El mejor regalo que le podemos hacer al mundo es el
reconocimiento de nuestro ser.
Cada ser humano que despierta a su verdadera
identidad
Se convierte en testigo único de la realidad y un
instrumento para que otros despierten.
¿Qué mejor servicio a los demás que el de señalar a
través de la propia autoevidencia
La fuente de nuestra plenitud, que es la de nuestro
verdadero obrar, decir y sentir?
El mejor regalo que les puedo hacer a los demás, es idéntico para mí mismo.
Y lo mejor que puedo hacer por mí es salir de la vía
del sufrimiento, o del ego,
Que, no importa la forma que tome, está alejada del
contacto y expresión del ser.
Para salir de la dependencia del ego tenemos que
saber que este es una ilusión,
Un producto de nuestra mente, y en ese sentido
mortal y pasajero.
Eso es lo que nos lleva a creer que somos lo que no
somos y perdernos en ello.
Por eso nuestro apego a nuestro cuerpo y a todo el
mundo de las formas.
Ese es el origen de todo sufrimiento, que está ligado
a infinidad de pensamientos
Cada uno de los cuales lo refuerzan, sostienen y
justifican.
El mejor regalo que le podemos hacer a la humanidad
y a nosotros mismos
Es ver que ni los pensamientos, ni el cuerpo, ni la
mente es lo que somos
Y que de seguirlos estaremos siempre abocados a la
frustración y a la muerte.
Lo que somos, en cambio, está presente siempre y nos
guía, es nuestro espíritu,
Quien ha creado esta forma para que a través de ella
despertemos y seamos útiles,
Es decir, para que yo sea lo que soy: amor, sabiduría,
conciencia y energía sin fin.
Y todo esto, no de forma separada ni independiente
de lo que son todos los demás,
Pues lo que yo soy se halla contenido en la unidad
donde todos nos integramos.
Ver en el otro a mí mismo, amarme y reconocerme en
los demás como lo que sí somos:
Presencias reales de la divinidad. Este es el mejor
regalo a nosotros y a la humanidad.
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