sábado, 17 de noviembre de 2018

Qué o quién es mi “Yo”. ¿Quien soy?


¿Soy un qué, un quien, un ser que trasciende a ambos, o aún más?
Si por persona entendemos  un compuesto de agregados físico- mentales somos un qué,
Si nos vemos como una estructura espiritual que se sirve de un cuerpo-mente
Y que se apoya en un centro de conciencia, diríamos que somos un quien,
En cambio, tomados como fondo axial de conciencia somos un ser, o sea, un Yo Soy.
Pero Contemplados desde la Totalidad presente en nosotros, somos el Ser, somos Dios
En cualquier caso, somos un foco a través del cual la Realidad Una es, como nosotros.
Ese Foco es real, donde ser, conciencia y existencia son lo mismo, puro reflejo de Dios.
Unidos a la Totalidad podemos experimentarla y saborearla en nosotros,
En la misma medida en que el agua del río experimenta y “sabe” del agua del Océano.

Como personas, unidos a sus personajes nos perdemos en el afuera sin encontrarnos.
Como almas, sentimos el propósito, sentido y latir de la aventura divina como nosotros.
Como focos de conciencia experimentamos la Radiante y Gozosa Luz del Ser.
Como la Totalidad en la “parte” que somos, somos Uno en todo y con el Todo.
Como personas, actuamos y representamos un papel; es lo más superficial de nosotros,
Y vale sólo para que nuestra alma fije un anclaje en el mundo de la forma.
Como almas, somos el mecanismo espiritual que el ser, “chispa” real del Todo Uno,
Ha creado para vivenciarse en la aventura particular que va del aparente no ser al ser,
Y de la ignorancia e inconsciencia más ínfimas al despertar a la Autoconciencia sin fin.
Como chispas del Ser Uno gozamos continuamente de la plenitud en la existencia.
El trabajo del alma, pasa primero por limpiar su identificación como ego-personaje
Y tras abrirse después a la autoconciencia de sí se incorpora consciente y activamente
A su participación individual y genuina en el Plan divino.
El paso siguiente es nuestra identificación con el Ser que somos. Después, los dioses…

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