Cuanto más identificados estamos con el mundo del
ego
Más culpabilizamos y responsabilizamos a los demás
de lo que vivimos.
Vivir desde el ego significa división entre la causa
que se pone fuera
Y el efecto, que es todo aquello que nos pasa y se
vive como sufrimiento.
Por eso, el ego lo que hace siempre es manipular y
querer cambiar los demás,
Pues cree que es así como se alcanza la felicidad.
Esto nos convierte en sus esclavos.
Quien cree que su felicidad depende de otros, es
alguien sin poder de ser propio.
Pero hay otro modo de ver todo esto: la felicidad
nace de nosotros mismos.
En realidad, somos cada uno el origen y la causa de
lo que experimentamos.
Los estímulos externos lo único que hacen es sacar
lo que llevamos dentro,
Poner a la luz toda nuestra sombra, todos nuestros
miedos, frustraciones y fobias.
Esto es lo que sí que tenemos que cambiar si
queremos ser de verdad felices.
Pero esto significa asumir la responsabilidad de
nuestra vida y cómo la vivimos,
Y dejar de proyectar todas nuestras angustias sobre
los demás.
Para que esto se pueda realizar tenemos que dejar de
vivir dependiendo del ego,
Rendirnos a lo que somos y sentimos, sin luchar
contra nosotros ni contra los demás.
Los otros: pareja, jefe, padres, amigos, etc. no son
alguien separado de nosotros,
Ellos sí son la parte de nosotros mismos que nuestro
espíritu nos pone delante
Para que sea sanada, amada, trascendida e integrada
en nosotros.
Esto no es fácil de hacer y a veces produce mucho
dolor, pero tenemos que realizarlo
Si de verdad aspiramos a ser seres auténticamente
libres, amorosos y felices.
Este es el camino que, despejado, hace que despertemos
con conciencia a nuestro ser.
Ese camino se recorre cambiando nuestra mente,
origen real de todo el problema,
Transformando sus patrones de pensamientos erróneos
y torturadores, por otros
De perdón, aceptación, agradecimiento y amor, a lo
que se es y a lo que se tiene.
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