De ella han hablado casi todos los místicos, San
Juan de la Cruz entre ellos.
Es un punto clave en el que se encuentra en un
momento dado el buscador espiritual.
Normalmente, antes, la inquietud y la demanda de
algo nuevo ajeno al exterior nacen,
Fruto quizás de desencantos, alguna crisis, una
enfermedad o una situación grave,
Entonces nos movimos tras maestros, abundantes lecturas,
experiencias,
Cursos, y meditamos…, eso para explorar nuevas
perspectivas y comprensiones
Que apacigüen la mente, alimenten nuestra alma y calmen
nuestro corazón anhelante.
Cuando se entra en esa recta del camino interior uno
ya se abre a la aceptación
De otras realidades, de la unidad en el todo Uno, de
la Presencia que todo lo envuelve,
De que se es una realidad inmortal; y hasta puede
que se tenga o se haya tenido
Algún tipo de experiencia mística, de visión o
contacto con los otros planos.
Pero entonces, la vida aún se mantiene con agarres y
cierto equilibrio con el pasado.
Hasta que llega el momento en que parece que todo se
cae, y lo que nos había servido,
Con sus valores, estructuras y proyectos dejan de
servirnos, Nos quedamos sin agarres
Desamparados, nada nos conforma, nada nos llena, no
sabemos qué hacer ni a donde ir.
Y entra una angustia muy profunda, se sufre. En un
momento puede que nos levantemos
Pero pronto volvemos a caer. Ni lecturas, ni nada
dan sosiego a nuestro dolor. Soledad.
Y lo paradójico, sabemos que el camino existe, que
la Luz es real; pero no vienen,
Y si lo hacen, en pequeños destellos. El buscador no
se conforma. Noche oscura.
Sólo nos podría llenar un verdadero salto interior, la
transformación de la propia visión,
Pero no de forma intelectual sino desde el alma,
desde el corazón mismo del ser.
Mientras esto no llega, angustia. Digámoslo: esto
forma parte del proceso del Despertar.
Y hay que esperar, más que hacer, estar abiertos y Confiar.
El Nuevo día está al caer.
Y con él la Autonomía del saber y del poder, con la
Claridad y el Propósito recobrados.
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