Infinito es nuestro andar si miramos hacia atrás, si
bien en el Tiempo nacimos.
Aunque jamás del Todo Uno hemos salido. De él la
Conciencia Una se extrovertió.
La conciencia extrovertida era aún indefinida,
pálpitos de pensamientos queriendo ser,
Impulsos-formas vertiéndose en existencias y en
nuevas y más definidas formas.
Primero en un magma de materia-energía-vida, y, cómo
no, también de conciencia.
El yo particular aún no cuenta, al inicio sólo el Yo
de la especie, con sabiduría propia.
El Yo Mineral, con sus gradaciones evolutivas, de
las más toscas a las más “luminosas”:
La roca, el plomo, el hierro…los dimántes, el oro,
los cuarzos.
Y los vegetales, entre ellos, allá en lo alto, los
cipreses, los olivos, las secuoyas…
La conciencia progresivamente más y más específica,
y más aún en los animales.
Especies superiores son los caballos, los simios,
los delfines, las ballenas,…
Y la conciencia claramente particularizada,
individual: el alma humana.
Conciencia que lo ha sido todo, más aún, nunca se
separó de nada, de la conciencia una.
Conciencia humana que ahora ya recorre su aventura:
la historia de cada ser.
O sea: el Uno queriendo ser a través de infinitas
partes incontables realidades de Sí.,
Todas ellas experimentando y plasmando infinitas posibilidades
como existencia,
Sin dejar de ser la esencia del Dios-Uno en cada ser,
caminando en un viaje eterno
Del no ser al ser, de la ignorancia a la luz, de la
aparente muerte a la inmortalidad,
De la separación a la unidad, del yo soy esto al yo
soy Todo.
En la fase primera pre-egos, presencias aún
balbucientes de yo apenas claros.
Después egos más conscientes y estructurados, con
sus mentes más avanzadas.
Y finalmente egos maduros, pero muy egos, sin
despegar ni del cuerpo ni de la mente.
Luego intentos de trascender el ego y las iniciales
aperturas al ser; y crisis como egos.
Después, seres conscientes de Sí y de su Proyecto.
El Yo Soy Uno como paso siguiente.
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