Detrás muchas veces de nuestra mayor debilidad y más
grande amenaza
Se encuentra todo nuestro infinito poder de
superación y de realización por descubrir.
El “adversario”, esa sombra que con más constancia se abalanza
sobre nuestra vida,
Golpeando con inmisericorde fuerza justo allí en
donde más débiles no sentimos,
Nos coloca una vez y otra, como un fatal péndulo
ante nuestra propia fragilidad,
Precisamente donde una inmensa sensación de
impotencia nos aprisiona y atenaza.
Pero, ese “enemigo” declarado de nuestro sosiego y
de nuestra paz interior,
¿No es acaso, también, el mensajero de todo lo mejor
en nosotros aún por descubrir?,
¿Y, no está ahí precisamente para que mirándolo de
frente, lo superemos?
¡Cuantas veces hemos visto en él, en ese adversario,
el acicate para nuestro crecimiento,
Para que encontráramos en nosotros, gracias a él, nuestro
verdadero poder ignorado
Y cuya recuperación formaba parte de nuestra
principal misión en la vida!
Qué saludable, grato y satisfactorio resulta, pasado
ya el tiempo, darnos cuenta
De cómo con su ayuda y por haberlo enfrentado sin
sucumbir a la desesperación
Hemos encontrado al fin lo que nuestra alma
necesitaba: el encuentro con nuestro ser.
Por eso, uno ha de agradecer infinidad de veces el
servicio que nuestras dificultades
Han dado a nuestra vida y en ella a nuestro Camino
hacia la realización,
Al obligarnos, tanto en la forma como en el fondo, a
la materialización y expresión
De nuestra más elevada tarea, y vivir así con pleno
sentido la existencia.
Firmemente, creemos que detrás de aquello que más
duele y que más nos desestabiliza
Se halla el señuelo que, de seguirlo, sin luchar
contra él ni caer en la fácil queja,
Tampoco en el lamento estéril ni en la proyección
hacia los demás,
Encontraremos nuestra principal misión, lo que más
teníamos que desarrollar.
Y es que, nuestro “adversario” suele ser nuestro
mejor Maestro, disfrazado.
No hay comentarios:
Publicar un comentario