Cuando
uno mira detenidamente en su interior y se coloca allí, en lo que es, lo que
encuentra y vive es paz y armonía, alegría y gozo, plenitud total. Todo
problema desaparece, toda inquietud se anula, no hay ansiedad alguna, ni
miedos, ni ausencia de amor, todo lo contrario: se experimenta una inmensa
dicha. Porque nuestro ser es precisamente todo eso. En cambio, somos nosotros
los que posteriormente, separándonos y olvidándonos de nuestra verdad, alejándonos
de ese fondo, decidimos y decimos si estamos bien o no, si nos falta algo para
ser felices o para sentirnos en paz. Parece muy simple, pero es así. Sentirnos
bien o mal depende sólo de una decisión que está en nuestras manos tomar y que,
aunque nos parezca extraño, no va ligada necesariamente a lo que nos venga del
exterior.
Todos
vivimos la vida que vivimos o hemos vivido, y es como ha sido, como es; ahora
bien, la interpretación que le queramos dar a esa vida o a este mismo momento sólo
depende de nosotros, de nadie más, no importa dónde nos hallemos ni lo que esté
sucediendo, ni lo que tengamos o no, porque ahora, sobre todo eso podemos poner
una mirada u otra muy distinta. De nosotros depende poner la mirada de víctimas
o de personas con poder, de triunfadores o de derrotados, de pobres o de ricos,
de afortunados o de desdichados, de personas con sentido o sin él. Esto, que
parece tan simple, es así como funciona, porque la realidad en sí misma es
neutra y el cómo la vivimos sólo depende de nuestro pensamiento.
Cada
uno es libre de pensar como quiera, y nadie nos puede robar el poder de
interpretar la realidad o de verla con unos o con otros ojos. Se nos pueden
robar ciertas cosas o imponer otras, pero nadie nos podrá nunca imponer ni
robar nuestra mirada ni nuestra visión e interpretación de lo que hay, ni de lo
que somos. Perdemos el poder el día en que nos miramos a través de los demás o
cuando asumimos las miradas de otros sobre la realidad. Si quieres creerte y
asumir la visión de que “polvo eres y en polvo te convertirás”, como algunos
dicen, pues esa será tu decisión y eso experimentarás, pero si, en cambio,
asumes y creas, porque en tu poder está, tu propia visión, como la de “luz soy,
conciencia viva y radiante, y es eso lo que experimentaré y viviré siempre”,
pues eso será lo que sucederá para ti.
Nadie
nos puede robar el poder sobre nuestros pensamientos que son los creadores de cómo
nos experimentamos. Alguien se inventó un día la peor de las mentiras y de las
infamias al decir que la humanidad partía de un “pecado original”, y dejó entre
nosotros ese pensamiento, origen, este sí, de tanto sentimiento de culpa y de
merecimiento de infelicidad. La humanidad, como tu ser, es, como decíamos
antes, puro gozo, pura bienaventuranza, pura paz. ¿Por qué, pues, permitir que
tus interpretaciones, versiones sobre ti mismo, y tus pensamientos creen sobre
tu verdadera realidad una realidad falaz? Date cuenta de que el verdadero poder
radica en ti, en el reconocimiento de lo que eres. Lo que eres es real, pero
los pensamientos los ponemos nosotros, elegir unos u otros está en nuestras
manos. No hay que olvidar nunca que según sean nuestros pensamientos así será
como nos viviremos y esta será la versión de nosotros que estaremos creando.
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