerpo…Somos siempre recibidos  por aquellos que nos precedieron en la muerte y que en otro tiempo amamos…

Después de abandonar nuestro cuerpo físico…nos encontramos en una existencia en la que no hay ni tiempo ni espacio y podemos desplazarnos intensamente donde queramos…”

(Extractos del libro de Elisabeth Kübler-Ross “La muerte: un amanecer”, Edit. Luciérnaga)


                                              

4.- ALGUNOS TESTIMONIOS DE QUIENES “HAN VUELTO”.


También en este apartado nos vamos a limitar, por la abundancia existente de casos, tan sólo a aquellas experiencias más significativas, bien por la difusión que han tenido o, sencillamente, porque a mi me han llamado particularmente la atención. Se trata, en definitiva, tan sólo de un pequeño muestreo dentro de un amplísimo número de personas que han vivido situaciones iguales o en muchos puntos coincidentes, que las han contado y que yo he tomado de algunos de los autores que las recogen en los libros que aquí mismo se citan o de otras fuentes como la Internet a las que en su caso me refiero. Doy un extracto de sus propias palabras, sin comentario alguno por mi parte ya que se explican por ellas mismas; y así también cada cual se queda con la interpelación que le hacen y la resonancia que le producen.


MELLEN THOMAS BENEDICT y el “Río de la Vida


Es un artista sobre vidrios de colores que en 1982 y a causa de un tumor cerebral tuvo una muerte clínica que duró más de una hora y media, durante ese tiempo se elevó por encima de su cuerpo y fue a la Luz. Con curiosidad por el universo, fue llevado lejos a las remotas profundidades de la existencia e incluso más allá, en el Vacío energético de la Nada más allá del Big Bang. Según el Dr. Kennet Ring “su historia es una de las más notorias de entre las que he tenido conocimiento en el curso de mis amplias investigaciones sobre las experiencias cercanas a la muerte”. He aquí lo que él mismo nos cuenta de su experiencia:

“En 1982 me morí de un cáncer terminal. Mi caso era inoperable y cualquier tipo de quimioterapia que pudiesen darme tan sólo me haría ser aún más vegetal. Me dieron de seis a ocho meses de vida…

Lo siguiente que recuerdo es el comienzo de una típica experiencia cercana a la muerte. Súbitamente, me encontraba totalmente consciente y de pie, pero mi cuerpo seguía en la cama. Había aquella oscuridad a mi alrededor. Era tan vívida, que podía ver cada habitación de la casa, podía ver el techo de la casa, podía ver los alrededores de la casa, podía ver por debajo de la casa…

Había esta Luz brillando. Me volví hacia la Luz…, era muy parecida a lo que tantos han descrito en sus experiencias cercanas a la muerte. Era tan magnífica. Es tangible. Se la puede sentir. Es atractiva…Cuando empecé a moverme hacia la Luz, supe intuitivamente que, si iba hacia ella moriría…Tú controlas tu experiencia de vida tras la muerte…La Luz continuaba transformándose en diferentes figuras, tales como Jesús, Buda, Krishna, mandalas, imágenes arquetípicas… Cuando la Luz se me reveló a si misma, me hice consciente de que lo que estaba viendo en realidad era la matriz de nuestro Yo superior…Se me apareció muy claramente que todos los Yos Superiores están conectados a un solo ser…

Quería en verdad saber lo que es el universo…Entonces la Luz se transformó en la cosa más hermosa que he visto jamás: un mandala de almas humanas en este planeta…, vi cuan hermosos somos todos en nuestra esencia…Entré en otro reino, más profundo que el último…Era una enorme corriente de Luz, vasta y plena, profunda en el corazón de la VidaLa Luz respondió: “Este es el Río De La Vida”…La luz lo sabía todo sobre mí…

Pedí ver el resto del Universo…Súbitamente, parecí propulsado lejos de este planeta en esta corriente de Vida. Vi  la tierra volar a lo lejos. El sistema solar, en todo su esplendor, pasó zumbando y desapareció…Más rápido que la velocidad de la luz, volé a través del centro de la galaxia, absorbiendo más conocimiento al pasar…Vi muchos mundos…¡…no estamos solos en el Universo!...¡…Me di cuenta de que, a medida que la corriente se expandía, mi conciencia también se expandía hasta englobar cada cosa del Universo!. Toda la creación pasó por mi…

En este punto me encontré en una calma profunda, más allá de todo silencio. Podía ver o percibir PARA SIEMPRE, más allá del infinito. Estaba en el Vacío…en la pre-creación, antes del Big-Bang. Estaba en el Ojo de la Creación…podía experimentar toda la creación generándose ella misma…era uno con la Vida y la Conciencia Absolutas…El Big-Bang es sólo uno de un infinito número de Big-Bangs creando Universos simultáneamente y sin fin…Vi que toda y cada pequeña pieza de la creación tenía el poder de crear…El Vacío es el cero absoluto; caos formando todas las posibilidades…no es un vacío. Está tan repleto de energía…que ha creado todo lo que somos…todo es vibración…, la creación es Dios explorando el Ser de Dios de cada manera imaginable…La Divinidad es más que la Vida y la Muerte

Quise volver  a esta creación…Pasé por el centro de nuestra galaxia que es un agujero negro…Todo está hecho de luz, incluso las piedras…Pude oír la Música de las Esferas…La Luz me explicó que la muerte no existe; somos seres inmortales; ¡Nosotros ya hemos estado vivos desde siempre!..

Todas mis preguntas habían sido contestadas. Cada humano tiene una vida y un conjunto diferente de preguntas que explorar…cada uno de nosotros está explorando esto que llamamos vida de un modo único…

Volvía a casa…Por primera vez, pensé en mi mismo como humano y era feliz de serlo…ser la parte humana de Dios…eso es la bendición más fantástica…siguió siendo una gran sorpresa estar de vuelta en este cuerpo, de vuelta en esta habitación con alguien inspeccionándome, llorando a lágrima viva, era mi cuidadora…

Unos tres meses más tarde…me hice escáneres y todo lo demás…Recuerdo al médico de la clínica mirando los escáneres de antes y de después, diciendo: “Bien, aquí ahora no hay nada” Yo dije: “Realmente debe ser un milagro”. El dijo:”No, estas cosas pasan; se les llama remisión espontánea”…Pero ahí había un milagro, y yo estaba impresionado, aunque nadie más lo estuviese”

(Extracto de la descripción que el mismo Thomas Benedict hizo de su experiencia. Fuente: Internet)



   GEORGE RODONAYA. “Todo está interconectado y está bien”


El Dr. Rodonaia tiene un postgrado de maestría en neuropatología y está doctorado en el mismo campo. Hace poco tiempo dio un discurso dirigido a las Naciones Unidas enfatizando “el resurgimiento de la espiritualidad global”. Antes de inmigrar de Rusia a E.E.U.U. en 1989, trabajaba de psiquiatra en el campo de la investigación, en la Universidad de Moscú. Tras ser declarado muerto en un accidente de coche en 1976, lo dejaron en el depósito de cadáveres durante tres días. No “volvió a la vida” hasta que un médico le practicaba una incisión en el abdomen como parte de la autopsia.

“Lo primero que recuerdo de la ECM –cuenta G. Rodonaya- es que descubrí que me encontraba en el reino de la oscuridad total. NO sentía dolor físico; de algún modo aún era consciente de mi existencia como George…….No estaba preparado para esto…Poco a poco conseguí dominarme y empecé a pensar en lo que había sucedido….Pensé: “¿Cómo se puede definir lo positivo desde la oscuridad? Bueno, lo positivo es la luz”. De manera súbita estaba en la luz. Era una luz muy intensa, como el flash de una cámara, pero sin centellear y con el mismo brillo…….hasta que poco a poco empecé a sentirme seguro y cómodo. De repente, todo parecía estar bien.

A continuación empecé a ver moléculas volando de un lado a otro, átomos, protones y neutrones…….este caos también tenía una simetría propia. La simetría era maravillosa, unificada y completa, a la vez que me inundaba de un gran bienestar….El tiempo, en la forma en que yo lo conocía, se había parado: el pasado, el presente y el futuro se fusionaron en una unidad atemporal de la vida.

En algún momento experimenté lo que se denomina “repaso del proceso de la vida” ya que en un instante vi mi vida desde su comienzo hasta el fin…..Acepté mi vida tal y como es.

Durante este tiempo la luz irradiaba una sensación de paz y alegría en mi…y me sentí tan contento de estar en la luz…Logré ver que la realidad se encuentra en todas partes…Todo está interconectado…Sentí que la luz y yo éramos uno y que todo en el universo y en mi estaba bien…..

Cualquiera que haya vivido una experiencia similar con Dios, que haya tenido semejante sensación de conexión con la realidad, sabrá que sólo hay una única labor importante en la vida y esa es amar…Tratar a la creación de Dios con un gesto de generosidad y compasión es la única forma de existencia que tiene valor…”

(Extracto de la explicación que da Rodonaya de su experiencia. Fuente: Internet)


   VICKI, LA INVIDENTE DE NACIMIENTO QUE PODÍA VER

El siguiente testimonio es el de Vicki, una persona invidente de nacimiento, que nació de modo extremamente prematuro en 1951, tras un embarazo de sólo veintidós semanas. Al nacer sufría una atrofia completa del globo ocular y el nervio óptico. Este testimonio lo recojo del libro (pag.57) de Van Lommel que ya hemos citado y que ofrece un particular interés porque muestra hasta qué punto la situación de su organismo no es ningún obstáculo para que ella en otros planos pueda ver perfectamente. Este es su relato:

“Nunca he visto nada: ni luz, ni sombras, nada. Mucha gente me pregunta si veo negro. No, no veo negro. No veo nada de nada. Y en mis sueños tampoco tengo ninguna impresión visual. Se trata exclusivamente de gusto, tacto, sonido y color. Pero ninguna impresión visual de nada.

Lo siguiente que recuerdo es que estaba en el Centro Médico Harborview, contemplando todo lo que sucedía allí abajo. Y era terrorífico, dado que no estoy acostumbrada a ver las cosas de forma visual, ¡porque nunca antes lo había hecho! ¡Y al comienzo era algo espeluznante! Y entonces por fin reconocí mi anillo de boda y mi pelo. Y pensé: “¿Eso de ahí abajo es mi cuerpo? ¿”Estoy muerta o qué?. Ellos no paraban de repetir: “¡No podemos traerla de vuelta!”. Y se afanaban frenéticamente sobre aquella cosa que luego descubrí que era mi cuerpo. Yo me sentía muy distanciada de él y como si me diera lo mismo. Y pensaba: ¿Por qué se disgusta tanto esta gente?”. Entonces pensé: “Estoy fuera de aquí. No voy a conseguir que me oigan”. En cuanto se me pasó eso por la cabeza, atravesé el techo como si allí no hubiera nada. Y era maravilloso estar allí fuera y ser libre, sin preocuparse por si chocarías contra algo. Y sabía a dónde me dirigía. Y oí ese sonido de carillón, el más increíble sonido que pueda describir, desde los tonos más graves a los más agudos. Según me iba acercando a esa área, había árboles y había pájaros, y bastante gente, pero todo ello estaba hecho como de luz. Y podía verlo, y era increíble, realmente bonito, y me sentía aturdida por esa experiencia, porque antes ni siquiera era capaz de imaginar cómo era la luz. Todavía es…muy emocionante para mí hablar sobre esto…porque en un momento dado…fui capaz de generar cualquier conocimiento que quisiera adquirir”  



  CARL G. JUNG. “Contemplando la tierra desde 1500 km de altura”

            Este conocido y afamado psicólogo que nació en 1875 y abandonó su cuerpo terrenal en 1961 es probablemente el psiquiatra suizo más notorio del siglo XX. Cuando tenía ya 81 años relató su propia vida en su libro “recuerdos, sueños, pensamientos”( Edit. Seix Barral, pag. 340-341) en donde dejó constancia de la experiencia extracorpórea que tuvo durante un ataque al corazón en 1944. Resulta muy interesante ver que su descripción de la tierra según lo que él ve desde gran altura es muy similar a la que nos mostraron desde el espacio exterior muchos años después en los viajes espaciales.

            “Me pareció como si me encontrase allá arriba en el espacio. Lejos de mi veía la esfera de la tierra sumergida en una luz de color azul intenso. Veía el mar azul profundo y los continentes. Bajo mis pies, a lo lejos, estaba Ceilán y ante mí estaba el subcontinente de la India. Mi campo de visión no abarcaba toda la tierra; sin embargo, su forma esférica era claramente visible, y sus contornos brillaban plateados a través de la maravillosa luz azul. En diversos lugares la esfera terráquea parecía coloreada o manchada de verde oscuro como la plata oxidada. “ A la izquierda”, en la lejanía, había una amplia extensión: el desierto amarillo-rojizo de Arabia. Era como si allí la plata de la tierra hubiera adoptado una tonalidad amarillo-rojiza. Luego estaba el mar Rojo, y muy a lo lejos, también “a la izquierda y arriba”, podía divisar todavía un cabo del Mediterráneo. Mi mirada se dirigía precisamente allí. Todo lo demás aparecía borroso nada más. También veía las montañas nevadas del Himalaya, pero allí el celo estaba nublado o envuelto en vapor. Hacia la “derecha” no miré. Sabía que estaba a punto de abandonar la Tierra.

            Posteriormente me informé a qué altura debía encontrarme para poder alcanzar una visión de tal extensión. ¡Aproximadamente a unos 1500 kilómetros! La contemplación de la Tierra desde tal altura es lo más grandioso y fascinante que he experimentado”.

En realidad, la casuística que hay de personas que han experimentado estar vivos durante las ECM y que después nos las han contado es muy extensa y variada. Pero es que, además, son muchas también las experiencias complementarias que apoyan la idea de la vida sin este cuerpo mientras se mantiene una conciencia muy clara de sí, como por ejemplo las salidas espontáneas o a voluntad fuera del cuerpo ( Meurois Givaudan), las comunicaciones con seres “difuntos” ( ver libro de Sol Blanco Soler “Crónicas del más allá” de Ediciones Atanor, o el libro “Los muertos nos hablan” del ya citado François Brune, entre otros), y, cómo no, las experiencias de Despertar o de Iluminación (Tony Parsons, Ekhart Toole, Leo Hartong, etc..) que tanto nos aportan en este sentido.


5.-LAS PALABRAS DE ALGUNOS FILÓSOFOS
     
  
YOGUI RAMACHARAKA


            William W. Atkinson (1862-1932), más conocido por el seudónimo de Yogui Ramacharaka, nació en los Estados Unidos, fue miembro del movimiento “New Thought” y uno de los pioneros de la introducción del yoga en occidente. Publicó diversas obras, entre las que destaca “Curso adelantado de filosofía Yoga” y “Hatha Yoga”, también escribió el libro titulado “La vida después de la muerte” (Edit. Edaf) del que extraemos lo siguiente:

            “El instructor sólo quiere que el estudiante con fíe en él como en quien le señala el camino…No te exijo fe ciega sino tan sólo confianza hasta que seas capaz de demostrar por ti mismo las verdades que te expongo…lo que experimentalmente comprobaron los ocultistas de toda época…

            Estrictamente hablando…no existe la muerte…Cuando el individuo es capaz de desprenderse temporáneamente de su cuerpo físico y actuar efectivamente en los planos ultraterrenos, le parece fútil y absurda toda discusión especulativa sobre la vida después de la muerte…

            Dejad que el  alma hable por sí misma y escucharéis…”No hay muerte, no hay muerte, no hay muerte. No hay más que vida, y esta vida es eterna”…

            El moribundo va desprendiéndose poco a poco de su cuerpo físico y al expirar queda el alma revestida del cuerpo astral…Pero este cuerpo astral no es el verdadero ser humano, como tampoco lo era el cuerpo físico, pues ambos no son más que envolturas del alma…El nacimiento en el mundo físico tiene muchos puntos de semejanza con el nacimiento en el astral…Después de la muerte física permanece el alma dormida en el cuerpo astral  (hasta que) despierta a la otra vida con tanta naturalidad como el capullo se abre en flor…Este período de tranquilo sueño es para el alma lo mismo que la vida intrauterina para el feto: duerme para cobrar las fuerzas que necesitará en la nueva vida…Muchos no se dan cuenta de que han muerto y no aciertan a explicarse lo que les sucede…Al sumirse el alma en sueño se le representa la visión panorámica de su vida pasada…

            Cuando despierta del todo, se halla el alma libre del lastre de su personalidad. Puede el alma entonces estar ya libre de cuantos obstáculos la entorpecían y podrá manifestar y expresar sin trabas las óptimas cualidades de su carácter…En los planos superiores no necesita el alama brazos, piernas, manos ni pies, pues entonces trasciende las limitaciones de la vida física…El plano en que el alma despierta no es un lugar sino un estado o condición de existencia, una tónica en la escala de energía vibratoria del mundo espiritual…No está sola. La acompañan cuantas almas se hallan en simpática armonía con ella y se ve libre del trato con las de tónica opuesta o distinta…vive muchísimo más feliz que en el mundo físico…

            En el plano astral…no hay otro ambiente ni escenario que el resultante de las formas, imágenes o representaciones mentales de las almas…El plano astral es un plano de “ideación” y cada alma encuentra allí realizados imaginativamente sus ideales…Muy poca diferencia hay entre las condiciones intelectuales y morales del individuo antes y después de la muerte…

            Tarde o temprano invade al alma el deseo de adquirir nuevas experiencias y manifestar en nueva vida terrena sus adelantos en los mundos astral y celeste…En consecuencia, se sume gradualmente en profundo sueño, y cuando le llega la hora “muere” en el mundo astral como antes murió en el mundo terrestre, donde al fin reencarna…en un ambiente y bajo condiciones congruentes con su carácter.

            Más cuando al cabo de muchas vidas terrenas se convence el alma de la deleznabilidad y falacia del deseo material, cede a la atracción de la vida superior, se sustrae de la corriente de renacimientos y asciende a superiores esferas.

            Dar importancia primordial a la vida planetaria de la tierra en el orden cósmico es contrario a las enseñanzas de los sabios…,no es cierto…que en la presente etapa de su evolución sólo pueda progresar el alma encarnada en el mundo terreno…

            Nos encontramos hoy en día próximos al fin de un ciclo en que gran número de almas se están preparando para ascender a las esferas superiores...

            Sólo puede el alma librarse de la rueda de muertes y nacimientos cuando conoce la verdad respecto de su naturaleza y de su relación con el Todo”

                       

                                                        RAM DASS

            Antiguo profesor en Harvard, de donde dejó su cátedra convirtiéndose en guía espiritual de las nuevas generaciones. En 1971 publicó el best seller “Ser Aquí Ahora”. Dos décadas más tarde, tras varios libros escritos, terminaba su ensayo sobre el envejecimiento cuando sufrió una hemorragia cerebral que casi acaba con su vida. Resultado de ese sufrimiento surgió el fascinante libro “Aquí todavía” (Edit. Kairós) del que hemos tomado el siguiente texto:         


            “El Alma trasciende la muerte, y nosotros nos reencarnamos, con lo que podemos convertirnos en Buda, alcanzar el Cielo o unirnos con la Divinidad. Estar aquí a lo largo de cincuenta u ochenta años para al final ser aniquilados no tiene sentido alguno…

            No quiero parecer simplista. No quiero dar a entender que he llegado a un punto en el que la muerte no me preocupa. Por mi experiencia con enfermos terminales desde la década de los años sesenta, puedo decir sin especular que es posible aproximarnos a nuestra muerte sin el grado emocional de sufrimiento que hemos asimilado a través de nuestra cultura…Cuando empecé a tener experiencias espirituales, esta idea mía cambió. Experimenté una conexión con la parte de mí que no correspondía al Richard que yo conocía, lo cual me desveló mi conciencia del Alma. Me di cuenta de que aunque mi ego iba a morir con certeza uno u otro día, y Richard ya no existiría nunca jamás, mi Alma seguiría de otra forma con su evolución…He llegado a la conclusión de que una parte de nosotros subsiste después de la muerte…

            Al aprender a salir de nuestros Egos y observar la realidad desde la perspectiva del Alma, nos hemos preparado para reflexionar mientras estamos en el cuerpo sobre el misterio del más allá…

            El momento de la muerte no nos transforma necesariamente, al fin y al cabo morimos como somos, ni mejor ni peor, ni más sabios ni más ignorantes. Cuando fallecemos realizamos la suma de lo hecho y lo vivido, por lo que hemos de despertar y prepararnos lo antes posible para esta ocasión, resolviendo nuestros asuntos, y convirtiéndonos en una persona que puede cerrar los ojos sin ningún reproche…Para iluminarme lo suficiente y encontrarme cara a cara con este misterio, he tenido que lanzar muchas cosas por la borda. He arreglado mis asuntos con personas vivas y con personas muertas. No hace falta que hablemos directamente con quien tenemos un problema, pero sí que olvidemos cualquier prejuicio en nuestro corazón que pueda afectar a la relación con aquella persona…Además de concluir los asuntos pendientes con otras personas, también resulta importante que nuestros asuntos estén en orden, desde el punto de vista legal, médico y financiero. Es aconsejable firmar un “testamento vital”…

            ¿Cómo nos preparamos para la muerte? La atención y la meditación son excelentes maneras para estabilizar la mente y el cuerpo, así como para prepararnos para este reto…

            En mis experiencias con enfermos terminales…pude comprobar que mis experiencias con el Alma facilitaban enormemente mi labor junto al lecho. No necesitaba hacer mucho…, aprendí muy pronto que lo que importaba no era mi perspectiva mística, sino la presencia de mi Alma. Sentarse en “genuina tranquilidad” junto a personas moribundas parecía tener un efecto contagioso…Cuando iba al encuentro de una persona con amor y sin desear nada, entonces  me convertía en un auténtico refugio…

            A menudo he de recordar que no soy solamente este cuerpo paralizado, “yo no soy esta apoplejía”, incluso si esto ha cambiado mi vida de forma radical…De la misma forma, una persona moribunda no es sólo un cuerpo en una cama; y si somos capaces de recordar esto…habrá menos sufrimiento. Cuanto más afirmemos…de la identidad del moribundo…-…su existencia como Alma-, más fácil resultará mantener la conciencia cuando las circunstancias se vuelven en contra…

            La muerte es nuestro mayor reto, así como nuestra mayor oportunidad espiritual. Cultivando la atención plena nos preparamos para esta última travesía, permitiendo que en vez del Ego nos guíe la naturaleza. Si lo hacemos así nos convertimos en maestros de los demás y en nuestros mejores amigos, a la búsqueda más allá de la muerte, del siguiente estadio de la aventura del Alma”.

           


STEPHEN LEVINE

              Fué editor del San Francisco Oracle y director de la Hanuman Fundation Dying Project, además de haber realizado un inmenso trabajo con enfermos terminales. Ha publicado diversos libros sobre estos temas, algunos de los cuales destacan como “Who can Grist for the Mill”, “Who Dies?” y otros.  A continuación damos algunos extractos del capítulo que escribe Stephen Levine en el libro “¿Vida después de la muerte?” que, editado por Gary Doore, recoge también los escritos de otros colaboradores. (Edit. Kairós). Dice S. Levine:
           

“Nosotros creemos que para vivir es necesario el cuerpo pero la realidad es exactamente la contraria ya que, para su existencia, es el cuerpo el que precisa de nosotros, de nuestra verdadera esencia. Es por ello que cuando lo abandonamos se convierte de inmediato en un simple residuo, en un despojo…

            Muchos de los pacientes moribundos con los que Ondrea –mi esposa- y yo hemos estado trabajando durante los últimos doce años han atravesado ciertas experiencias (ECM, EEC o diversas prácticas meditativas) que les han llevado a la conclusión de que el hecho de abandonar el cuerpo forma parte de nuestra experiencia consciente y de que, por consiguiente, “son” independientes de su cuerpo. Personalmente  jamás he pasado por una EEC ni por una ECM pero, de vez en cuando, he tenido experiencias que me han demostrado la posibilidad de la existencia “más allá del cuerpo”.

            En la profundidad del silencio interno podemos llegar a experimentar directamente el estado de “inmortalidad”, esa inmensa vastedad del ser en la que brota y se disuelve la noción ilusoria de una entidad separada…

            ¿Qué es lo que sobrevive?...La respuesta a nuestra pregunta se halla más allá del lenguaje y del pensamiento y no puede ser contestada por nuestra mente sino que debe de brotar de nuestro corazón… Según mi propia experiencia la respuesta a esta pregunta descansa en nuestro interior, en una dimensión tan profunda de nuestro ser que no resulta accesible al análisis o la búsqueda intelectual y sólo puede ser descubierta mediante la experimentación directa…
            La investigación profunda de nuestra propia conciencia nos permite ir más allá de la muerte y de la impermanencia y descubrir la esencia omnipresente que ya existía antes de nuestro nacimiento y seguirá existiendo después de nuestra muerte…

            Pocos de quienes han atravesado una ECM parecen haber reconocido que la “luz” a la que se aproximaban era su verdadera naturaleza, su ser esencial”

            (Extractos del capítulo que escribe Stephen Levine en el libro “¿Vida después de la muerte?” que, editado por Gary Doore, recoge los escritos de otros colaboradores. Edit. Kairós )
           


   5.-PALABRAS DE SABIOS Y MÍSTICOS QUE SOBRESALEN
                             


PARAMAHANSA YOGANANDA:


            Desde su nacimiento, hace ya más de cien años, Paramahansa Yogananda ha llegado a ser reconocido como una de las personalidades espirituales más ilustres del siglo XX. Nació en 1893 en la India y dejó su cuerpo terrenal en 1952; ha dado a conocer a millones de lectores la sabiduría perenne del Oriente a través de la ya celebre historia de su vida “Autobiografía de un yogui”. Fundó en 1920 la sociedad internacional “Self-Realización Fellowship” con el fin de diseminar sus enseñanzas en todo el mundo. A continuación transcribimos algunos extractos de su libro “Donde brilla la luz”, editado por la referida “Self-Realisation Fellowship”, páginas 195 y stes. Estas son sus palabras:


“Cuanto les digo es, lo que he experimentado personalmente….Al morir, nos olvidamos de todas las limitaciones del cuerpo físico y entendemos cuán libres somos. En los primeros segundos se experimenta una sensación…de temor a lo desconocido…pero después de estos breves momentos…el alma experimenta una gozosa sensación de descanso y libertad. Comprendes entonces de que existes separado del cuerpo mortal…

Puesto que todos moriremos algún día, de nada sirve tenerle miedo a la muerte…No hay nada que temer…La muerte es sólo una experiencia destinada a enseñarte una gran lección: que no puedes morir…El estado que se produce después de la muerte es experimentado de manera distinta por cada ser humano, según haya sido el tipo de vida que tuvo mientras estuvo en la tierra…El hombre de bien que ha trabajado arduamente en la fábrica de la vida, penetra durante un breve tiempo en un profundo sueño, inconsciente y reparador, despertando luego en alguna región del mundo astral…

…En los reinos astrales existen colores y sonidos de de los cuales la tierra nada sabe. Se trata de un mundo hermosos y digno de disfrutarse...infinitamente bello, limpio, puro y ordenado...Las imperfecciones propias de la tierra…no existen…, conservan una temperatura uniforme de una eterna primavera, con ocasionales nevadas de un blanco resplandeciente y lluvias de luces multicolores. Los planetas astrales están poblados de lagos opalinos, mares resplandecientes y ríos de arco iris….En la región astral las almas se encuentran vestidas de una túnica de luz…, no existe conflicto alguno entre el cuerpo humano y los sólidos, los mares, los rayos y la enfermedad. Ni  hay tampoco accidentes…Todas las fuerzas coexisten en paz y en una ayuda consciente…

Las almas viven en mutuo conocimiento y colaboración, respirando el gozo del espíritu, en lugar de oxígeno….Regocijándose  ante la naturaleza indestructible de la amistad, comprenden la condición inmortal del amor…Para los hombres que han cumplido con su deber, la muerte constituye una promoción a un nivel superior; y para los que han fracasado, significa una nueva oportunidad de superación en un ambiente distinto…”

           
                                                

       AUROBINDO


            Nació en Calcuta en 1893, de padre y madre bengalíes, a los siete años fue enviado a Inglaterra donde completó sus estudios a la vez que profundizó en el conocimiento de la cultura de Occidente. Aquí llegó a dominar a la perfección las lenguas griega, latina, inglesa, francesa y alemana; llegó también a convertirse en un renombrado comentarista de los clásicos hindúes. Fundó un ashram en Pondicherry junto con Madre; en 1962 se retira para acelerar en su cuerpo la manifestación supramental. Fue mucho lo que escribió, plasmando en sus escritos la inmensa profundidad y altura de su comprensión y experiencia espiritual: una de sus más importantes obras es “La Vida Divina”, otra es “Savitri”, epopeya de cerca de 24.000 versos en la que describe la historia de la evolución terrestre desde sus orígenes hasta la conciencia supramental. De su libro “Renacimiento y karma”, editado por Plaza y Janés hemos entresacado (ver pags. 253 y stes.) el siguiente texto:

           
“En el momento de la muerte, el ser sale del cuerpo por la cabeza; sale en su cuerpo sutil y va a diversos planos de existencia en los que permanece un breve espacio de tiempo, hasta haber pasado por ciertas experiencias que son el resultado de su existencia terrestre…Los recuerdos sólo se mantienen por un tiempo, no hasta el renacimiento…las mismas personas a menudo se vuelven a encontrar una y otra vez en la tierra en vidas diferentes, pero sus relaciones son distintas…es posible entrar en contacto directo con los difuntos en tanto estén lo bastante cerca de la tierra…Hay después de la muerte, un período en el que se pasa por el mundo vital y se vive allí durante un cierto tiempo…se agotan, en unas condiciones ambientales determinadas, los remanentes de los deseos y los instintos vitales que se tuvieron en el cuerpo. Tan pronto como uno descansa de estos…pasa a un estado de reposo en el mundo psíquico y permanece allí hasta el momento de asumir una nueva vida en la tierra…

A algunas personas les puede suceder que durante un breve período de tiempo no se den cuenta de que han muerto…el ser, antes de partir de este mundo físico en su cuerpo vital, permanece indeciso durante algún tiempo, que a veces puede llegar a ocho días, cerca del cuerpo o de los lugares en donde ha vivido…hasta un período máximo de tres años….El pesar y el duelo que rodea a los muertos obstaculiza su progreso al mantenerlos ligados a la atmósfera terrena e impedir su tránsito…El cielo y el infierno son, a menudo, estados imaginarios del alama o más bien del vital que los construye alrededor de sí después de su tránsito…

            …Algunos seres psíquicos entran en relación con el medio en que nacerán y con los padres desde el momento de la concepción y determinan la personalidad y su futuro en el embrión; otros no se unen hasta el momento del alumbramiento; otros incluso en un momento más avanzado de la vida, y, en estos casos, es una emanación del ser psíquico lo que mantiene la vida…las circunstancias del nacimiento futuro se determinan fundamentalmente en el momento de la muerte…lo que va a realizar en la próxima vida y…el carácter y circunstancias de la nueva personalidad.

            El alma nace para tener experiencias, para crecer y evolucionar hasta que esté en condiciones de hacer que el Divino se manifieste en la Materia. Es el ser central el que se encarna, no la personalidad exterior; esta es sólo un molde creado por aquél para su experiencia en esta vida. En otro nacimiento creará para sí una personalidad diferente, con otras capacidades, con una vida y una trayectoria distintas…Las energías serán orientadas en una nueva dirección para hacer lo que anteriormente no se hizo.

            El ser psíquico conserva la esencia de las experiencias pasadas, pero no las formas de la experiencia o de la personalidad, excepto las que son necesarias para la siguiente etapa de la evolución…Las aptitudes mentales, las actividades, los intereses, las particularidades de la mente y del vital anterior no son asumidas por la nueva mente y el nuevo vital, salvo en la medida en que son útiles para la nueva vida. Se puede tener una facultad de expresión poética en una vida, pero ninguna en absoluto, ni ningún interés por la poesía en la siguiente. Por otra parte, tendencias reprimidas, o frustradas, o imperfectamente desarrolladas en una vida pueden hacer su aparición en la siguiente.

            La muerte no es más que un tránsito de una forma de vida a otra; no se muere, tan sólo se parte”.

           

                                                ANTONIO BLAY

            Fue un investigador de la naturaleza humana y del desarrollo de su potencial interior. Intendente Mercantil por la escuela de Altos Estudios Mercantiles de Barcelona, Diplomado en psicología y psicotecnia por la Universidad de Madrid y Miembro de la Sociedad Española de Psicologia. Fue un precursor en nuestro país de la psicología transpersonal y durante más de veinte años escribió e impartió cursos y seminarios de Psicología de la Autorrealización en distintos lugares de España. Dejó su cuerpo terrenal en Agosto de 1985 a los 61 años de edad y en plena actividad docente. Lo que a continuación ofrecemos son extractos sacados de su libro “Ser, Curso de psicología de la autorrealización” y del libro-recopilación confeccionado por algunos de sus discípulos “Palabras de un maestro”; ambos de la editorial Indigo.



            “Todo lo que yo digo es una expresión directa de experiencia que está totalmente ordenada, no a ser aceptada, ni a ser creída, sino a ser mirada para ver si despierta un asentimiento en cada uno de nosotros…:

            No existe la muerte. Solo existe la Vida a través de sus transformaciones. La muerte no es más que el fenómeno de que todo el proceso de vida, toda forma de vida es cíclico. No existe el movimiento continuo. Absolutamente todo lo que existe y que conocemos es cíclico, es un movimiento hacia fuera y hacia dentro, y eso da una apariencia de movimiento y de detención del movimiento…en el ser humano se produce en pequeños ciclos a los que llamamos sueño y a un ciclo un poco mayor le llamamos muerte…, o sea que la muerte es parte de la vida en su manifestación. La muerte es otro aspecto de la vida…

            Para algunos la muerte puede ser un momento de iluminación real, para otros simplemente es como una cosa nueva que les sorprende pero que no asimilan porque no están preparados para ello. Depende de la preparación, de la posibilidad de la persona…

Cuando lloro por la muerte de otro es por mí que estoy llorando…

            El trabajo de Realización no es más que aprender a ver mi morir de los contenidos mentales, del yo idea, del cuerpo,…Se teme a la muerte por la identificación total con el cuerpo. El miedo “natural” a la muerte, se refiere  a la muerte prematura, a una enfermedad dolorosa, etc. Pero cuando es el tiempo, cuando uno ha cumplido su jornada, se va tranquilamente a  dormir…

La existencia dentro del cuerpo es como una especie de limitación en que uno está viviendo de una manera muy parcial y muy limitada la plenitud que uno es de realidad y de felicidad y de inteligencia. Es como si uno se metiera en uno de esos trajes que llevan los astronautas, tan gruesos y tan pesados que les impiden los movimientos. Pues esto es lo mismo pero en lo físico, en lo afectivo y en lo mental…

            El cuerpo astral y la supervivencia son cosas para ser vividas, no para ser creídas. En las cosas del espíritu, cada uno debe hacer su propia investigación; no vale creer porque lo dice fulano, o tal institución, o la tradición.

            Lo que ocurre en la muerte debería ocurrir en cada instante. La muerte te hace “soltar” todo lo que “crees” importante. Es constatable que estando muy enfermos, ya entonces, los problemas se van por los suelos.

            Cuando tú te estés muriendo, o tu cuerpo esté muriendo, entonces verás cómo se tiene un impresión muy clara de que esto no me está pasando a mi y de que yo soy el testigo de eso que está pasando…Conduce a un despertar profundo de uno mismo…Lo mejor que le puede pasar a un moribundo es que se de cuenta de que va a dejar el cuerpo, que viva muy conscientemente esa situación…

            La vida es un proceso de expresión Gozosa de lo que Realmente Somos. La muerte no me quita nada, porque morir es “volver” a lo que Soy…El gran error es confundir la vida con las formas de vida. Nosotros identificamos la vida con un cuerpo, y un cuerpo es una forma de vida. La vida es la energía, la inteligencia que están detrás y que son las que configuran la forma. Y esta vida es un latido y crea una forma que luego se retira, se repliega, se renueva en el fondo. Si tú entiendes bien qué diferencia hay entre vida y formas de vida , verás que en el momento en que tú te puedas intuir como siendo vida y no forma de vida, la muerte es un proceso totalmente natural y que no te quita nada, que además es absolutamente necesario para volver a adoptar otra forma de vida…

            Cuando uno se descubre siendo la vida misma y no las formas de vida, entonces el problema de la muerte desaparece porque uno no puede dejar de ser vida; la es intrínsecamente. Es cuando uno se confunde con unas formas que aparece el drama de que toda forma es temporal, es caduca, es vulnerable; pero cuando se descubre como la fuente inherente que está detrás y que se manifiesta de un modo expansivo o de un modo contractivo, entonces la muerte adquiere un sentido y además se ve que está produciendo constantemente. En cada momento estamos desechando ideas o adquiriendo ideas. En cada momento hay una renovación celular, en cada momento nos dormimos y perdemos conciencia de todo y luego la volvemos a adquirir.

            La reencarnación se hace de un modo inevitable en virtud de las identificaciones que hay dentro…La elección viene hecha inevitablemente por las atracciones o repulsiones que hay todavía dentro, por los residuos que quedan de la existencia última. Es lo mismo que ocurre en la vida actual: estamos dirigidos consciente o inconscientemente por lo que son nuestras afinidades, sea por deseo o por rechazo, y lo mismo estamos atraídos por lo que deseamos que por lo que rechazamos”

           

                  6.- LA “PRIMAVERA” DE UN AMIGO QUE SE HA IDO

           
Mientras escribo estás páginas me ha llegado la noticia de la “muerte” de un amigo de unos cincuenta y cinco años. Vital, todo corazón, de los que lo entregan todo. Junto a la noticia y como me suele ocurrir otras veces me ha llegado su sonrisa, una sonrisa próxima, entrañable, real y viva. Lo puedo sentir a través de un medio de comunicación que no engaña: el corazón, el corazón que sí sabe. Su alegría, su inmensa y expansiva alegría me llena en estos momentos, al tiempo que “oigo” cómo me dice gozoso y en su característica manera: “ oye, tío, esto es maravilloso”; y, luego, mientras me salen unas lagrimas de emoción que no puedo controlar lo veo y siento moverse radiante y feliz en su nuevo espacio, porque “No existe la muerte, sólo la Vida existe”.

Que la Alegría y el Amor os acompañen.

2 comentarios:

  1. Crec que l'epíleg final tan personal i íntim omplin de sentit tota la reflexió que fas al voltant de la mort i la vida. Enhorabona per la reflexió tan il·lustrativa i completa d'eixe concepte.

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  2. Gracias por tu aportación. Me alegra saber que lo que hay en este escrito te ha llegado. Un abrazo.

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