sábado, 15 de julio de 2017

FRENTE A LA MENTE CONFUSA, LA PAZ Y LA VERDAD EN NUESTRO CORAZÓN

La mente sirve para recoger información, ordenar datos, contrastarlos entre sí y con respecto a otros, retener aquella información, razonar, deducir, etc.. Pero la mente no es fuente de Verdad, que pertenece y va unida a la esencia de las cosas. La mente nos permite dudar, afirmar o negar. Si la mente es limpia y clara, es decir si no está alterada por emociones, drogas o su propia confusión, puede ser un buen aliado nuestro, porque también la razón es uno de nuestros apoyos en esta dimensión que tiene como instrumentos suyos al  cuerpo-mente;
Pero una mente no disciplinada, egoísta o alterada por sus propios líos o como consecuencia del consumo de sustancias que a la larga sólo producen paranoias y brotes psicóticos puede producir y de hecho produce verdaderos focos de sufrimiento, tanto para quien así la tiene como también para quienes, sin cogerse a su propio centro, entran en contacto con ella.
Son muchos los mundos de locura, irreales o demoníacos incluso que personas de ese perfil crean y que torturan hasta la fatiga a quienes, familiares sobre todo, se comunican con ellas,  contagiándoles  algo de su propia confusión.
La mejor defensa ante situaciones de duda que se puedan vivir en ese tipo de relaciones tormentosas,
es, además de reconocer la locura paranoica de las atormentadas mentes, ir al único espacio en donde la duda, la confusión y el inútil parloteo mental cesan, y ese espacio se llama el sentir en nuestro corazón. Allí, la Verdad silenciosa nos llena y la paz es la mejor respuesta.

La locura mental no admite discusiones ni razonamientos. El silencio y no entrar en su dinámica es la mejor forma de no alentarla ni potenciarla. En cualquier caso, quienes han de convivir o relacionarse por cualquier causa con los enfermos psiquiátricos, tienen la gran oportunidad de aprender a distanciarse de sus enfermizas películas, no e
ntrando en ellas, y en su lugar contactar con su verdadero ser, allí donde la armonía, la alegría y el verdadero saber nos acompañan y hablan. Esto y no otra cosa es Dios en nuestro corazón.

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