Está a nuestro
alcance determinar con claridad el perfil concreto de nuestra identidad como
egos ligados a un cuerpo mente; esto a todos nos resulta relativamente sencillo
y claro. Podemos así, enumerar un listado de cosas que nos caracterizan y que
definen nuestra personalidad y nuestro carácter como sujetos individuales y
concretos: nombre, familia a la que pertenecemos, sexo, historia particular,
profesión, estado actual: casados o no, hijos, costumbres, hábitos, aficiones,
habilidades, deseos, temores, rasgos psicológicos que más destacan en nosotros,
creencias, ideología política, etc.. Y esto es lo que hace que nos veamos e
identifiquemos en el mundo y ante los demás. Así es como tenemos un perfil como
“personas” o lo que es lo mismo como personajes. De esto nadie duda.
Pero, aunque es verdad que lo que crea todo esto no es un
motor o un mecanismo biológico sino nuestra propia alma que precisa de todo eso
para estar, crecer y expresarse, es difícil aún que nuestra conciencia egótica
lo distinga y vea así. De hecho, normalmente no se ve de esa manera. Pero ¿cómo podemos constatar
que esto que decimos es así y que nuestra alma es algo real y presente, siendo
el verdadero protagonista de nuestra vida? He aquí algunas de las claves que,
si las distinguimos en profundidad y las podemos ver, nos llevarán a la
evidencia de que somos almas, y más que esto:
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Todos tenemos un nivel de conciencia
como seres.
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Todos tenemos un nivel de conciencia
como almas.
-
Todos tenemos un grado de desarrollo de
las cualidades esenciales de nuestro ser (amor-felicidad, inteligencia-sabiduría,
energía creativa-poder) que independientemente de nuestra historia actual, trajimos
al nacer.
-
Todos tenemos un proyecto-propósito
esencial en nuestras vidas que cumplir en esta encarnación.
-
Todos tenemos un sentido profundo que
marca la dirección fundamental de nuestra vida.
-
Todos tenemos unas tareas concretas que
sentimos que debemos de cumplir y realizar.
-
Todos tenemos un instinto muy profundo
de perfección o realización que es el motor de nuestro vivir.
-
Todos tenemos un sentido muy hondo de
orientación que nos guía en la dirección de todo lo anterior.
Todo
esto no lo captamos a través de nuestra mente sino de un nivel más hondo, de nuestro sentir (nuestro corazón), nuestra visión o
percepción interior, o lo que es lo mismo: nuestra intuición. Investigando e
indagando en ello, mirando dentro de nosotros, descubriéndolo y constatándolo es
como se va haciendo más y más presente y evidente que nuestra alma, que es el
foco a través del cual todo esto se concreta e individualiza, es real y
consustancial en nosotros. Así es como pasamos de nuestra identidad egótica
ligada a la personalidad cuerpo-mente a una comprensión e identidad de nosotros
más profunda y real: nuestra identidad espiritual como almas.
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