lunes, 26 de noviembre de 2018

Desnudos ante el propio ser y el propósito del alma.


En una fase muy larga de nuestras existencias o de esta incluso, en concreto,
Hemos vivido “desde/en la superficie”, muy identificados  con nuestra historia personal
Y la historia del mundo dentro de la cual nos hemos movido y existido.
Nuestros egos físico-mentales con su propia argumentación han prevalecido,
Tanto que fuimos tomando como identidad propia una idea, la del personaje dominante
En cada vida o en cada período de tiempo, alejándonos así de nuestro yo real.
Cuando esto se ha llevado ya hasta el extremo, el agotamiento de ese ego se vislumbra,
Hasta resultar altamente insatisfactorio y vacío. De ahí la búsqueda alternativa
Que, en su momento, todo humano emprende hacia el descubrimiento de su Sí Mismo.
Y, por eso, en cierto trecho del largo proceso hacia el Despertar llega la Noche Oscura,
Noche a la que el mismo Ser nos aboca para que despertemos reconociéndonos en Él.
Este camino exige que nos vayamos desnudando capa a capa de nuestros falsos yoes,
En el pensar, en el creer y saber, también en el hacer y querer hacer, y en nuestro sentir.
Es este un trabajo minucioso de introspección y ahondamiento hacia la esencia del alma,
Hasta descubrir los diamantes más genuinos que en nuestro corazón se encierran,
Y renacer como mente, corazón y voluntad alineados ya con nuestro Propósito divino.

Desnudez, esta es la palabra clave. Quedando con ella a la intemperie de nuestro ser,
Tras vidas sometidas a condicionantes de todo tipo dentro de los cuales hemos vivido;
Para extraer la perla dorada de nuestra verdad más profunda en el centro del tiempo.
Como lo haríamos para rescatar una pequeña piedrecita colgada, olvidada  y perdida
Allá en el interior ignoto de una inmensa bola de nieve. Esa es la tarea del Despertar.
Y reemprender después, con la conciencia nueva de ser, el verdadero Camino,
El de los servidores de la Luz, el de los que sienten la Unidad, de los al fin renacidos.
Bendita Noche Oscura, pues, la que antecedió al alba, y era anuncio adelantado
De esa Lluvia Fina, de sabiduría, amor y poder encendida, inundando  un Nuevo Día.

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