jueves, 11 de mayo de 2017

UN MAPA DE NUESTRA IDENTIDAD REAL: EL NIVEL CUERPO-MENTE

Para cualquier cosa necesitamos una guía, un mapa o un plano. Para algo tan sencillo como montar un armario te dan un plano, si es para moverte por una ciudad lo mismo, y si se trata de viajar por un país se nos hace indispensable. En cambio, cuando se trata de nosotros mismos, funcionamos con mucho desconocimiento, despiste o desorientación, y en el peor de los casos de forma caótica. Qué menos que poseer una mínima idea mental sobre lo que somos, nuestra estructura integral, sobre lo qué esta moviéndose en cada momento y el papel de cada uno de nuestros niveles de realidad. No tener un mínimo de conocimiento sobre nuestra identidad global puede hacer que nos confundamos
a la hora de colocar y valorar lo que nos sucede, y eso, de un modo u otro nos trae sufrimiento.

Aquí ofrecemos un esquema muy sencillo pero que puede sernos de mucha utilidad. Está extraído de la propia observación y de la indagación interior. En él podemos colocar y reconocer toda la manifestación de nuestro ser:

a) NIVEL CUERPO-MENTE: (el ego físico-mental). Contiene, por una parte, todo lo que tiene que ver con nuestra dimensión física, o sea, todas las experiencias que a través del cuerpo y sus sentidos experimentamos, y, por otra, los funcionamientos y contenidos mentales con sus correlatos emocionales y sentimentales. En este nivel disponemos de un ego o un yo mental formado por todas las ideas que tenemos sobre nosotros mismos, que se estructuran en torno a un personaje, el que interpretamos y del que nos servimos en cada momento. Este yo mental nos sirve para afirmarnos frente a los otros yoes con los que convivimos y para cogernos a una identidad que nos oriente y sitúe en el mundo. En este sentido, es un yo necesario y no tenerlo nos llevaría a una crisis de identidad muy grande y a la locura.

Este nivel cuerpo-mente siendo fundamental para funcionar en el mundo y para relacionarnos, no es el más importante. El problema de este nivel es que ha pretendido hacerse autónomo, ha creído ser autosuficiente y ha hecho de sí mismo un fin. Ha convertido el cuerpo y la mente racional en verdaderos emperadores de la existencia. El ego así formado se ha sentado en el trono físico mental,
perdiendo absolutamente la perspectiva de lo que es y para lo que evolutivamente se creó: ser un instrumento y soporte para que una dimensión más real y profunda de nosotros mismo realizara su función, nos estamos refiriendo al alma, de la que debería ser no su patrón sino su servidor.

Este ego físico mental ha sido necesario crearlo y desarrollarlo, pues sin él nuestras funciones superiores como las de la intuición, la visión directa, y la conciencia pura de ser carecerían de anclaje y referente individual sólido, y además sin él tampoco sería posible que cada foco individual de conciencia que es lo que somos desarrollara y expresara creativamente todo su infinito potencial. El problema, ya lo hemos dicho, aparece cuando este yo empieza a funcionar para sí mismo e independiente del fin para el que nació. Este es el pozo sin salida, también sin sentido, así como el conflicto en el que se hallan todas las formas egóicas, racionalistas y materialistas que suprimen su dimensión superior, un pozo que lo es por haber cortado en sí mismo su perspectiva evolutiva dentro de la aventura del ser.
(continuaremos en el próximo escrito
NIVEL DEL ALMA (ego espiritual))


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