
Pero la felicidad no depende de nada, pues es el estado natural de nuestro ser. Somos felicidad. Así que, si queremos de verdad ser felices, tenemos que abrirnos a nuestro ser y soltar cada una de las dependencias a las que la habíamos condicionado. La felicidad no depende de nada ni de nadie. La felicidad surge o se manifiesta cuando nos permitimos abrirnos a nuestro ser, cuando no cerramos el sentir de nuestro ser, cuando vivimos en nuestro ser.
En el silencio de la meditación vivenciamos la felicidad, la alegría y el gozo que somos. Afirmarnos en nuestra realidad, adentrarnos en ella y sentirnos envueltos por ella, es lo que hará que pase lo que pase, siempre, nuestra felicidad esté presente, porque ella es lo que somos.
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