Somos ya sabedores de nuestro error de visión sobre
el origen de lo que nos sucede,
Que está en la clase de pensamientos que tenemos y
el escaso control sobre la mente.
Podemos empezar a sanarla y de este modo también a
transformar la emociones.
¿Cómo hacerlo? Distingamos antes que nada varios
elementos en juego:
La mente. Ella en sí misma es neutra. Pasa en ella
lo que nosotros decidamos.
El ego. Es una fabricación nuestra. Foco de
acciones, emociones y pensamientos.
Nuestro ser. Es luminoso, conciencia, amor y gozo,
felicidad y vida sin fin.
Nuestra alma. Es el actor de esta obra, la que
aprende, crece y evoluciona.
Con todo eso vivimos. Si nuestra mente está al
servicio del ego, los conflictos
Así como el sufrimiento están asegurados. Y los
pensamientos como las emociones
Serán origen y fruto de desencuentros, separatividad,
insatisfacción y muerte.
Pero si nuestra mente está al servicio de nuestro
ser, entonces se llenará de luz,
Y todo cuanto ella contenga nos conducirá hacia la
unidad, la prosperidad y el amor.
Nosotros como almas o individuos conscientes podemos
elegir. Nuestra es la opción.
La mente empieza a sanar cuando empezamos a
responsabilizarnos de nuestra vida.
Eso significa que tomamos como propio todo lo que
nos sucede. Ya no culpabilizamos.
Nuestras emociones nos las quedamos, tampoco
utilizamos a nadie para descargarnos.
Si ellas surgen, las experimentamos conscientemente:
miedos, angustias, vacíos, ira…,
Hasta que se disuelven. Así nos adueñamos de ellas. Y
recobramos poder interior.
Todo esto requiere mucha paciencia y también mucho
amor a lo que sí somos.
Todo lo que pasa por la mente son hojas del pasado o
del futuro, inercias del tiempo,
Hay que mirarlo, sólo eso. Pero lo que no pasa y que
es siempre contante es nuestro Ser.
Es el puro gozo, la alegría sin objeto. La mente se
diluye en Él. Cesan los pensamientos.
Cuanta más sea nuestra aspiración a lo superior en
nosotros, mayor será la trasparencia
Y claridad de la mente. Y las emociones se queman
solas, disolviéndose en nuestra luz.
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