Cada ser humano experimenta en su vida tendencias
genuinas muy profundas,
Unas de tipo genético, otras vinculadas a su educación
familiar y social,
En cambio hay otras que se relacionan con otra
realidad, la realidad del alma,
Que al ser investigada aparece como entidad propia e
independiente de lo demás.
Podríamos decir por ello, que del mismo modo que
existe el ADN físico,
Hay también un ADN espiritual que contiene el estado
y desarrollo evolutivo del alma.
Eso conlleva el que cada individuo tenga un propósito
de vida muy específico,
El cual responde a las necesidades particulares que
el alma tiene y por las que encarnó.
De esa manera, se perfila un camino que es el que
cada uno debemos de seguir;
Si lo andamos correctamente nos hará evolucionar en
conciencia, amor y sabiduría.
Es el camino del Dharma que hace que cumplamos
nuestra misión en la vida.
Unas personas sienten inclinaciones muy profundas
para desarrollar unas cualidades,
Otras para realizar alguna clase de servicio social,
médicos, tal vez como artistas,
Quizás como investigadores, filósofos, o atendiendo a
personas que las necesitan,
En realidad, el espectro de realización para cada
persona es muy amplio y variado.
Algunos han sentido el llamado profundo de su ser,
de su verdadero yo.
Estos hacen de su vida un camino muy intenso de búsqueda
de su identidad real.
Ese es su dharma y esa su principal misión: el
reencuentro con su Sí Mismo, su Yo Soy.
Como todo camino evolutivo y espiritual este se
puede rastrear y percibir su desarrollo,
Entonces vemos cómo en la vida de uno todo le ha
llevado a eso, al autoconocimiento.
Es una de las metas humanas más elevadas puesto que
nos conduce a la Fuente, al Ser.
Aquel que va a la búsqueda de su ser no descansa
hasta que no descansa en Dios,
Verdadera meta final de toda vida y existencia. No
descansará hasta conseguirlo.
Alcanzado esto lo ofrecerá como el más preciado
regalo a la humanidad.
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