¿Habrá mayor engaño que verse en lo que no se es?
¿No es una ilusión vana, falacia, extravío, espejismo o
una alucinación
Perdernos en lo que no somos, confundirnos en lo que
nunca fuimos,
O, peor aún si cabe, vivirnos como lo que es tan
sólo un instrumento o ropaje?
Así es. Y la ignorancia que esto muestra deviene
justamente de no saber lo que somos
Y de ignorar por qué estamos aquí. Sin tal saber, lo
normal es vernos como un cuerpo.
Y es que, a falta de otra perspectiva nos quedamos
con lo inmediato. Lo físico-mental.
Menos mal que este recurso está lleno de “goteras”.
El invento es frágil y perecedero.
Por eso, buscamos, preguntamos y tratamos de
encontrar salida a este laberinto.
La condición: desvelar el secreto acerca de
quiénes somos. No es lo que parecemos.
Y, lo que más en serio nos tomamos de nosotros no
suele ser lo importante y esencial.
Digamos, que personas, circunstancias, acciones,
sucesos, son sobre todo un decorado.
Lo fundamental es la trama que va por debajo y
apunta al crecimiento de nuestra alma.
En cada existencia están en juego aumentar nuestra
capacidad de amar y la de percibir,
Eso se desarrolla y aprende a través de numerosas
peripecias y aventuras.
Los papeles que adoptemos en cada ocasión son
secundarios. Siempre la misma Luz.
Esa personalidad que por error creemos ser depende
de cosas, personas y circunstancias.
Esto es un gran problema. Lo que de verdad somos no
depende de nada ni de nadie.
El apego a cualquier cosa de “este mundo”, a lo que
no somos, es causa de sufrimiento,
Ninguna paz o felicidad verdadera pueden surgir de
dependencias de lo que cambia.
Cuanto antes nos demos cuenta de que la paz verdadera
solo nace de nuestro ser
Antes dejaremos de lado la senda del sufrimiento y
entraremos en la de la plenitud.
La guía para que esto ocurra sólo viene de nuestro
yo superior. Que es lo que buscamos.
Dios, nuestro Espíritu y Él son lo mismo. Puertas de la única Libertad y de la verdadera paz.
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