A través de él me veo, como quien se ve a través de
sus lentes,
Y su estructura, tan sólida, con rotundidad se me
impone. Veo mi cuerpo, cierto,
Pero veo también todo cuanto me rodea. Y digo que es
mío porque me acompaña,
Continuamente, en este tiempo. Si al nacer me
hubieran puesto gafas pensaría lo mismo
Que también forman parte de mi cuerpo, como mi nariz
o mis manos,
O un implante en mis dientes, ¿no es todo eso
también “mi cuerpo”?
Todo el cuerpo es como un implante, un instrumento,
complejo, pero instrumento.
Una maquinaria perfecta, una obra de ingeniería biológica,
biotecnología de alto nivel.
Mi cuerpo es como un resonador, un captador,
decodificador y transmisor de energías.
No es cualquier cosa mi cuerpo, a veces hasta se
espiritualiza en estructuras sutiles:
Como los nadis y los chacras. Son los pasos y mecanismos
intermedios para usarlo.
Yo soy espíritu, energía muy fina, útil para funcionar
en otros mundos, pero no en este.
En este espacio tiempo perdí la capacidad de verme,
me volví invisible para mí mismo,
Aunque mí conciencia siempre está presente. Veo lo
que mis sentidos físicos reflejan.
Entonces, por mucho tiempo, creí ser ese cuerpo, de tan
unido como a él estaba.
Pero no soy mi cuerpo, lo sé, pues experimentando mi
cuerpo, que no lo podría negar,
También es verdad y cierto, que yo me siento a mí mismo,
de otro modo, no físico.
Mentalmente, se me podría argüir, no, pues más allá
de mi mente es como sé que soy.
Tengo cuerpo y tengo mente, pero ninguno de los dos
soy. Soy la conciencia de ser.
Soy conciencia viva anterior a todo ellos, lo único
que no se mueve y perdura.
Veo, siento y experimento lo que le sucede a mi
cuerpo-mente, pero nada de eso soy yo.
Me imagino sin este cuerpo, en mi conciencia de ser,
y en otra dimensión existiendo,
Con otro cuerpo sutil, trasparente incluso, moviéndome,
experimentando, creando.
No, no soy este cuerpo, este es sólo un instrumento,
precioso, para realizar mi función.
No hay comentarios:
Publicar un comentario