Miremos allá hacia donde miremos iremos encontrando
partes de nuestro ser
Hasta que llegue el momento en que nos reconozcamos
en todo sin separación alguna.
Entonces veremos que dentro y fuera, yo y los otros,
el universo y yo, el Todo y yo
Somos lo mismo. ¡ Y eso, sin necesidad de que nada
desaparezca como lo que es!.
Espejos, todo son espejos para que recobremos la memoria
de lo que somos.
Este es el mecanismo que el Ser ha elegido para
autorreconocerse,
Su potencialidad infinita se ha convertido en acto,
su ser en existencia, su todo en partes
Cómo, pues, iba a ser finito el universo. Imposible.
Infinidad de universos, de niveles y planos,
infinidad de formas y de seres.
Abundancia sin fin, diversidad sin límites que sólo
la mirada del Uno puede contener.
El ser, nuestro ser, lo contiene todo, por eso es
posible conocer y saber del infinito,
El Todo se nos acerca porque lo contenemos, del mismo
modo que nos hallamos en Él.
Pero la mente pequeña no sabe apenas nada, es ciega,
y con ella queremos comprender,
¡Qué locura!, como locura es la del niño queriendo
poner todo el Océano en un vaso.
Somos como niños, pero podemos ver a través de sus
ojos y contemplar Lo Inefable,
Porque Lo Inefable se halla en nosotros, y lo somos.
En nosotros está el Ojo de Dios.
Hacia donde miremos nos vemos. Todo se nos muestra
para ser amado e integrado,
Este es el juego de los espejos en el que más allá
de mi mismo también soy yo.
Sublime paradoja divina que pone fin a todo juicio
separador. Fin de la dualidad.
Porque quien separa y juzga se aleja de su Sí Mismo.
Amar es unir,
El verdadero amor no distingue, ni tiene
preferencias, sólo el ego fracciona y excluye.
La visión real ve la unidad en todo y el Todo en
todo. Esto es Iluminación, el Despertar.
La Tierra con sus minerales, vegetales, animales y
todos lo seres, todos los planetas,
Soles y galaxias, los universos infinitos…Todo es
nuestro Espejo, sin corte alguno.
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