La Presencia es lo que somos, nuestro Yo real,
La conciencia de ser que sostiene toda forma,
pensamiento, emoción u obra,
Lo que no varía, el testigo de cada existencia.
Padre y Madre,
Origen, fuente y corazón de la individualidad de
nosotros como almas,
El Dios/diosa que somos creando e interpretando su
propia historia,
Como si de una aventura se tratara: y que va del no
ser al ser, de la oscuridad a la luz,
Del olvido a la conciencia de sí y de la debilidad
al rescate de su omnipotente poder.
Los egos son las formas infinitas que adoptan cada
uno de nuestros personajes
Que durante largo tiempo son experimentados como
nuestro yo real,
Ellos con su opacidad no nos dejan ver el fuego, la
luz y el impulso de donde proceden;
Tanto es su miedo a extinguirse que se aferran
obsesivamente a lo que les sustenta:
La vaporosidad de los pensamientos, las emociones,
la materia y las formas.
Por eso temen tanto al silencio, a la inacción, a la
soledad y al olvido.
Los egos son sólo las muletas del alma, pero la
ignorancia los convirtió en nuestro ser,
Ese es el principal obstáculo, el gran error del que
nos hemos de librar para ser libres.
Sabemos que con el brillo de la Presencia nuestro
ego se queda sin alimento ni poder,
Entonces es cuando podemos empezar a recobrar
nuestra identidad como almas,
Seres-conciencia, luz, fuerza y amor viviendo y
manifestando su potencial infinito.
Nuestras almas se nos hacen reales según la Luz de
la Presencia las ilumina.
Más aún: no es posible sentir la Presencia e
identificarnos con el ego,
Ni es posible tampoco estar en la Presencia y
experimentar sufrimiento.
Presencia es Dios/diosa, nuestro Hogar olvidado,
perdido y añorado,
Aquello que tenido como ausencia desde nuestras
limitadas vidas físico-mentales
Hemos querido suplir con infinidad de falsos sueños
que siempre fracasan y mueren.
Pero ahora sabemos la verdad: las cuerdas no son
serpientes, la Presencia es el Camino.
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