Resulta sorprendentemente llamativo no sólo el corte
que hemos hecho
Entre nuestra realidad espiritual y su mundo respecto
a la dimensión material,
Sino sobre todo el olvido, el escepticismo o lo que
es peor aún la negación de esa.
Somos una unidad, la de nuestro ser, que no es plano
sino multidimensional y abarca
Desde las expresiones primigenias de la materia a
las más sublimes del espíritu.
Pero nos hemos quedado con la parte funcional-externa,-razón
y cinco sentidos-,
Encantados por ella y como si no fuésemos más que sus
posibilidades y limitaciones.
Hemos seccionado de nosotros lo más esencial: nuestra
fuente espiritual y su mundo,
Así nos hemos quedado con el puro teatro, lo más
circunstancial, caduco y variable.
Partidos en dos, cortados por la mitad hemos asumido
como natural nuestra orfandad,
Y la vida se ha convertido en infinidad de intentos,
bastante ciegos, por superarla.
Pero esto sólo se consigue uniendo lo separado,
restañando el irreal divorcio,
Irreal porque la separación es asunto exclusivo de
nuestra mente donde sólo allí se da.
Es llegado el tiempo del abrazo entre ambos mundos,
de deshacer ese corte mental
En lo que son expresiones naturales de nuestra rica
y una multidimensionalidad.
Eso requiere también incorporar a nuestra conciencia
a los seres del mundo espiritual
Porque ellos son parte también de nosotros y reflejo
de nuestra totalidad,
Además de cómplices implicados y necesarios para/en
nuestra realización.
En el mundo espiritual existen infinidad de seres,
en planos vibracionales distintos,
Su grado de desarrollo en conciencia y amor los distingue,
como en este mundo.
Allí, los ángeles, los seres de luz, nuestra familia
espiritual y nuestros amigos del alma
Mantienen una estrecha unión con nosotros, como
también nuestros guías y maestros.
Tienen sus puentes de comunicación y sobre todo de
amor incondicional abiertos.
Respetuosos con nuestra voluntad sólo esperan ser
solicitados para su colaboración.
No hay comentarios:
Publicar un comentario