sábado, 13 de mayo de 2017

¿Podemos constatar por nosotros mismos la realidad de nuestra alma?

Está a nuestro alcance determinar con claridad el perfil concreto de nuestra identidad como egos ligados a un cuerpo mente; esto a todos nos resulta relativamente sencillo y claro. Podemos así, enumerar un listado de cosas que nos caracterizan y que definen nuestra personalidad y nuestro carácter como sujetos individuales y concretos: nombre, familia a la que pertenecemos, sexo, historia particular, profesión, estado actual: casados o no, hijos, costumbres, hábitos, aficiones, habilidades, deseos, temores, rasgos psicológicos que más destacan en nosotros, creencias, ideología política, etc.. Y esto es lo que hace que nos veamos e identifiquemos en el mundo y ante los demás. Así es como tenemos un perfil como “personas” o lo que es lo mismo como personajes. De esto nadie duda.
            Pero, aunque es verdad que lo que crea todo esto no es un motor o un mecanismo biológico sino nuestra propia alma que precisa de todo eso para estar, crecer y expresarse, es difícil aún que nuestra conciencia egótica lo distinga y vea así. De hecho, normalmente no se ve  de esa manera. Pero ¿cómo podemos constatar que esto que decimos es así y que nuestra alma es algo real y presente, siendo el verdadero protagonista de nuestra vida? He aquí algunas de las claves que, si las distinguimos en profundidad y las podemos ver, nos llevarán a la evidencia de que somos almas, y más que esto:
-        Todos tenemos un nivel de conciencia como seres.
-        Todos tenemos un nivel de conciencia como almas.
-        Todos tenemos un grado de desarrollo de las cualidades esenciales de nuestro ser (amor-felicidad, inteligencia-sabiduría, energía creativa-poder) que independientemente de nuestra historia actual, trajimos al nacer.
-        Todos tenemos un proyecto-propósito esencial en nuestras vidas que cumplir en esta encarnación.
-        Todos tenemos un sentido profundo que marca la dirección fundamental de nuestra vida.
-        Todos tenemos unas tareas concretas que sentimos que debemos de cumplir y realizar.
-        Todos tenemos un instinto muy profundo de perfección o realización que es el motor de nuestro vivir.
-        Todos tenemos un sentido muy hondo de orientación que nos guía en la dirección de todo lo anterior.
Todo esto no lo captamos a través de nuestra mente sino de un nivel más hondo, de nuestro sentir (nuestro corazón), nuestra visión o percepción interior, o lo que es lo mismo: nuestra intuición. Investigando e indagando en ello, mirando dentro de nosotros, descubriéndolo y constatándolo es como se va haciendo más y más presente y evidente que nuestra alma, que es el foco a través del cual todo esto se concreta e individualiza, es real y consustancial en nosotros. Así es como pasamos de nuestra identidad egótica ligada a la personalidad cuerpo-mente a una comprensión e identidad de nosotros más profunda y real: nuestra identidad espiritual como almas.

        

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