Vamos
a tratar de analizar y comprender los ecos, sugerencias y profundidades que
esta palabra, “Dios” nos trae, intentando ir cada vez más “alto” y más “lejos”,
más allá del más allá de todo lo que encarcela, encorseta y oprime la expansión
de nuestro amor, creatividad como seres vivos y de nuestra conciencia.
Lo
vamos a hacer indagando con la ayuda de la mente, pero sobre todo con el
corazón, o sea, con ese instrumento tan preciado que es la intuición, y desde
luego con todo nuestro ser. No lo haremos desde la perspectiva de ninguna
religión en particular, sino con la libertad y el saber que nace del mismo
sentir, y conscientes de que aquello hacia lo que señalamos, -la inmensidad del
Ser-, no sólo no es propiedad de nada ni de nadie sino que autónomo,
omniabarcante e indomable fluye constantemente como manantial desbordante de
puro vivir en cada ser único y particular, y en la Realidad Una en donde la
Totalidad de Dios existe y se reconoce.
Entraremos
en el amplio marco de lo que consideramos el Fondo Sin Fondo de la Pura
Existencia, -que eso es Dios-, justo allí donde nos encontramos sin
restricciones ni máscaras, libres de nuestros personajes, sin mediadores ni
intérpretes, y con la convicción añadida de que conocerlo es conocernos y
viceversa. Por eso, Su Historia es la misma historia desplegándose sin fin de
todo cuanto existe, donde mi vida, tu vida y todas las vidas son siempre eso: interpretaciones del Dios-Actor que cada
uno somos en el escenario de las infinitas existencias, donde unos y otros,
cómplices en el mismo despertar, nos iremos reconociendo también como verdaderos
Autores-dioses de las obras que representamos y de las realidades que
desplegamos.
Qué duda cabe de que para llegar a “Dios-en-mi”,
que es el verdadero Yo Soy de cada ser, hay un trabajo previo que hacer, cual
es el de desbrozar el camino, desmontando y derribando falsos dioses de cartón
piedra, así como los fantasmas e ídolos interpuestos, que son los errores y
mentiras que en su nombre se nos han colado desde el inicio de los tiempos.
Para eso, tenemos que recobrar nuestra mirada de niños, que es la mirada
directa sobre lo que hay, sobre lo que somos, libre de la carga de tantos
pensamientos que no sólo nos traen el recuerdo del miedo, la duda, la desconfianza
sobre nuestro ser y, en definitiva, sufrimiento, sino que, además, velan y
esconden la Realidad de Lo Que es, de Lo Divino o Dios.
En
esta divina aventura, -que es vivir experimentando, aprendiendo y despertando-,
contamos con una excelente noticia: la de que el camino hacia nuestra luminosa
y radiante identidad existe, aunque espera de nuestra voluntad activa si es que
de verdad lo queremos transitar, tenemos, además, la inmensa ventaja añadida de
que ese camino no está ni lejos ni menos aún separado de nosotros, pues pasa
justo por nuestro interior, por el centro mismo de nuestro corazón, donde el
fuego divino en el corazón de nuestra alma, vivifica, da sentido e ilumina a
todo existir.
Sucede
que si nos ponemos en disposición activa de ser verdaderos caminantes
conscientes nos convertimos en guerreros
de la luz por cuanto que ya no aceptamos nunca más ser víctimas de ninguna
persona o circunstancia externa, ni instrumentos al servicio de poderes que
estén fuera de nosotros, vengan de donde vengan. Lo cual nos lleva a reconocernos
como dioses-diosas de nuestra vida.
Los
guerreros de la luz, y esto son los que buscan a Dios en su corazón, se
caracterizan por ser los responsables directos de todas sus decisiones y poseen
la libertad que da el establecer a la propia conciencia como piedra de toque
única de la rectitud, pertinencia y valor de su caminar. Soltamos culpas,
soltamos rencores, soltamos pasado y asumimos el presente que nace en este
ahora eterno como el espacio y lugar sagrado en el que constantemente
experimentamos la Presencia-Una en la que nos sentimos ser. Cada acto que
hacemos adquiere entonces una dimensión que nunca antes había tenido porque lo
sentimos y experimentamos como algo sagrado, como la expresión del poder, la
inteligencia y el amor de Dios en nuestra existencia. Esta es la verdadera
religión.
Dios
es Luz, la sacaremos de nuestro interior, Dios es amor y felicidad, la
viviremos porque es nuestro ser, Dios es poder, recobraremos todo el que hemos
puesto en manos que no son las nuestras, Dios es sabiduría, reconoceremos la
que en nosotros siempre está fluyendo y queriendo salir, Dios es fuerza y
creatividad sin fin, permitiremos que ambas se expresen a través de nuestro
vivir. Dios es Vida-Conciencia-Amor y Libertad sin límites, y nosotros, en
cuento chispas divinas, esto es también lo que somos, cualquier otra cosa es
pura mentira. Así es como se experimenta la verdadera espiritualidad.
Si
alguien piensa que Dios es algo fuera de él jamás lo hallará y, peor aún, nunca
lo vivirá ni lo experimentará, pero lo más grave: con ese pensar dará pábulo
para que construcciones fabricadas por otros, y por lo tanto auténticos ídolos
externos a nosotros, se arroguen y apropien la capacidad de condenarnos o
salvarnos, de culpabilizarnos o perdonarnos, de dirigirnos y de ocupar hasta
ignorarlo, anularlo o despreciarlo, a lo que es el verdadero centro de poder,
de amor y de luz en nosotros, y que es, nada más y nada menos, que la esencia
de nuestra identidad. Si es así, nos estaremos alejando del Dios-en-mí como yo,
que es la única realidad y verdad de mi “Yo Soy”.
No
obstante, el camino hacia nuestra realización como seres divinos que somos está
abierto, y su límite es el infinito, evolucionar hacia cotas superiores de
espiritualidad y de conciencia, así como el autorreconocimiento en la Totalidad
del Dios-Uno que somos y su expresión gozosa en la vida es lo que estamos
llamados a vivir y hacer. Lo que decidamos hacer en nuestras vidas de ahora en
adelante es muy importante: o nos abrimos al Espíritu o continuaremos atados a
la noria sin salida de nuestro cuerpo-mente y sus triquiñuelas sin fin. Estamos
en un momento decisivo para la historia de la humanidad, porque una vieja era
ligada a los sentidos, las emociones y la razón se termina. Se agotaron
nuestras posibilidades de autosatisfacción y de intentos por conseguir la
plenitud a través del consumo, los medios técnicos y mecánicos, políticos,
filosóficos, psicológicos, incluso éticos y religiosos de los que hasta el
presente nos hemos servido. Sí, en la medida en que ellos se han convertido en
fines en sí mismos y han desplazado al espíritu que los alienta. Tenemos que
regresar al núcleo de la realidad, al ser que la anima y al Todo Uno que la
atrae.
Es
la hora de la religión esencial, aquella que redescubre nuestras raíces en el
espíritu que nos impulsa desde el interior a crecer, evolucionar y ser, libres
del poder de los dogmas, el pecado y la culpa, los ritos, y las amenazas que
pretenden frenar la confianza en el Dios interior que se expresa en cada cual. Ya
no hacen falta los intermediarios entre Dios y nosotros, ni Iglesias que
garanticen nuestra salvación. Nuestra Iglesia, la auténtica, se encuentra en
nuestro corazón y El Reino de Dios ya forma parte de nosotros, pues es la
esencia de nuestro ser.
Una
vez que hayamos reconocido esto en nuestro interior, lo único que nos faltará
es vivirlo con los demás y en este mundo en toda la rica variedad de campos en los
que nuestra vida y creatividad se experimenta. Tenemos que traer ya una vida
iluminada a la Tierra, una vida divina en nuestras relaciones, en el trabajo,
la economía, la política, el arte, la educación, la filosofía, la ciencia, la
salud, etc…Y eso nos corresponde a cada uno hacerlo, primero a nivel individual
y a continuación en el ámbito de influencias en que nos movemos.
Nadie
ha venido a este mundo a quedarse dormido en su desidia o en su ignorancia,
todos hemos nacido con unas tareas a desarrollar y un camino que transitar, ese
es nuestro Dharma o propósito personal. Este mundo y esta existencia tienen un
sentido pleno con dos objetivos muy concretos a realizar: 1.- redescubrir a
nuestros ser divino en nosotros, y 2.- Ver el modo en que lo mejor de nosotros
se expresa en los demás y en este mundo. Esto en lo particular.
Pero,
además, existe un Programa o Plan General para la Humanidad, es el programa en
la aventura del futuro que ya es hoy y que tiene las siguientes características:
1.- Dios, (plenitud de amor-felicidad, sabiduría-inteligencia y energía-poder),
como Fuente única de todo, por ser la esencia de nuestros ser y de todos los
seres, 2.- la Libertad como instrumento para que la creatividad de Dios en cada
ser se exprese genuinamente a través de cada alma particular, y 3.- la Unidad
de todos los seres como base y espejo en los que reconocernos unos a otros en
los infinitos rostros de Dios y con los que vivir, además, esta apasionante
aventura.
No hay comentarios:
Publicar un comentario