lunes, 2 de abril de 2012

EL EGO TEME, TEME SOBRE TODO A SU PROPIA MUERTE.


El ego piensa o cree:
No me han comprendido,
O, me siento maltratado,
Tal vez rechazado,
Menospreciado quizás,
Poco valorado,
Castigado, ignorado, utilizado, solo,
Escasamente o nada querido,
Calumniado, herido,
Incluso, en ocasiones, odiado,
O, sin razón, juzgado.
También se siente diferente, especial,
Muy distinto, por lo general, de los demás.
Es que “yo”…Y hasta superior se ve.

El ego pretende:
Validar una imagen,
Quedarse para siempre a ella cogido,
Y en ella seguro y a salvo,
Afirmado como singular
Y hecho de una pasta especial,
Separado del resto,
Sobresaliendo si es posible
Con un yo fijo y perenne, inmortal,
Nunca dañado, ni tocado,
Protegido y cuidado,
Con sus posesiones,
Identificaciones y agarres
De toda clase:
Personales, familiares,
Culturales, religiosos incluso, y sociales.
Es que “yo”…no soy como los demás.

Por eso el ego sufre y padece:
Amenazas de todo tipo,
Nunca las cosas son de su gusto,
Ni tiene bastante,
Nada le llena del todo
Y nada en él es constante.

En consecuencia: el ego declina,
El ego estremece,
El ego, sobre todo, teme,
Y lo que más teme es
Su propia extinción,
Perder su propio poder
El control del exterior y las cosas,
Pero, sobre todo, teme a la muerte, a su propia muerte.

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